En el municipio de Ocaña, del departamento Norte de Santander, la cebolla peruana ha reemplazado a la local por su rendimiento largamente superior. Los productores afirman que una hectárea de tierra sembrada con semilla de cebolla ocañera produce 200 sacos, en tanto que en el mismo espacio la semilla peruana ofrece tres veces más.
De hecho, apuntan que una libra de semilla peruana puede dar 130 sacos de buena calidad, una característica que debería permitirles obtener buenos precios, si no fuera porque la cebolla peruana entra en grandes cantidades a competir con los productores de la región, lo que ha hecho caer de manera escandalosa los precios de la carga.
Los agricultores de Ocaña solo pueden recordar con nostalgia los días en que su cebolla tuvo renombre y se empieza a pensar que la tierra ya no es propicia para el cultivo por factores como el cambio climático. Luis Hernán Plata, cultivador de la zona de Aspasica, lo tiene claro y refrenda: “Para competirle a la cebolla peruana es con la misma cebolla peruana”.
¿Cómo empezó esta lucha de cebollas? El origen parece muy simple y a la vez turbio. La cebolla peruana ingresó a Colombia de manera descontrolada –es decir, como contrabando- y tiró los precios al piso por competencia desleal. Nadie se explica cómo la hortaliza puede llegar a precios tan reducidos. “Hoy se consigue cebolla a 60.000 pesos la carga, lo que no le da al campesino ni para el flete”, dice Federico Vega Galeano, distribuidor del producto.
En el mercado de Ocaña se escoge y empaca diariamente la cebolla peruana cultivada en municipios como Ocaña, Ábrego y La Playa de Belén. Ramón Elías Guerrero, productor de Bucarasica, cuenta su drama: “Transportarla (la cebolla) cuesta 12.000 pesos, tengo sembradas unas 500 eras de cebolla –una hectárea- en las que he invertido 10 millones de pesos y por la que traje a Ocaña me dan 3 millones de pesos, no hago ni para los obreros”.
Encarnación Ballesteros, otro comerciante afectado, explica que cuando no hay cebolla traída de Perú el precio de la sembrada en la zona puede alcanzar hasta los 300.000 pesos la carga –dos sacos-. “Pero una vez llega la peruana desde ese país a competir con la cultivada en la región, el precio se baja a 40.000 pesos, lo que lleva al campesino a la pérdida”.
Para remediar la situación ya se han presentado ante el Ministerio de Agricultura colombiano cinco proyectos que buscan retomar el cultivo autóctono de la región e impulsar su comercialización a través de una estrategia de mercado directo.
Hasta el momento, las pérdidas para el sector cebollero de Ocaña se calculan en 7.000 millones de pesos.
Fuente: Agraria | ElProductor.com

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