Hasta su muerte, el Solitario George acaparaba los flashes y la atención del mundo. Era el último de su especie y el símbolo del daño que puede ocasionar el hombre a un ecosistema. Camisetas, fotos, visitas, gorras y todo lo relativo a George eran un símbolo de las islas Galápagos. Pocos conocían a Diego… hasta ahora.

Diego, una tortuga galápagos tipo montura, originaria de la Isla Española, había logrado lo que George no pudo: salvar a su especie de la extinción. Sin embargo, su mérito estaba opacado, pues era casi desconocido para los cientos de visitantes que llegaban al corral del “Solitario”, sin reparar que justo al lado estaba Diego, otro animal que también merecía su atención.

Con la muerte de George, y gracias a un reportaje de la BBC británica, el mundo ahora se fija en Diego y se conoce su historia. Él fue parte de los cientos de ejemplares que a inicios y mediados del siglo XX fueron sacados de las Galápagos por científicos de todo el mundo, quienes al ver el deplorable estado de las islas consideraron que la mejor forma de conservar su riqueza biológica era sacarlos de su hábitat.

Esta práctica no debe llamar la atención, pues era la manera como se entendía a la conservación en esa época. Las imágenes de los cementerios de tortugas eran una prueba que las Galápagos necesitaban atención.

Con los años, gracias a los avances de las ciencias y la conservación, además del trabajo de la Fundación Charles Darwin y el Parque Nacional Galápagos, se pudo iniciar el trabajo de catalogar y repoblar las islas que tenían a sus tortugas casi extintas. Cada isla tiene un tipo de tortuga que es propia y diferente a las demás. Es ahí donde entró nuevamente en escena Diego.

La Isla Española, de donde es natural el queloide, apenas contaba con siete ejemplares: dos machos y 12 hembras. Es decir, casi estaba extinta. El trabajo consistía en repoblar la isla, pero no había suficientes machos para garantizar una reproducción exitosa. Buscando en el mundo, en el zoológico de San Diego (por eso su nombre), apareció la tortuga que se encargaría de poner manos a la obra en la tarea de rescatar a su especie.

Diego convivió con cinco y hasta seis compañeras, reproduciendo exitosamente la población de tortugas. Se calcula, a la fecha, que esta tortuga ha logrado unas 800 crías, que son parte de las 2.000 que en la actualidad ya caminan en la Isla Española.

“No diría que la especie está en perfectas condiciones, ya que los registros históricos muestran que probablemente había más de 5.000 tortugas en la isla, pero su población aumentó y eso es más importante”, explicó Washington Tapia, especialista en conservación de tortugas del Parque Nacional Galápagos.

La especie de Española es una de las más particulares del archipiélago, pues es del tipo montura. Este tipo de caparazón hace que estas tortugas sean capaces de estirar su cuello para alimentarse de las hojas más altas de las plantas. Se estima que en las Galápagos había entre 15 y 16 especies de tortugas, y lastimosamente cuatro ya están extintas: las de las islas Santa Fe, Fernandina, Floreana y Pinta, de la cual era originario George.

Con esto, las Galápagos ahora tienen una nueva estrella. Y aunque esta fama llegó un poco tarde, ahora los “esfuerzos” de Diego son reconocidos y su enorme familia poco a poco recuperará la población de la Isla Española. Tal vez ahora las camisetas, las gorras, las fotos y los libros tendrán que rehacerse y darle un lugar a esta tortuga que lenta pero segura logró salvar a toda su especie.

 

Fuente: Al Día | ElProductor.com

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