En un país volcánico como Ecuador, con al menos cuatro montañas en procesos de erupción, siempre es mejor estar preparados y atentos a la ocurrencia de este tipo de fenómenos, aseguró el director de Ingeniería en Geología de la Universidad Central (Estatal), Jorge Bustillos.

Siempre “es mejor estar preparados, así no ocurra, que ocurra sin estar preparados”, indicó Bustillos en una entrevista con Efe ante una eventual nueva reactivación del volcán Tungurahua, en el centro andino del país.

El Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional, encargado de la vigilancia volcánica y sísmica en Ecuador, informó el domingo pasado que esperaba una nueva reactivación del Tungurahua en cuestión de “días” u “horas”.

La Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR), con base en la información del IG aumentó el nivel de alerta en la zona de influencia de dicho volcán y, de amarilla (prevención) la ubicó en naranja (mayor atención y asistencia).

Para Bustillos, si los cálculos del IG se cumplen, en esta semana se debería observar un evento eruptivo en el Tungurahua.

Pero dijo también que podría “ocurrir lo contrario”, es decir que, pese al incremento en los indicadores sísmicos y vulcanológicos, éstos disminuyan de forma súbita y finalmente “no se desencadene un evento” eruptivo.

A Bustillos le llamó la atención que no haya una presencia mayor de los llamados sismos vulcano tectónicos, relacionados con la fractura de rocas en el interior de la montaña.

Señaló que el parámetro más importante registrado en los últimos días en el Tungurahua es el de sismos de “largo periodo”, relacionados con el movimiento interno de fluidos, que pueden ser gases, vapor de agua o agua acumulada por lluvias.

Por ello, no descartó de que se trate de un fenómeno hidrotermal, que genere alguna explosión freática o de vapor de agua.

Bustillos recordó que la historia eruptiva del Tungurahua “siempre ha sido irregular”, con periodos de alta actividad que se intercalan con lapsos de aparente quietud.

Y es que, según el científico, el incremento en la actividad sísmica o en otros parámetros, como la deformación o emisión de gases, es algo normal en un volcán activo como el Tungurahua, que desde 1999 vive en un proceso continuo de reactivación.

Bustillos explicó que “el motor” del proceso eruptivo es el magma que ingresa desde las profundidades hacia el interior de la montaña, para luego intentar salir a la superficie.

Ese proceso se manifiesta con movimientos sísmicos leves internos, con la salida de gases o con ligeras deformaciones registradas en los flancos de la montaña.

Pese a que esas mediciones podrían indicar la cercanía de algún evento eruptivo, “tenemos una incertidumbre muy grande con respecto a los tiempos, no sólo en el Tungurahua, sino en general en la vulcanología”, añadió Bustillos.

El IG ha anunciado la posibilidad de una reactivación eruptiva del coloso “de corto a inmediato plazo”, es decir en días u horas y calcula dos escenarios posibles sobre la evolución del fenómeno.

Un primera posibilidad estima “una reactivación rápida, de estilo vulcaniano, con una gran columna eruptiva y flujos piroclásticos (rocas candentes), que corresponde al escenario más probable”.

Un segundo escenario calcula una “reactivación paulatina, de estilo estromboliano (por las características del volcán Stromboli italiano), con explosiones moderadas y caídas de ceniza, principalmente”.

No obstante, el IG precisó que “las erupciones volcánicas son, por naturaleza, impredecibles y que la actividad del volcán también puede regresar a la normalidad sin erupción”.

Bustillos coincidió con esas estimaciones y dijo que, aunque se ha calculado una reactivación del coloso en cuestión de días, podrían presentarse “cambios muy rápidos” que limiten tal posibilidad.

 

Fuente: El Mercurio | ElProductor.com

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