viernes, 16 mayo 2025.
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“Corazón” del aguacate reemplazaría el plástico

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La semilla del aguacate Hass, comúnmente desechada en cocinas y restaurantes, tendría una segunda vida y se convertiría en una alternativa al plástico. Un experto en Física descubrió que es posible transformarla en películas delgadas para recubrir alimentos sin los efectos contaminantes del plástico convencional, que se hace con derivados del petróleo y cuya degradación toma siglos.

Cada año se producen en el mundo más de 4,5 millones de toneladas de aguacate, de las cuales Colombia, como uno de los mayores exportadores, aporta unas 600.000, con Tolima, Antioquia, Caldas, Santander, Bolívar y Quindío como los departamentos con mayores áreas sembradas según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Esto implica que cada año se desechan miles de toneladas de semillas, que representan entre el 16? y 20 % del fruto.

A partir de esta situación problemática, Duván Camilo Fuquen Espinel, magíster en Física de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, se planteó un reto: ¿será posible convertir una semilla de aguacate en un material similar al plástico, pero no contaminante? Tras meses de trabajo en el laboratorio la respuesta fue afirmativa, y no solo eso: se podía lograr con procesos asequibles, combinando física, química y creatividad científica.

La pepa del asunto está en el almidón, un carbohidrato natural presente en alimentos como la papa, el maíz y el plátano, lo mismo que en la semilla del aguacate. Las plantas lo utilizan para almacenar energía y además es biodegradable, es decir que se descompone en la naturaleza sin dejar residuos tóxicos.

Aunque en el mundo ya existen bioplásticos a base de almidón, esta investigación fue un paso más allá. En vez de usarlo directamente, el investigador Fuquen lo redujo a una escala tan pequeña que solo se puede observar con microscopios especializados, lo que se conoce como escala nanométrica: partículas miles de veces más pequeñas que un cabello humano, llamadas nanopartículas de almidón, trabajo que adelantó con el apoyo de la profesora Posidia Pineda Gómez, del Departamento de Física y Química de la UNAL Sede Manizales.

¿Cómo se logran esas nanopartículas?

Primero, alrededor de 10 kilos de semillas recolectadas en un restaurante de comida mexicana de Manizales se lavaron y molieron hasta formar una especie de harina blanca. Luego se mezclaron con ácido sulfúrico diluido para “romper” las estructuras grandes del almidón. Este paso, conocido como hidrólisis ácida, actúa como una tijera microscópica que fragmenta el almidón en partículas diminutas.

“Después, para que estas partículas queden aún más pequeñas y uniformes se les aplica ultrasonido, es decir vibraciones muy intensas –como las usadas en la limpieza dental–, pero aplicadas al agua. Estas agitan tanto las partículas, que terminan de separarlas logrando las nanopartículas buscadas”, explica.

Una vez obtenidas se mezclan con otros ingredientes naturales para fabricar láminas delgadas y flexibles, llamadas biopelículas, similares al plástico que se usa para envolver alimentos, pero con una gran ventaja: se degradan en pocos días y no contaminan.

Además de las nanopartículas de almidón, el investigador utilizó: almidón nativo, es decir extraído del aguacate, pero sin transformarlo; glicerol, sustancia espesa y dulce que se usa para que la película no se quiebre, actuando como suavizante o plastificante; y xiloglucano, un tipo de azúcar natural que se extrae de la pepa del tamarindo y que ayuda a que la película sea más resistente y elástica.

Con esta mezcla se prepararon las biopelículas, que luego se secaron durante algunas horas antes de analizarlas en el laboratorio mediante microscopía electrónica de barrido y rayos X. Estas técnicas permitieron observar en detalle las propiedades del material. “Los resultados fueron sorprendentes: al añadir solo un 1 % de nanopartículas, la resistencia al estiramiento se duplicó en comparación con las películas hechas solo con almidón convencional”, explica el investigador Fuquen.

Las películas con un 8 % de xiloglucano resultaron más flexibles, capaces de doblarse o estirarse sin romperse. Además se comprobó que se pueden degradar en menos de 15 días al enterrarlas en tierra húmeda, a diferencia de los plásticos convencionales que pueden tardar siglos en descomponerse.

Otro detalle interesante fue el color: las biopelículas no quedan blancas ni transparentes, sino de un tono naranja claro, resultado de los carotenoides, pigmentos naturales del aguacate también presentes en la zanahoria y el mango. Además de aportar estética, estos compuestos tienen propiedades antioxidantes que ayudarían a conservar mejor los alimentos.

También se evaluó si las biopelículas actuarían como barrera contra la humedad, un factor clave en los empaques. Los resultados confirmaron que aquellas con nanopartículas eran menos permeables al vapor de agua, lo que permite conservar mejor los productos frescos.

Por último se comprobó que las láminas no se quiebran fácilmente, una propiedad esencial si se busca reemplazar el plástico en aplicaciones reales como envolver frutas, empacar cereales o proteger productos de corta duración.

Estos hallazgos le dan una nueva vida a la semilla del aguacate Hass, transformando un residuo común en una posible solución frente a uno de los mayores problemas ambientales actuales: la contaminación por plásticos. Este desafío incluye la presencia de microplásticos, diminutas partículas que se desprenden de productos como las láminas para envolver alimentos y cuyas implicaciones en la salud humana se siguen estudiando en todo el mundo.

https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/corazon-del-aguacate-reemplazaria-el-plastico

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