En el último medio siglo, la medicina ha evolucionado de manera significativa, pero muchos de los problemas crónicos actuales siguen siendo difíciles de abordar con las herramientas convencionales, es lo que he observado luego de 45 años de experiencia. En este contexto, me di cuenta que surge la necesidad de redescubrir enfoques fundamentales sobre la nutrición y el bienestar físico. Si bien los avances médicos y los tratamientos alternativos, como el ozono, en el cual trabajo, han ayudado a muchos pacientes, uno de los elementos más básicos y esenciales para mantener una salud óptima es la alimentación.
Uno de los temas más controversiales hoy en día es la dieta basada en carnes rojas, particularmente la carne de res. Durante años, las campañas en torno a los riesgos del consumo de carne han dominado el debate público, señalando problemas como el colesterol y las enfermedades cardíacas. Sin embargo, los estudios más recientes y la experiencia práctica sugieren que esta visión es incompleta. La carne roja, y específicamente la carne de res, es una de las fuentes más ricas en nutrientes esenciales que el cuerpo humano necesita, especialmente en lo que respecta a la vitamina B12 y el colesterol, ambos fundamentales para el funcionamiento óptimo del cuerpo.
La vitamina B12, clave en la prevención de la anemia y el funcionamiento adecuado del sistema nervioso, se encuentra en niveles mucho más accesibles y eficaces en las carnes rojas que en cualquier otro grupo de alimentos, incluidos los vegetales. Si bien las fuentes vegetales pueden contener B12, los estudios han demostrado que la capacidad de absorción en el tracto digestivo humano es limitada y, en muchos casos, ineficaz. Además, la carne roja proporciona un tipo de colesterol esencial para la producción de hormonas, sin el cual el cuerpo no podría funcionar correctamente.
A lo largo de los años, he trabajado con pacientes que, a pesar de llevar dietas vegetarianas o veganas, presentaban deficiencias nutricionales significativas. Estos pacientes, muchas veces, carecían de las reservas adecuadas para enfrentar enfermedades crónicas, como infecciones graves o problemas degenerativos. El consumo de carne de res, en cantidades adecuadas, no solo ayuda a restaurar estas reservas, sino que también facilita el funcionamiento adecuado del sistema digestivo, algo vital para el bienestar general.
Contrario a lo que a menudo se cree, el colesterol no es el enemigo en la dieta humana. El cuerpo necesita colesterol para producir hormonas, así como para la reparación de tejidos y la función cerebral. Reducirlo artificialmente puede desajustar el equilibrio hormonal, lo que afecta desde el metabolismo hasta las funciones cerebrales. Es crucial entender que la carne de res no solo es rica en proteínas de alta calidad, sino también en nutrientes que permiten que el cuerpo funcione en su totalidad.
El hecho de que nuestras herramientas digestivas sean inadecuadas para procesar solo plantas refuerza la necesidad de una dieta balanceada que incluya proteínas animales. Mientras que animales como las vacas tienen sistemas digestivos adaptados para procesar vegetales, los humanos necesitamos un enfoque diferente para asegurar que nuestro cuerpo reciba todos los nutrientes esenciales. Si bien es posible obtener proteínas de fuentes vegetales, las carnes rojas ofrecen una forma más eficiente y accesible para muchos, sin la necesidad de complejos procesos digestivos.
En resumen, el consumo de carne de res es una parte vital de una dieta equilibrada que promueve la salud a largo plazo. Al incorporarla de manera responsable y consciente, se pueden evitar muchas de las deficiencias nutricionales que afectan a quienes siguen dietas restrictivas. Es hora de repensar lo que entendemos por nutrición y reconocer que la carne de res, lejos de ser un enemigo, puede ser un aliado crucial para un cuerpo saludable y una vida plena.
DR ALBERTO AHRENS