Colombia, un país con un crecimiento constante en la población de abejas, debe tomar decisiones sobre la regulación del uso de agroquímicos de manera responsable y soportada en estudios; cuidando no desincentivar la actividad agrícola, ni estigmatizar la relación que se ha venido construyendo entre los agricultores y apicultores. En los últimos 10 años, la apicultura se ha venido fortaleciendo en el continente y nuestro país no ha sido la excepción.
Con un crecimiento superior al 53% en tan solo 7 años (2012 – 2019) el número de colmenas en nuestro país, según datos oficiales del Ministerio de Agricultura, pasó de 88.111 en 2012 a 135.117 en 2019; algo así como un crecimiento del 53% o de 6.000 colmenas anuales en promedio. Según Fabio Diazgranados, presidente de Fedeabejas, una sola colmena aloja alrededor de 80.000 abejas. Así que estamos hablando de más de 480 millones de abejas nuevas cada año, que están ayudando al medio ambiente, pero también están fortaleciendo la productividad en los cultivos que pueden ser polinizados.
Recientemente, se han amplificado varias noticias sobre pérdidas de colmenas, la más reciente aseguraba “80 millones de abejas en el Quindío, solo en el último año”, un titular impactante y preocupante. Por la gravedad de lo anterior, y porque estas noticias desincentivan una actividad en crecimiento en nuestro país, como la apicultura, desde ABEJAS EN AGRICULTURA, nos sentimos en la necesidad de precisar algunos puntos.
Para poder concluir que esta cifra es cierta sería necesario suponer que, solo en el último año, 1.000 de las 1.500 colmenas de ese departamento, se habrían perdido. Es decir que, el 66% del total de colmenas del Quindío “se perdieron” y la producción tendría que verse afectada con una caída histórica en la producción de miel. Sin embargo, llama la atención que la producción de 40 toneladas anuales de miel en el Quindío se ha mantenido, lo que se relaciona – según diferentes estudios sobre apicultura – con un sostenimiento o incremento en la población de abejas. Realidad muy distante a la planteada en diferentes medios de comunicación.
Por otro lado, la actual situación del sector agrícola en Europa, fortalece la idea, según la cual, el cuidado de las abejas, no puede representar una enemistad entre la agricultura y el medio ambiente. Según Augusto Ramírez, profesor y agrónomo de la Universidad Nacional sede Bogotá, “Lo que está pasando en Colombia, es la repetición de una estrategia que vimos en 2013 en la Unión Europea y que llevó al continente a una fuerte restricción en los insecticidas con un resultado devastador para la agricultura europea. En Colombia tenemos la obligación de hacer las cosas de una mejor manera, la cual es fomentando la coexistencia y el uso responsable como la mejor medida de responsabilidad con las abejas y con la agricultura”.
Dicho lo anterior, es importante resaltar cómo en Europa la medida no fue lo suficientemente estudiada y obligó a que, solo 4 años después de su implementación, se generaran excepciones para evitar la quiebra de sectores tan afectados como el de la remolacha azucarera.
De hecho, entre 2018 y lo que va corrido de 2021, 17 países de la Unión Europea han aprobado 114 autorizaciones de emergencia para que los agricultores puedan usar insecticidas eficientes para la protección de sus cultivos. Francia fue el más reciente en unirse a este grupo de países que toman decisiones de emergencia para detener las pérdidas en cultivos de remolacha azucarera.