Nativa de Chile, la frutilla blanca (Fragaria chiloensis) fue llevada hace más de un siglo a Europa por un francés y se utilizó como material genético en la cruza para la tradicional fresa (Fragaria ananassa).
En el país sureño hay lugares donde se encuentra esta particular especie, siendo la más emblemática la Cordillera de Nahuelbuta, compuesta por la comuna de Puré y Contulmo, en las regiones de La Araucanía y del Biobio, al sur de Chile.
En esa zona, la especie se da de manera natural y durante muchos años los agricultores la cultivaron. Según cuentan ellos mismos, hasta la década de los 80, la frutilla se daba en abundancia, pero el cultivo se fue perdiendo y los volúmenes de producción actuales son muy bajos.
“Tienen un recuerdo de algo maravilloso, porque con ella, compraron sus campos y propiedades, todo gracias a la época de oro de la frutilla blanca”, contó a Portalfruticola.com Cecilia Céspedes, investigadora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), quien está a cargo del proyecto que busca elevar la productividad del cultivo.
Y es que el INIA de Chile, a través de su Centro Regional de Investigación INIA Quilamapu, está desarrollando una iniciativa de valorización y rescate del fruto, un trabajo que lleva el nombre de “Valorización del Cultivo de Frutilla Blanca mediante el rescate de ecotipos locales y el fomento de su producción agroecológica, entre pequeños agricultores del territorio de Nahuelbuta”.
Parte del proyecto consiste en averiguar los factores que provocaron la reducción de producción de la frutilla blanca. Entre las acciones que tomaron se cuenta la reproducción in vitro de plantas de la especie libres de enfermedades. “En total van a ser 6.000 plantas, las que se van a multiplicar y que se han estado multiplicado todo este año y que hemos estado sacando y plantando, pero van saliendo de a poco”, comentó Céspedes.
El trabajo se complementa con talleres de capacitaciones para los agricultores con la metodología de “aprender haciendo”. Allí, los productores adquieren mayores nociones sobre cómo manejar el suelo y la biodiversidad.
“El sueño es poder tener otro proyecto que nos permita responder cuestiones del orden fisiológico de la planta, poder aumentar su producción, y ahí pensar, ojalá, en una indicación geográfica y que ellos puedan llegar a vender fuera, con sellos, buena rentabilidad y retornos que paguen todo el esfuerzo de tantos años”, finalizó la investigadora.
Fuente: Agraria | ElProductor.com

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