Ángel Alonso, de 18 años, es parte de los “agricultores” de los huertos orgánicos que se elaboran en la unidad educativa especializada María Buitrón de Zumárraga.

Él es una persona con discapacidad y su orgullo no cabe en el pecho, tras ver a los rábanos listos para colocarlos en un plato de ensalada. “Hicimos estos huertos. Venimos a trabajar, los limpiamos y las plantas quedaron lindas”, citó el estudiante, quien repite constantemente que pronto será el director del establecimiento.
De la misma manera trabaja Hugo Pita, quien además de ser parte del proyecto de huertos, es deportista y baterista. “Hacemos un huequito en la tierra y sembramos la planta. Ya tenemos hasta cebolla”, manifiesta y agrega con orgullo que si se lo desea ir a ver correr, se dirijan a Las Orquídeas, donde practica todas las noches.
Él es uno de los mejores deportistas de la institución y sueña también con tener un show musical, donde demuestre sus habilidades en la batería.
Proyectos. 
Jackeline Gonzenbach de Carranza, directora de la institución, explicó que alrededor de 85 alumnos participan de proyectos denominados AVB, que significa “Actividades para la Vida Diaria”.
Aquí se incluyen tareas como huertos, limpieza, arte culinario, reciclaje y artes plásticas. “La idea es desarrollar actividades que les permitan tener autonomía en la vida diaria. Los dividimos según su habilidad”, citó.
Según la directora, con este tipo de proyectos se evidencia el progreso de los estudiantes, como por ejemplo, asumen responsabilidades, quieren ser líderes y aprenden la actividad.
El progreso de cada uno de ellos lo evidencian los padres.
Mirian Demera, madre de dos mellizas estudiantes de la institución, comentó que estas actividades las distraen y aprenden.
Cuenta que sus hijas tienen parálisis cerebral y tienen afectaciones en el sistema nervioso, pero cuando participan en estas actividades, se relajan.
Para ella, ser una madre especial es una tarea ardua, pero gratificante. “Es el doble de esfuerzo. Lo ves por fuera, pero no lo has palpado. Se debe ser fuerte. Pero al final, es gratificante, es hermoso ver que te sonrían, que te digan mamá. Me llena”, concluye.

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