Foto archivo / Redacción: Carmen Victoria Rodríguez

Existen agentes patógenos que afectan el cultivo del camarón, pero dentro del sistema de producción se pueden identificar microorganismos benéficos que pueden ser importantes en la lucha contra estas enfermedades.

Bajo el marco de la Aquaexpo 2018, que se realizó el mes pasado, Emmerik Motte, director de investigación de Concepto Azul, explicó que hay que aprender a domesticar esos microbios benéficos en pro de una microbiota favorable para el camarón y desplazar a aquellos microbios que desequilibran y provocan procesos de enfermedad.

“En el agua, en el animal, en los sedimentos encontramos microbios que juegan un papel fundamental en un buen equilibrio del sistema de cultivo. El biocontrol, lucha contra los patógenos, la bioremediación, es decir eliminar los tóxicos. Hay organismos que descontaminan el ambiente para evitar que eso sea un estrés para el animal”, detalló Motte.

Mezclas, probióticos y claves

Motte sostuvo que actualmente se ha identificado un problema en el sistema de producción que tiene que ver con la aplicación de probióticos. A veces los productores cometen el error de hacer varias combinaciones de probióticos y los colocan en sus cultivos, sin tomar en cuenta que algunos pueden ser antagonistas de otros y en lugar de beneficiar están desequilibrando la microbiota.

El especialista enfatizó en que no hay que seleccionar cualquier tipo de probiótico o bacteria. Hay algunas que tienen los genes para la producción de agentes antimicrobianos, antivirales y enzimas que pueden ayudar a la bioremediación. “Entonces, si sabemos identificar esos genes en cepas cultivables de bacterias podemos usarlas como los probióticos a combinar para aplicarlos al sistema de producción”, sugirió Motte.

Hizo hincapié en que hay que conocer bien cuál es el efecto de cada uno sobre el sistema de cultivo y sobre el animal antes de querer mezclar los productos.

Combinaciones correctas

Motte señaló que la idea es hacer acompañamientos con empresas que ofrecen los productos, trabajar con el productor y determinar protocolos con consorcios microbianos establecidos para demostrar cuáles son las combinaciones buenas y cuáles no, usando elementos indicados y bioseguros.

“Hemos visto que el uso de microalgas, la artemia, por ejemplo que es un producto indispensable para la larva, son portadoras de microbios que pueden desbalancear, y el productor no ve ese problema, piensa que poniendo la microalga está haciendo una nutrición adecuada del animal”, manifiesta el investigador.

A veces esa microalga viene cargada de vibrios que son patógenos y se va incrementando a medida que van alimentando al animal. Con esto desequilibran la flora y al llegar al final del cultivo los camarones se mueren.

Hay productos que son más seguros porque son creados en ambientes no marinos fuera de la presencia de microorganismos patógenos del camarón, que pueden ser alternativas a la artemia para evitar la introducción de agentes patógenos.

Recalca que una asesoría adecuada trabajando con los productores dentro del sistema de producción, con los protocolos idóneos de uso de los productos, un acompañamiento desde la larva hasta el cultivo con estudios y monitoreos permanentes son las claves para la obtención de animales sanos.

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