La pitahaya panameña —también conocida como dragon fruit— está lista para cruzar el Atlántico. Por primera vez, productores de este exótico fruto en Panamá están intentando abrir el mercado europeo con un envío piloto desde la empresa Jardines Urbanos, miembro de la Asociación Panameña de Productores de Pitahaya (Approp).
Aunque la producción de pitahaya en el país es relativamente reciente —con apenas cuatro años de desarrollo comercial—, el cultivo ha crecido rápidamente. Hasta ahora, toda la fruta se ha vendido en el mercado nacional, sin necesidad de exportar. Pero la situación ha cambiado: “Ya hay productores que tienen hasta 20 toneladas disponibles para enviar, y buscamos cerrar el primer negocio con un comprador en España”, comenta Virgilio Milord, el presidente de la asociación.
Europa es el destino elegido por su menor complejidad logística en comparación con Estados Unidos. El objetivo es claro: realizar un primer envío de prueba para evaluar la recepción del producto y abrir camino a futuras exportaciones. “Queremos entender cómo funciona el proceso de exportación y dar respuestas a nuestros productores. Este primer envío será clave para generar confianza”, añade Milord.
¿Qué diferencia a la pitahaya panameña? La clave está en el sabor, según explican desde la asociación. “Así como el café geisha de Panamá es reconocido mundialmente por su calidad, nuestras frutas también destacan por el microclima único que ofrece el país, gracias a su ubicación entre dos océanos y la calidad de su suelo. Todo esto influye en el dulzor y la textura de la fruta”, afirma.
Según Milord “actualmente, los productores panameños han identificado más de 35 variedades adaptadas al clima local, pero se enfocan en tres principales: la de piel roja y pulpa blanca (la más reconocida internacionalmente), y dos variedades de pulpa roja: Taiwan Red y Costarricensis, conocidas por su sabor intenso y alta productividad por hectárea”.
Si bien reconocen que la pitahaya roja de países como Ecuador y Colombia tiene una calidad sobresaliente, desde Panamá apuestan por ofrecer una alternativa con perfil propio. “No buscamos competir, sino complementar el mercado. Nuestra fruta tiene un sabor distinto que los compradores deben descubrir por sí mismos”, asegura.
Este primer intento de exportación representa un paso comercial importante. Si el test europeo resulta exitoso, se abrirá la puerta para que otros productores panameños se sumen a la exportación.
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