La cadena de suministro de la banana en Europa, con unas ventas que alcanzaron aproximadamente los 5,5 millones de toneladas en 2022, el 75% de las cuales proceden de América Latina, pone de relieve que Europa es el mayor importador mundial de bananas. La cadena de suministro es compleja y requiere una gran cantidad de recursos y energía, especialmente en la fase de maduración. Para reducir el impacto medioambiental, Ctm Agrofair –empresa conjunta de dos organizaciones europeas de comercio justo, Altromercato y la holandesa Agrofair Europe– ha adoptado un sistema de almacenamiento y maduración de la banana con cámaras frigoríficas alimentadas por fuentes renovables.
“Altromercato, la principal organización de comercio justo de Italia, construye cadenas de suministro éticas y sostenibles desde el punto de vista medioambiental, social y económico. Agrofair Europe compra directamente a sus productores, garantiza precios justos y volúmenes constantes durante todo el año, se ocupa de la asistencia técnica a los productores, el desarrollo y el control de calidad, así como de la logística de importación”, afirma Heini Grandi (en la foto aparte), director de Ctm Agrofair.
Además de bananas, la empresa conjunta distribuye productos tropicales, como el bananito, y productos de la agricultura italiana de comercio justo, como cítricos y uvas de mesa. En este caso, Grandi subraya: “En Italia es una novedad. La difusión de estos productos está aún muy limitada a las tiendas de comercio justo y a los comercios especializados. Incluso algunas cadenas de la gran distribución organizada están proponiendo estos productos éticos”.
“El mercado de la banana de comercio justo en Italia cuenta con unas 23.500 toneladas vendidas, entre productos ecológicos y convencionales. Hasta la pandemia era un mercado en rápido crecimiento, luego se estancó, siguiendo la tendencia a la baja de los productos ecológicos. Incluso en el caso de las bananas de comercio justo, el precio ha dictado aún más la elección del consumidor”, explica Grandi. “Sin embargo, la pandemia nos ha afectado tanto como a los países productores. Las presiones inflacionistas han sido considerables: solo el cartón con el que se envasan las bananas ha experimentado subidas de precio del 60-70%; los fertilizantes se han encarecido un 50-70%. Nuestros productores de Ecuador y Perú informan de que muchos en sus respectivos países no han podido hacer frente a estos gastos y, por ejemplo, han tenido que reducir el uso de fertilizantes, lo que ha provocado una caída del volumen y la calidad. A la ‘tormenta perfecta’ se sumaron la devaluación del euro frente al dólar y el aumento del coste del gasóleo, que ha afectado mucho al transporte, y de la electricidad”.
“Ahora la curva descendente se ha detenido y es necesario que el consumo se recupere. Pero para hablar realmente de sostenibilidad social, medioambiental y económica hay que partir de una remuneración más justa del producto y prestar atención a su calidad. Nuestros clientes están dispuestos a pagar un poco más, pero quieren conocer el origen del producto, y exigen que la mercancía sea segura, buena en términos organolépticos y ética y respetuosa con el medio ambiente”. En el ejercicio 2022/23, Ctm Agrofair facturó 23,5 millones de euros, un 6% más que el año anterior.
Cámaras frigoríficas alimentadas por fuentes renovables
Ante los elevados costes energéticos, Ctm Agrofair ha adoptado estrategias responsables y respetuosas con el medio ambiente para gestionar la maduración de la banana. En concreto, en Albenga, Liguria, en diciembre de 2023, el socio Fitimex-Agral reprogramó el proceso de maduración recurriendo a energías renovables. “Con la subida vertiginosa de los costes de la electricidad a la que nos hemos visto sometidos en los últimos años, era una inversión lógica y necesaria, porque la maduración de la banana tiene un alto consumo energético”, comenta Grandi.
Para aumentar la eficiencia energética y reducir el impacto medioambiental, Fitimex-Agral instaló 3.617 paneles fotovoltaicos en el tejado del almacén, que cubren aproximadamente 11.000 metros cuadrados. Estos paneles proporcionan una parte significativa de la energía necesaria para almacenar las bananas, permitiendo al almacén tomar electricidad de la red solo por la noche. El objetivo es cubrir el 60% de las necesidades energéticas, reduciendo así las emisiones de CO? y el uso de combustibles fósiles, demostrando el compromiso con un futuro más justo, solidario y sostenible. “Es un proyecto que razonamos con la empresa, mediante el diálogo, evaluando a quién confiar la construcción de la planta. También estábamos dispuestos a apoyar económicamente a nuestro socio, que, sin embargo, ha gestionarlo todo de manera autónoma”.
El cultivo de banana dura unos 10 meses. Las bananas destinadas a la exportación se cosechan cuando aún están verdes. El cultivo, la cosecha y el primer manipulado de las bananas tienen lugar en los países productores (principalmente Ecuador y Perú) y luego se transportan en barco a Italia. Durante el transporte, la temperatura se mantiene por debajo de 13 °C para ralentizar la maduración. Una vez en Italia, las bananas se trasladan a cámaras frigoríficas donde, gracias a las condiciones controladas de temperatura y humedad, el 80% de los almidones se transforman en azúcares en unos cinco días, y así alcanzan el grado de maduración deseado. La gestión cuidadosa de los parámetros de las cámaras es esencial, tanto para las características organolépticas de la fruta como para la seguridad alimentaria. El etileno, un gas natural producido por la fruta, es la estrella del proceso de maduración, que se acelera mediante la adición de más etileno y el aumento gradual de la temperatura hasta los 18 °C. Este proceso confiere a las bananas su característico color amarillo con puntas verdes, pulpa blanda y sabor dulce, dejándolos listos para su envasado.
Reciclaje de plástico en las plantaciones
En el cultivo de las bananas se utilizan bolsas de plástico para proteger la fruta de las plagas, los insectos, los pájaros, la contaminación y las inclemencias del tiempo. Estas bolsas están impregnadas de insecticidas, a veces naturales, como en el caso de las bananas ecológicas, otras veces químicos, utilizados en el cultivo convencional. Las bolsas de plástico ayudan a que los racimos de bananas crezcan de forma segura y se retiran una vez que la fruta está lista para la cosecha. Sin embargo, en el momento de la recolección, a menos que exista un sistema ordenado para recoger las bolsas usadas, estas pueden acabar contaminando el suelo.
“En las plantaciones convencionales, de hecho, el plástico suele verterse en la tierra junto a los cultivos o en las carreteras, lo cual provoca un daño previsible al medio ambiente y a las comunidades locales, sobre todo si las bolsas están impregnadas de productos químicos”, explica Grandi, “por eso se ha construido una gran planta de reciclaje para reciclar el plástico utilizado en las plantaciones de bananas, que lo convierte en piezas angulares para los envíos de palés”. En febrero de 2022 se inauguró el primer envío de bananas ecológicas Altromercato en palés con cantoneras de plástico reciclado.
Otras iniciativas y desafíos para el futuro
“Hablando de fertilizantes, siempre que es posible tratamos de optar por la producción orgánica, de lo contrario tratamos de reducir el uso de productos químicos. A través de Agrofair South, también intentamos apoyar a los productores en aspectos técnicos para mejorar la gestión del agua, reducir los insumos químicos y aplicar buenas prácticas agrícolas. En Ecuador se ha puesto en marcha un proyecto para el uso de fertilizantes orgánicos”, explica Grandi
“Un reto actual y futuro es el cambio climático. Los fenómenos meteorológicos extremos se están convirtiendo en la norma: fuertes tormentas o grandes sequías. Una de las iniciativas en marcha con los productores de bananas es ayudarles con datos sobre lecturas climáticas históricas, para intentar optimizar las prácticas agrícolas. Otro tema candente es la enfermedad fúngica R4T, conocida como mal de Panamá, que ataca a la variedad Cavendish y ya es una realidad en Centroamérica. Se está investigando mucho sobre variedades resistentes, pero es necesario encontrar la adecuada que, además, se pueda comercializar”, concluye Grandi.