El año pasado, en medio del primer embate de la pandemia, el sector ya batió récord de ventas. Los principales mercados son Estados Unidos y el sudeste asiático.
El cacao ecuatoriano tiene creciente demanda en países como Indonesia y Malasia; pero, además, desde 2020 se viene recuperando las ventas en Estados Unidos.
Como consecuencia, las exportaciones han crecido 11% en 2021, pasando de 91.821 a 101.605 toneladas. En términos monetarios, el aumento es de $223,3 millones a $262,5 millones.
El año pasado, en medio de la pandemia, ya se alcanzó un total de 345.000 toneladas comercializadas, lo que representó el mayor nivel de los últimos cinco años.
Exportación en plena crisis
Francisco Miranda, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao (Anecacao), explicó que desde el inicio de la crisis sanitaria no se ha dejado de ni una sola semana de embarcar cacao. Además, las buenas condiciones climáticas han permitido una racha de buenas cosechas.
Sin embargo, los segmentos de gramos y cacao para chocolatería fina han caído 15%, debido a la baja demanda en Europa.
Asimismo, el sector ha tenido que enfrentar precios internacionales más bajos. En 2020, el promedio por tonelada fue de $2.100; pero este 2021 se espera una recuperación a $2.400.
Miranda aseguró que las expectativas son buena,s porque se están reactivando los mercados europeos y continúa el dinamismo del norteamericano.
“Para este año prevemos un total de 380.000 toneladas en exportaciones, es decir, 35.000 más que en 2020”, dijo.
Problemas estructurales pendientes
El presidente de la Anecacao puntualizó que, a pesar de ser el cuatro rubro de exportación del país, persisten problemas sin resolver en el sector:
Hay poco o nulo control de una creciente informalidad, desde donde se exporta sin los estándares mínimos.
Ningún Gobierno ha depurado los enredos tributarios que deben enfrentar los productores.
Tampoco se ha establecido una estrategia comercial de diferenciación del cacao ecuatoriano como producto sostenible.
Se necesitan controles del sector de intermediación, que compra barato a los agricultores y vende caro a las industrias. “Se está dejando poca ganancias a los más pequeños. En Guayaquil, por ejemplo, se paga hasta $105 por un quintal; pero en zonas rurales alejadas se llega a $4 o $5”, acotó.