La disminución de las exportaciones de los países de América Latina y el Caribe, a causa del enlentecimiento del comercio mundial y la disminución del precio de las materias primas, lastra hoy el crecimiento de la región.

Así lo divulgó recientemente la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) al estimar que al cierre de 2019 la expansión promedio será de 0,1 por ciento.

El nuevo pronóstico es cuatro décimas más bajo que el de julio y 1,2 puntos porcentuales inferior al de abril.

Según el organismo, las economías de América del Sur, especializadas en la producción de bienes primarios, en especial petróleo, minerales y alimentos, caerían un 0,2 por ciento, su primera contracción desde 2016.

Por su parte, Centroamérica y México, experimentarían una tasa de expansión de 0,7 por ciento durante este año mientras que para el Caribe de habla inglesa u holandesa se estima un crecimiento promedio de 1,5 por ciento.

La Cepal aseguró que la dinámica de la actividad económica en el área se da en un contexto en que la economía global disminuye su contribución a la expansión de la región en 2019, situación que muy probablemente se mantendrá para el próximo año.

Ante este contexto externo caracterizado por tensiones comerciales y alta incertidumbre, advirtió, se agravan las dificultades que en materia de inserción al comercio y producción internacional suelen exhibir las economías de la región.

La Cepal ya alertó antes que las exportaciones de América Latina y el Caribe caerán dos por ciento en 2019 debido al complejo contexto internacional mientras que las importaciones lo harán en un tres por ciento.

Esto, abundó, debido a una coyuntura caracterizada por el agravamiento de las tensiones comerciales, una menor demanda mundial, creciente sustitución de importaciones por producción nacional en algunas economías, menor proporción de la producción china que se destina a la exportación y el retroceso de las cadenas globales de valor.

Asimismo, apuntó el organismo, la demanda en un contexto regional de muy bajo crecimiento golpea al comercio interregional y se proyecta que su valor se contraiga casi un 10 por ciento en 2019.

Otras informes tampoco son halagüeños con el desempeño económico del área.

Mientras el Banco Mundial divulgó que la economía de América Latina culminará este año sin crecimiento, el Fondo Monetario Internacional lo situó en el 0,2 por ciento.

Para 2020, consideró también la Cepal, se prevé que la región continúe en una senda de bajo crecimiento, con una expansión estimada del Producto Interno Bruto (PIB) de 1,4 por ciento.

El informe sostuvo igualmente que a las dificultades que enfrentan las economías de la región para expandir el espacio de política -tanto fiscal como monetaria-, se suman ahora las crecientes demandas por cambios estructurales para enfrentar las profundas desigualdades que subsisten en la región.

‘No somos la región más pobre, pero sí la más desigual. Nuestra estructura productiva es la gran fábrica de la desigualdad. Las desigualdades han erosionado el contrato social y la democracia. Necesitamos pactos entre el Estado, el mercado y la sociedad’, planteó en días recientes la secretaria ejecutiva del organismo, Alicia Bárcena.

También, subrayó, el viejo paradigma del desarrollo es insuficiente: no alcanza con solo crecer, se debe crecer para igualar e igualar para crecer, precisó.

Según la Cepal, la disminución de las exportaciones de los países de América Latina y el Caribe, y un contexto global adverso en materia comercial, no son en realidad el mayor de los problemas del área como sí lo son las distorsiones económicas que apuntalaron altos niveles de inequidad en la región.

Ahora, en un escenario mucho menos favorable que el de algunos años atrás, se corre el riesgo de que la brecha entre ricos y pobres aumente.

En 2017, estableció la Cepal, el número de personas viviendo en la pobreza llegó a 184 millones (30,2 por ciento de la población), de los cuales 62 millones se encontraban en la extrema pobreza (10,2 por ciento, el porcentaje más alto desde 2008).

Según el organismo, la senda para un crecimiento definitivo en la región pasa también por reconocer que el estilo dominante de desarrollo es inviable.

Es hora de replantear, sentencio Bárcena, los pactos sociales y superar un modelo económico basado en la cultura del privilegio que prioriza el interés privado sobre el público, el capital sobre el trabajo, la acumulación sobre la redistribución, el crecimiento sobre la naturaleza y los privilegios sobre los derechos.

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