Los productores de bananas de todo el mundo se enfrentan a retos cada vez mayores derivados del cambio climático, lo cual hace necesario contar con cultivos más resistentes. Sin embargo, como las bananas no producen semillas, no pueden utilizarse métodos convencionales de fitomejoramiento para mejorar su genética. Por ello, un equipo de investigadores de la Universidad Católica de Lovaina ha desarrollado una nueva técnica de edición genética que modifica el ADN de la banana sin añadir material extraño, cumpliendo así las estrictas normas de la legislación europea.
La banana es el cultivo frutal más importante del mundo y un alimento básico para más de 400 millones de personas en el Sur Global. Como se propaga mediante esquejes o “chupones”, todas las plantas de una plantación son genéticamente idénticas. Si bien esto garantiza la uniformidad en el aspecto y el sabor, también hace que los cultivos sean más vulnerables a las enfermedades y a las condiciones meteorológicas extremas. El cambio climático amplifica estos riesgos.
Según el profesor Hervé Vanderschuren, experto en biotecnología de cultivos de la Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven), los métodos tradicionales de mejora utilizados en animales y plantas de semilla —como la selección de mutaciones genéticas beneficiosas— no se aplican a las bananas. “Necesitamos desarrollar formas nuevas e innovadoras de proteger los cultivos de banana contra los retos de hoy y de mañana”, afirma.
Para responder a esta necesidad, el Laboratorio de Mejora de Cultivos Tropicales de la Universidad Católica de Lovaina creó un método basado en la tecnología de edición genética CRISPR. Esta técnica modifica una sola letra del código genético de la banana sin insertar ADN extraño. “La mutación podría haberse producido de forma natural”, explica Vanderschuren. Este método cumple el criterio principal de la normativa de la UE, que prohíbe la comercialización de organismos modificados genéticamente que contengan ADN extraño.
Aunque varios cultivos editados con CRISPR, como el maíz, la patata y el tomate, están a punto de comercializarse fuera de Europa, el Parlamento Europeo no votó a favor del uso de CRISPR para la mejora de cultivos hasta 2024. La decisión corresponde ahora al Consejo Europeo, que está estudiando si la tecnología puede utilizarse para cultivos alimentarios dentro de la UE.
El equipo de la Universidad Católica de Lovaina también está aprovechando su extensa colección de bananas —con más de 1.700 variedades— para identificar rasgos genéticos que podrían mejorar su resiliencia, como la resistencia a las enfermedades. “Compararemos sus códigos genéticos para identificar mutaciones que puedan proporcionar ciertos rasgos deseables”, indica Vanderschuren.
Este avance ofrece un método seguro, preciso y conforme a la normativa para mejorar la sostenibilidad del cultivo del banana, al tiempo que puede sentar un precedente para otros cultivos tropicales estériles como la yuca y la patata.
Crédito de la foto: KU Leuven, Michael De Lausnay
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