La producción de piña en Costa Rica, que abarca alrededor de 50.000 hectáreas. y la Cámara de Piñeros Unidos (que representa alrededor del 35% en exportación) actualmente atraviesan un escenario de baja oferta debido a fenómenos meteorológicos extremos. “Esta escasez ha generado un incremento notable en los precios en mercados como Europa y EE. UU., donde una caja de piña ha alcanzado los 18 a 20 euros, niveles que no se veían desde hace más de una década”, comparten el Ing. Wilberth Gómez, presidente de la Cámara de Piñeros Unidos; el Ing. Greivin Delgado, director ejecutivo, y Gina Vargas, asistente administrativa.
La producción se mantiene durante todo el año, pero se reconocen tres momentos clave según la demanda y el tiempo: la temporada alta (semanas 44 a 20), el periodo de mayor producción natural y el postnatural, que coincide con baja oferta, igual que el año anterior. Las condiciones meteorológicas marcadas por la transición de El Niño a La Niña han impactado en algún momento directamente en la calidad, tamaños y volumen de fruta disponible tanto para exportación como para la industria local.
Estados Unidos, con alrededor de un 54%, y Europa, con un 40%, se reparten las exportaciones de piña costarricense. “Sin embargo, EE. UU. ha estado pagando entre uno y dos dólares más por caja, lo que, sumado al reciente anuncio de posibles aranceles (ya aplicándose el 10%), genera incertidumbre”. Según Gómez, más que el impuesto en sí, preocupa cómo puede afectar el bolsillo del consumidor final y su capacidad de compra.
“Además de sus mercados tradicionales en Europa y Estados Unidos, la piña costarricense ha comenzado a abrirse paso en nuevos destinos como Asia —incluyendo Japón—, Medio Oriente, Europa del Este y mercados especializados que demandan envíos aéreos de fruta con alto nivel de maduración y aroma tropical. Este crecimiento ha sido impulsado también por la diversificación de formatos, como piña deshidratada, congelada, en jugos, licores y mermeladas, lo que ha permitido acceder a nichos con mayor valor agregado y adaptarse a las exigencias de nuevos perfiles de consumidores. También, hay una tendencia creciente hacia la producción agroecológica con reducción de productos químicos, uso de bioproductos y prácticas de conservación ambiental”, explican.
En cuanto a los retos estructurales, destacan el tipo de cambio desfavorable, el alto costo de insumos, la necesidad de inversión tecnológica y la presión por cumplir estándares sociales y ambientales de alta exigencia. La piña costarricense es hoy uno de los cultivos más certificados del país, lo que representa un esfuerzo económico adicional para los productores.
“En el campo, se ha incrementado el uso de bioinsumos y microorganismos para reducir la aplicación de productos químicos, apoyados en algunos casos por laboratorios desarrollados por los propios productores. La introducción gradual de tecnologías, procesos de mecanización y automatización responde tanto a la necesidad de mayor eficiencia como a la limitada disponibilidad de mano de obra. Además, se han realizado ajustes en empaque y postcosecha para mejorar la conservación del producto durante el transporte, especialmente hacia destinos lejanos. Estas medidas buscan adaptarse a las exigencias actuales de los mercados, donde se priorizan productos con buen sabor, condiciones sanitarias adecuadas y menor impacto ambiental”, detallan.
Finalmente, la Cámara de Piñeros Unidos reafirma su compromiso con la sostenibilidad y la competitividad. “El objetivo es asegurar que, en 100 años, Costa Rica siga siendo líder mundial en piña, con un producto de calidad, producido responsablemente y adaptado a las nuevas exigencias del consumidor global”, concluyen.
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