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Las cebollas –que pertenecen a la familia Allium– tienen un valor nutricional donde reside realmente su superpoder secreto. Las cebollas amarillas son las variedades más comunes de las que se cultivan en los Estados Unidos, pero en la mayoría de las tiendas también se encuentran cebollas rojas y blancas. Se pueden consumir crudas, hervidas o secas. Las cebollas son conocidas por hacernos llorar, y su efecto lacrimógeno se debe a una reacción enzimática que desencadena la liberación de un gas que estimula las glándulas lacrimales.

El doctor Liu Ruihai, profesor de ciencias de la alimentación en la Universidad Cornell, afirma que las dietas ricas en frutas y hortalizas han demostrado reducir el riesgo de enfermedades crónicas como cardiopatías, cáncer, derrame cerebral y diabetes. «Como parte de una dieta saludable, se debería consumir una variedad de frutas y hortalizas, entre ellas cebollas», explica.

Liu añade que los compuestos fenólicos de las cebollas actúan como antioxidantes que inhiben la actividad de los destructivos radicales libres. Según un estudio publicado en la Journal of Food Science and Technology, la capa más externa de las cebollas es la que más antioxidantes contiene. Además, las cebollas son unas hortalizas baratas y prácticas que pueden ayudarnos a alcanzar las entre 9 y 13 raciones diarias de hortalizas y frutas recomendadas; por mucho que nos esforcemos, es un objetivo difícil de conseguir.

Un estudio publicado en la Asia-Pacific Journal of Clinical Oncology en 2019 comparaba 833 pacientes con cáncer colorrectal con 833 pacientes que no sufrían la enfermedad. Muchos investigadores han descubierto que algunas personas que consumen regularmente vegetales de la familia de las cebollas tienen un riesgo un 79% menor de desarrollar cáncer colorrectal. Los expertos no conocen completamente el mecanismo exacto por el que ciertos compuestos de las cebollas inhiben el cáncer.

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