Si bien los precios actuales y el déficit de producción mundial de cacao han beneficiado a los productores colombianos, la inflación y los impuestos saludables están golpeando el bolsillo de los consumidores.
El año pasado fue dulce para los cacaoteros colombianos, pero no tanto para los amantes del chocolate: el precio del cacao se disparó a niveles alarmantes, impulsado por un cóctel de factores climáticos, déficit en la producción en África Occidental y una creciente demanda mundial.
Y es que en 2024 el cacao se convirtió en la materia prima con mejor rendimiento, registrando un aumento del 180% en su valor, y pasando de costar en el mercado $4.200 por tonelada a alcanzar un máximo histórico de más de $12.900. Un crecimiento que superó incluso el del bitcoin, que terminó con una subida de 140%.
Si bien esta situación de precios y escasez mundial de cacao ha beneficiado a algunos productores latinoamericanos, entre ellos los colombianos, también ha significado un golpe al bolsillo para aquellos a los que no les puede faltar una buena taza de chocolate en la mañana o un dulce en la tarde.
El chocolate, ¿ya no tan espeso?
Ana Margarita Villegas, fundadora de Color Cacao, empresa antioqueña productora de chocolates, comentó que para ellos ha sido un “desafío gigante” el aumento del precio del cacao, algo que los ha puesto en una posición retadora, ya que no pueden transferirle automáticamente esto al consumidor.
“El precio nos ha aumentado alrededor de un 350% (…) Colombia tiene un desafío muy grande y es que nosotros consumimos mucho el chocolate de mesa, que tiene un contenido de cacao muy alto. Este producto se ha encarecido muchísimo para el consumidor”, contó Villegas.
En cuanto a los productos elaborados a base de cacao, como las chocolatinas, algunos fabricantes han optado por reducir el tamaño de estos para mantener los precios. Villejas anotó que también les está tocando buscar otras soluciones como fórmulas o mezclas con azúcar o leche en polvo. Sin embargo, agregó que esto atenta contra la tendencia de defender los contenidos altos de cacao, que hacen que el producto sea saludable.
De hecho, algunos expertos se atreven a afirmar que la inflación mundial que padece actualmente el chocolate es la peor de los últimos 40 años.
En Colombia, por ejemplo, los precios del chocolate y los productos a base de este terminaron el año pasado con un incremento del 61,58%, según datos del Departamento Administrativo de Estadística (Dane). Mientras tanto, el valor de las chocolatinas y dulces se disparó 49,26%.
Óscar Ramírez, director de Transferencia Tecnológica de Fedecacao, comentó en entrevista pasada con este diario que la Compañía Nacional de Chocolates compra cerca del 52% de la producción nacional, mientras empresas como Lúker adquiere aproximadamente el 35%.
A dichas compañías, entonces, les está tocando pagar mucho más por el cacao. Ramírez anotó que mientras compraban la tonelada de la materia prima a $9.182 en 2022, el promedio del 2023 fue de $12.536, y a principios de 2024 llegó hasta los $34.000.
Cambio climático y producción
La crisis del cacao se ha intensificado por un problema transversal que afecta a la sociedad en general: el cambio climático.
En 2024, que fue el año más caluroso jamás registrado, los principales países productores, que están en África Occidental, tuvieron rendimientos más bajos debido a la vejez de los cacaotales, las enfermedades que azotaron las cosechas —como el virus de la ‘vaina negra’ y los ‘brotes hinchados de cacao’—, y el mal tiempo, lo que impactó la disponibilidad a nivel global.
Esto último, puesto que el 75% del cacao que se vende en el mundo procede de África, concretamente de Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camerún. En América Latina, los principales productores son Ecuador, Brasil y Perú. Colombia, por su parte, está en el puesto 10 a nivel global, y el quinto de Latinoamérica. En cuanto a los consumidores, Europa y América del Norte demandan el 75% del chocolate que ofertan estos países.
“En 2024 el clima afectó bastante a los cultivos en África, pero lo más grave fueron las enfermedades o virosis que afectaron a Ghana y Costa de Marfil. Eso significó menos producción y llevó a que los precios se dispararan a niveles nunca antes vistos: estábamos manejando, en promedio, valores de 2.200 la tonelada y se llegó hasta los 12.000. Un salto muy grande, que representó una oportunidad para los otros países productores”, explicó Eduard Baquero, presidente de Fedecacao.
De acuerdo con la Organización Internacional del Cacao (ICCO), para la temporada 2023/2024 el déficit de producción ascendió a 374.000 toneladas de cacao; esto representa una disminución del 11%, lo que no se había visto en más de 50 años.
Otro factor, no menos importante, que aseveró la crisis del sector fueron los problemas sociales, como las malas condiciones laborales, la falta de certificaciones y la necesidad de prácticas agrícolas más sostenibles.
En el caso de Colombia, Baquero sostuvo que la producción de cacao en el país viene creciendo de manera significativa: “En 2023 estuvimos por el orden de las 59.000 toneladas, y esperamos terminar el 2024 con unas 73.000 toneladas. Aunque estimamos que se nos fueron unas 6.000 toneladas de cacao de contrabando hacia Ecuador. Con esas cuentas, se puede decir que el año pasado lo cerramos con la producción más alta desde que tenemos registro”.
También enfatizó que el país debe mejorar su productividad. “Ahora mucha gente quiere sembrar cacao, pero este es un cultivo de tardío rendimiento, que desde que se siembra hasta que inicia producción, pueden pasar entre dos y tres años en promedio. Y hasta cinco años para que se estabilice. Por eso, lo que advertimos es que ‘el que siembra por precio, tumba por precio”, puntualizó el líder gremial.
Impuestos saludables pesan
Para la Cámara de la Industria de Alimentos de la Andi, el aumento en el precio del chocolate también se debe a la entrada en vigencia de los impuestos saludables, que comenzaron a funcionar en noviembre de 2023, y cuya carga impositiva arrancó este 2025 con un alza de 20%.
“Este incremento impositivo, sumado al alza en el costo de la materia prima, podría intensificar el impacto sobre los precios al consumidor, afectando potencialmente el consumo y la demanda de productos derivados del cacao”, anotó la Cámara de Alimentos.
Sobre esto, Villegas reconoció que los chocolateros colombianos ya se están viendo bastante afectados.
“Estamos promoviendo el cacao en Colombia como un sustituto de los cultivos ilícitos e impulsando una cultura del cacao, pero sentimos que la reglamentación de los alimentos saludables lo clasificó muy mal y terminó siendo penalizado. Hoy una persona que se compra una barra de chocolate está pagando 19% de IVA más 20% de impuesto saludable. Entonces, el precio del cacao está muy alto y si se suma lo anterior, es un 39% de impuestos que tiene que pagar el consumidor final. Un panorama muy complejo”, dijo.
Mayor provecho exportador
El cacao colombiano se destaca por ser fino y de aroma. Una de sus características son sus notas exclusivas que, según los expertos en la materia, pueden tener más de 400 precursores de aroma y sabor.
Y aunque el país aún está lejos de ser un gran productor, tendría todo el potencial para sacarle jugo al mercado de exportación en grano y semiprocesados, y seguirle los pasos a Ecuador. Para el grupo de investigaciones económicas de Bancolombia, buena parte del crecimiento de este subsector del agro ha sido para reemplazar las importaciones; sin embargo, consideran que, para seguir expandiendo el cultivo, se necesitará del mercado internacional.
“El potencial es significativo dado que en Colombia se reportan más de 4 millones de hectáreas de aptitud alta para este cultivo. Tenemos una cultura cafetera que es un negocio con muchas similitudes al del cacao, y hemos sido premiados en concursos internacionales de la talla del salón del chocolate de París”, resaltaron los analistas.
Añadieron que, para hacer realidad este potencial, el país necesita trabajar en varios aspectos que van desde el manejo del cadmio (metal que contamina los granos); la investigación de nuevas variedades; la sostenibilidad para garantizar, por ejemplo, la entrada al mercado europeo; y la construcción de una marca país aprovechando las diferencias entre las regiones productoras (orígenes).
También destacaron la necesidad de proveeduría de bienes públicos, como mejores vías terciarias, para que los agricultores puedan competir; así como hacer atractiva la llegada de inversionistas internacionales.
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