Los importadores y los fabricantes de automóviles han entrado al debate de quién debe llevar el volante. La carretera se ha vuelto pedregosa y ambas caras de un mismo sector automotriz tienen sugerencias sobre cómo afrontar el futuro comercial. Ecuador está libre de cupos a la importación de autos desde este año, desde junio también está libre de salvaguardias -que aunque no afectaban al negocio directamente sí mermaban la capacidad adquisitiva de sus clientes- y además ha iniciado la cuenta atrás para que las unidades europeas lleguen sin arancel en siete años.

Demasiadas novedades para digerirlas de una vez. A la industria local que, hasta ahora, se beneficiaba de un margen holgado de aranceles que castigaba a las importaciones de vehículos, ve tambalearse su competitividad y sus cifras, en un año que, tras la estrechez económica generalizada, tampoco ha sido bueno para ellos. Las ensambladoras nacionales, incluidas las más grandes, han tenido que despedir personal o paralizar turnos de trabajo y tienen ociosa una parte de su capacidad productiva.

A eso, le añaden que su principal competidor, los vehículos extranjeros, han empezado a respirar desde que se retiraron los cupos que restringían la llegada de unidades. Los importadores, que vieron impotentes cómo sus ventas caían precipitadamente en los últimos dos años, ven ahora la luz. Con el fin de los cupos, pueden importar más vehículos, bajar los precios y aumentar las ventas. Y el consumidor, también con un bolsillo mermado por la crisis, ya ha comenzado a responder. En 2017, las ventas han ido remontando aunque aún no recuperan el nivel de hace dos o tres años.

Por eso, la industria ha metido las llaves al carro y prendido el motor de las peticiones con la esperanza de que las autoridades atiendan esa necesidad de favorecer, vía regulación, unas condiciones de viabilidad para el negocio. Piden que se establezca una política automotriz y normas claras. En eso sí coinciden con los importadores. ¿Con qué condiciones? Para la industria, con igualdad de competencia. En su caso, eso se traduce en un cierto nivel de protección en forma de aranceles más altos para los carros importados que para los nacionales. Y abrir la puerta para que el arancel al ckd (piezas para armar un auto), que es del 15 %, pueda reducirse e incluso desaparecer. Pero nada es gratis y lo saben.

Por eso proponen que la reducción del arancel sea correlativa al nivel de incorporación de componente nacional, ya que este favorece la creación de puestos de trabajo y el crecimiento de la industria paralela de los autopartistas. El que más componente nacional incorpore, menos arancel. Es la propuesta. Así, podrán plantar cara al vehículo que llega, ya terminado, con 0 % de arancel de Colombia y al que lo hará de Europa.

¿El acuerdo con la UE que desgrava el arancel a los carros europeos se olvidó de hacer lo mismo con el ckd? No. En su momento, también las piezas europeas llegarán libres de carga. Pero eso no tendrá mayor impacto -para bien- en la industria, pues el 95 % de los automóviles ensamblados en el país se hace con ckd de China, Tailandia y Corea del Sur, sobre el que se aplica el 15 %. Y así seguirá hasta que se firmen acuerdos comerciales.

Ese es el escenario que más favorecería a los importadores: que se abra más el mercado. Ya que eso significa menos aranceles, menos costos de importación y, por tanto, vehículos más baratos. A su vez, eso animará la venta entre los ecuatorianos, como ya ha comenzado a sentirse al rebajarse los precios entre un 10 y un 12 %.

Ajustarse al mercado y a la demanda significa también adaptarse a los cambios y, con ello, incorporar vehículos con innovaciones tecnológicas, menos contaminantes y más seguros que es a lo que tiene el sector a nivel internacional y Ecuador no puede quedarse atrás por proteger a su industria.

Fuente: Diario Expreso

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