El presidente Lenín Moreno pudo haber solo cumplido con la formalidad: nombrar de entre sus ministros a un vicepresidente ante la evidente inhabilitación de Jorge Glas. Y la vida en Ecuador hubiese continuado sin problemas porque el seleccionado ya tenía las funciones propias de su cartera, era más que nada un mero trámite. Pero el Primer Mandatario convirtió la vacante en una oportunidad.

Designó a María Alejandra Vicuña, quien no aparecía en ninguna quiniela, como su segunda a bordo. El decreto ejecutivo llegó cuando el mundo empresarial pugnaba por un cuadro salido de su círculo, más aún porque la próxima semana se conocerá el programa económico y porque Glas, en los primeros días, dirigió el Consejo Consultivo Tributario y Productivo. Pero Moreno dijo no, hizo una apuesta arriesgada y volvió a sus raíces: a su partido.

Si hay una característica que define a Vicuña es su militancia de izquierda y profundamente comprometida con los derechos de las mujeres, una de las banderas del Gobierno al haber presentado una ley para prevenir la violencia de género. A eso se añade su origen: un movimiento alfarista y bolivariano. ABA fue una de las vertientes de PAIS y tiene una importante capacidad movilizadora, sobre todo en Guayas.

Y allí se entiende la decisión del Presidente: ha elegido como vicepresidenta a una mujer, guayaquileña, feminista, de izquierda y, sobre todo, coidearia, compañera de Alianza PAIS. Como ministra de Vivienda y Desarrollo Urbano ya afronta una responsabilidad de gran importancia: cumplir con el plan habitacional que fue una de las grandes promesas de campaña. Pero ahora asume otra tarea fundamental: el impulso de la consulta popular, principal apuesta política del régimen. En una misma persona se conjugan política y desarrollo social, que en teoría es lo mismo.

Vicuña ostenta todas las credenciales para el nuevo reto. Posee contactos con el bloque legislativo por su condición de exasambleísta y con la militancia porque los simpatizantes de ABA, con su singular camiseta roja, estaban siempre en cualquier marcha convocada por PAIS.

Ella neutraliza el argumento de la derechización, aupado por las declaraciones de Guillermo Lasso de que las preguntas son las mismas que él  prometió cuando era candidato a Carondelet. Y esa creencia se fortaleció con el posterior apoyo de Jaime Nebot. Ambos son representantes de la derecha tradicional y su respaldo despierta las sospechas del progresismo y ciertamente de un sector del oficialismo.

Justamente esa es el arma de la oposición, que curiosamente está dentro de PAIS, de que Moreno ha traicionado el voto popular y ha adoptado la agenda de la candidatura que perdió el pasado 2 de abril. Es una tesis que machaca Rafael Correa desde su trinchera tuitera. Así lo revalidó Marcela Aguiñaga en la misma plataforma. Pero ahora Moreno manda un poderoso mensaje con la designación de María Alejandra Vicuña: El Presidente milita y dirige PAIS y por lo visto así seguirá. Aclara que la consulta es progresista porque recupera el espíritu de Montecristi ya que su principal impulsadora, aparte de él, viene de allí.

Las primeras piedras de la construcción que significa este referendo han sido puestas: la designación de una joven para defenderla y la aceptación a trámite que hizo ayer la Corte Constitucional. (O)

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