El video que muestra a un cóndor andino alimentándose de la carroña de un venado ha reavivado la idea de que esta especie pueda adaptarse a una nueva alimentación en los páramos del país.
Esta es la primera vez que se registra este evento en Ecuador. La noticia fue difundida por el Fondo para la Protección del Agua Fonag a través de sus redes sociales. A las imágenes las acompaña el mensaje: “hoy el miedo y la duda han sido reemplazados por la esperanza”.
Según este organismo, el 31 de julio de este año un grupo de investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), registró a un cóndor y cuatro curiquingues comiendo a un venado de cola blanca en el Área de Conservación Hídrica Antisana Epmaps-Fonag.
Esto es un evento importante para la conservación de este animal, ya que en el 2016, alrededor de 300 cabezas de ganado fueron retiradas de esta zona.
Esta reubicación despertó el temor de que la dieta del cóndor se vea afectada y que esta acción pusiera en peligro el bienestar de estas aves.
Fabricio Narváez, coordinador del Proyecto de Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor Andino de la Fundación Cóndor Andino, explica que hasta el momento no se había logrado tener un registro claro en el país que mostrara a estas aves alimentándose de otro animal que no sea ganado.
Estas aves en Ecuador han generado una dependencia hacia la carroña de vacas o caballos, la cual está asociada a la facilidad que tienen de encontrar este alimento en los páramos. Se debe tener claro que el cóndor es un animal oportunista, dice Narváez.
Esto significa que puede llegar a alimentarse de cualquier tipo de carroña. En Chile y Argentina, por ejemplo, es muy común que coma ovejas, mientras que en las costas de Perú opta por los lobos marinos.
El evento registrado en el Antisana es una evidencia de que las dinámicas están cambiando en los páramos del país. Según el Fonag, el Antisana está recuperando su cadena alimenticia sin especies exóticas. El objetivo es que al proteger las fuentes de agua, también se preserve la biodiversidad y su ecología.
Narváez considera que este es un evento “emocionante”, ya que se evidencia que al generar un proceso de conservación, en el cual se reduce la presencia humana y las amenazas, la extracción de ganado no se convierte en una acción negativa para las aves.
Además, esto demuestra que hay otros animales que pueden satisfacer la demanda de alimentación de los cóndores. Pero si estas acciones no son planificadas, extraer el ganado de las áreas de conservación puede tener efectos negativos.
Entre el 75% y el 90% de las zonas que habita el cóndor están fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Al extraer la principal fuente de alimento de estas zonas, estas aves se pueden volcar hacia los sitios poblados e intensificar el conflicto con los humanos.
Una de las consecuencias de este contacto entre los animales y las personas podría ser el aumento de los ataques contra las aves. Desde diciembre del 2018 hasta mayo de este año se registraron alrededor de 15 muertes de cóndores en la zona de Cotopaxi, asociadas con envenenamiento y caza.
Narváez aclara que aún es necesario continuar con las investigaciones en este tema, para tener mayores evidencias y poder replicar el modelo en otras áreas protegidas del país. Todavía no se puede decir que la dieta se ha modificado o que la disponibilidad de alimento ha mejorado -dice- pero revela que se puede lograr un cambio con un manejo adecuado.