La especie de anfibio que según la historia inspiró el nombre de esta ciudad, ha resucitado después de 30 años de estar considerado extinto.
El Jambato, especie de sapo que habitaba los páramos de varias provincias de la serranía ecuatoriana, volvió a renacer hace aproximadamente un año, gracias a un niño que redescubrió al animal en una remota comunidad de Cotopaxi.

Recuperación

En el Centro Jambatu, donde se realizan investigaciones científicas de alto nivel acerca de los sapos, se recreó el ecosistema donde habita este animal para tratar de que una pareja se aparee y así recuperar la especie.
Gracias al esmero de los investigadores y luego de cuatro meses en el agua, el pasado 16 de octubre, los primeros jambatus o atelopus ignescens nacidos en un laboratorio completaron la metamorfosis, transformación por la cual el animal que empezó su vida como renacuajo empieza a respirar mediante pulmones, se queda sin cola y las aletas se convierten en patas pasando a su modo terrestre.
La noticia del redescubrimiento de esa especio dio la vuelta al mundo y protagonizó varias portadas de periódicos especializados.

DATO
Antes de ser hallado se ofrecía mil dólares de recompensa a quien lo encuentre.
Según Dario Coloma, investigador de Jambatu y experto internacional en anfibios, mencionó que en la década de los 80 esta especie abundaba en los páramos, pero que lastimosamente desaparecieron casi sin dejar rastro.

“Pese al monitoreo exhaustivos que hicimos para tratar de encontrarlo nuevamente no pudimos hacerlo”, dijo.
Los estudios determinaron que la especie desapareció por el calentamiento global, sumado a varias enfermedades como hongos y virus, además que la variación de temperatura en su hábitat natural.

Inconvenientes

Una vez con los sapos en cautiverio nacieron y crecieron exitosamente, otro reto enorme es su reinserción en su hábitat natural, pues existen otras especies introducidas que ponen en peligro su existencia, especies como la trucha por ejemplo, complicarían demasiado su desarrollo normal.
Igualmente, considerando que el sapo desapareció hace muchos años, su reinserción podría comprometer a otras especies que habitan en el páramo, mientras tanto, se estudia la piel y los componentes del sapo para investigar sus propiedades que entre otras se puede destacar una sustancia más potente que la morfina, pero sin efectos negativos para el ser humano.

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