Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, en 2024 la producción global de textiles fue de 109 millones de toneladas, y se proyecta que en 2030 llegue a los 145 millones, un dato importante si se tiene en cuenta que alrededor 1 millón de toneladas termina en la basura cada año. El problema radica en que las fibras sintéticas empleadas en la confección tardan décadas en degradarse. Una posible solución está en los residuos de piña y plátano, con los que una científica creó fibras naturales que parecen cabellos y que a futuro reducirían la contaminación textil en el planeta.
El término biodegradable proviene del griego y se refiere a un material que se descompone con la naturaleza, es decir que cuando entra en contacto con el suelo, el aire o el agua se va rompiendo en pequeños trozos, y las bacterias, hongos o insectos del ambiente empiezan a colonizarlo y aprovecharse de sus moléculas hasta convertirlas en dióxido de carbono, metano, o sales minerales, que se vuelven a integrar al ciclo de la vida.
Aunque este proceso natural ocurre con cualquier organismo, con el auge de los plásticos en la década de 1960 todo cambió, pues este material está hecho de derivados de petróleo (polímeros sintéticos) y sus moléculas son muy resistentes y duraderas a la acción de microorganismos, por lo que estos diminutos seres no tienen la fuerza necesaria para descomponerlos.
Según la Agencia Europea de Medioambiente, en el mundo más del 60 % de los productos textiles están hechos de plástico. Recordemos el desierto de Atacama (Chile), en donde se desechan millones de toneladas de ropa de todas las marcas provenientes de Europa, América y Asia.
Pero para un problema siempre hay una solución, y esto lo sabe la investigadora Tatiana Franco Gómez, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, quien se preguntó si los residuos de piña y plátano ayudarían a solucionar en algo el problema de la ropa “desechable” pero difícil de descomponer.
Así, en su estudio ella quiso modificar un material llamado polietilenglicol, un polímero semejante al plástico cuyas fibras se tratan en el laboratorio con ácidos y gases altamente corrosivos, que a largo plazo generan residuos peligrosos para la salud humana y el medioambiente, ya que son difíciles de tratar y neutralizar.
Para ello tomó 300 g de fibras de piña y plátano –proporcionadas por el Laboratorio de Análisis Químico y Bromatológico de la UNAL Sede Medellín– y se propuso ponerlos como “armadura” del polietilenglicol para crear un material más natural y biodegradable que cuando se deseche pueda continuar su ciclo natural y no contamine, pues después del tiempo y el calor la ropa emite gases tóxicos hacia la atmósfera.
¡Liso perfecto!
“Primero traté las fibras para que, como ocurre con el cabello en los comerciales de champú, pasarán de tener una textura rugosa y con ‘horquilla’, a un liso firme y sólido”.
“Este proceso se realizó en una máquina similar a un reactor de laboratorio pequeño, en el que las fibras se ponen a interactuar con dos gases: argón y nitrógeno. Cuando las moléculas de gas chocan contra la superficie del material se genera plasma frío, un estado de la materia que se produce en los rayos durante una tormenta. Este proceso altera la estructura de las fibras mejorando sus propiedades”, explica la magíster.
Para determinar que estos cambios sí se produjeron usó microscopios especializados e instrumentos de espectroscopia infrarroja para observar la transformación en la textura y composición de las fibras, las cuales se recubrían en oro para que los equipos pudieran detectarlas.
¿Y qué siguió? Bueno, pues ya con las fibras de piña y plátano más sólidas, el siguiente paso fue combinarlas con el polietilenglicol, que ya se tenía en laboratorio, y que daría como resultado el “cabello” con el que a futuro se podría crear ropa biodegradable.
Este proceso se realizó mezclando en un recipiente las fibras y el compuesto químico, se agitaron y secaron durante algunas horas ante luz ultravioleta (365 nanómetros de longitud de onda). Luego de este proceso se obtuvo el material consolidado y con potencial para reemplazar el porcentaje de fibras sintéticas o plásticas en la industria textil.
Una característica fundamental evidenciada en el material fue la hidrofobicidad, que en palabras sencillas es la capacidad para repeler el agua, lo cual es relevante para la industria textil porque disminuye la humedad en los productos prolongando la vida útil; no obstante, como está hecho de fibras naturales, cuando se deseche se descompondrá en menos tiempo.
La investigación de la experta Franco, que contó con la dirección y el apoyo de los profesores Hugo Estupiñán Durán y Angelina Hormaza Anaguano, de la Facultad de Minas de la UNAL, es una muestra de cómo la ciencia se pone al servicio de problemas preocupantes para el medioambiente, y en este caso aporta tanto a la creación de ropa que dure más y contamine menos como al aprovechamiento de residuos sólidos, que la piña y el plátano dejan toneladas cada año.
https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/con-cabellos-de-pina-y-platano-se-fabricaria-ropa-biodegradable