Imagen referencial - agricultor

Carmela Jaque siembra cilantro, lechuga y otros productos, en el único terreno que conserva, pues los demás que heredó decidió venderlos y cambiar de actividad.

Compró maquinaria para hacer prendas de vestir y cuando no está en la feria agrícola de Quillán Loma se dedica a coser.

Asegura que el productor siempre lleva las de perder en el mercado, no existen condiciones justas para la venta por eso ya no es rentable dedicarse a esta actividad.

“Esto para mí es costumbre porque amamos la tierra, ser agricultor es duro, y no es una forma de ganar dinero” afirmó

Ella vendió su extensión de tierra a una constructora y afirmó que fue la mejor inversión que pudo hacer porque el metro cuadrado subió de precio en la zona, de 15 a 45 dólares, con las mejoras y ahora su casa cuesta un poco más.

María Chango, a sus 74 años, siembra nabo, acelga, col y lechuga, ella afirma que ser agricultor no es representativo y en el terreno se fueron sus mejores años, pero espera que sus hijos, a quienes les heredó algunos lotes, puedan invertir bien el dinero en algún negocio más rentable.

“Tres meses tenemos que esperar para que nuestros productos salgan y sin contar con la inversión de dinero y tiempo que nos representa sacar nuestra producción al mercado para que nos paguen lo que quiera” contó Chango, mientras volvía a su casa con los atados de nabo que no pudo vender y dijo que servirían de alimento para los chanchos.

Estas historias son solo un ejemplo de los centenares de testimonios que cuentan los agricultores, quienes aseguran que han debido vender sus terrenos, al mejor postor, para cambiar de actividad y buscar opciones que representen menos inversión y más rentabilidad.

Compra y venta de terrenos

En zonas como Izamba, Cunchibamba y los Huachi, en Ambato, se puede observar el contraste de lo rural que fue y lo urbanizado, pues las construcciones van ganando territorio.

Cristina López, ingeniera civil, reconoce que comprar en las zonas rurales es mucho más conveniente, especialmente, para quienes se dedican a los proyectos de vivienda. Esto debido a que los costos son menos costosos en relación al casco urbano.

“Este tipo de negociaciones en zonas rurales tienen sus pros y sus contras para quienes venden sus tierras, pues mientras el agricultor decide comercializar con sus tierras, la plusvalía crece y pueden beneficiarse más gente del sector con las mejoras que se dan al cabo de un tiempo” dijo López.

Sin embargo, reconoce que la agricultura que antes era un potencial en determinadas zonas pierde protagonismo.

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