sábado, 7 junio 2025.
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BRASIL: investigación identifica hongos del suelo que eliminan el 100% del moho blanco, que afecta a la soja, frijol y algodó

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Científicos brasileños han identificado especies de hongos del género Trichoderma capaces de eliminar completamente la esclerotia (estructuras de resistencia) de Sclerotinia sclerotiorum, hongo causando la enfermedad que daña cultivos estratégicos como soja, frijol y algodón. Los resultados, obtenidos en el laboratorio, indican un nuevo camino para el control biológico de la enfermedad, históricamente combatido con fungicidas químicos de alto costo y impacto ambiental.

El estudio fue realizado por la investigadora Laísy Bertanha, de la Universidad Estatal de Sao Paulo (Unesp), con la guía del investigador de Embrapa Wagner Bettiol. La investigación identificó cepas de Trichoderma yunnanense y dolotea de Trichoderma que inhiben hasta el 100% la germinación del patógeno. El desempeño sobresaliente fue de la trichoderma yunnanense, con una eficacia del 97,5% en la inhibición de la germinación, lo que demuestra su potencial de uso como biofungicida.

Alternativa al control químico

Los investigadores reportan que el moho blanco es una enfermedad difícil de controlar debido a la larga supervivencia de su esclerotia en el suelo. La lucha tradicionalmente depende del uso intensivo de fungicidas, que tienen un alto costo, riesgos ambientales y pueden inducir resistencia a los patógenos. La adopción de biocontrol con Trichoderma ofrece una solución más segura y sostenible.

Según Bertanha, el uso combinado de diferentes cepas de Trichoderma puede aumentar la eficacia del control biológico, reduciendo la presencia de enfermedades en el suelo. La investigación refuerza la importancia de aislar microorganismos en el mismo ambiente donde se aplicarán, maximizando su capacidad de suprimir patógenos.

Imagen: Divulgación (placas con esclerotia – estructura de supervivencia del hongo causante del moho blanco)

 

Biocontrol debe combinarse con otras prácticas

El estudio forma parte del crecimiento del mercado de biopesticides, impulsado por la demanda de prácticas agrícolas más sostenibles. Brasil ha ampliado el uso de la tricoderma en el manejo de enfermedades desde la década de 1980, pero persisten desafíos, como la producción a gran escala, la compatibilidad con las prácticas tradicionales y la formación de los agricultores, explica Bettiol.

En el manejo integrado de las enfermedades, el biocontrol debe combinarse con prácticas como la rotación de cultivos, que reduce la presencia del patógeno en el suelo. La rotación con hierbas, por ejemplo, es efectiva, ya que estas plantas no son la huésped del hongo Sclerotinia sclerotiorum, el agente causal del moho blanco. Además, la adición de materia orgánica en el suelo puede favorecer microorganismos beneficiosos, aumentando la resistencia natural de las áreas cultivadas.

Otra estrategia esencial en el control del moho blanco es el uso de semillas de alta calidad. Como la enfermedad es monocíclico, es decir, el inóculo inicial tiene un gran impacto en la gravedad de la epidemia, el uso de semillas sin patógenos y la desinitización de la maquinaria agrícola son medidas fundamentales para evitar la dispersión del hongo, comenta Bertanha.

También reduce la agresividad del moho blanco

Estos agentes biológicos interfieren con la síntesis de sustancias como el ácido oxálico, esencial para la virulencia del hongo, disminuyendo su capacidad para causar infecciones graves.

La selección de microorganismos eficaces es un proceso riguroso, que implica aislar cepas con alto potencial de control. Durante la investigación, Bertanha identificó nueve especies diferentes de Trichoderma en áreas de agricultura orgánica, y Trichoderma yunnanense y Trichoderma atrobrunneum destacó en la supresión del moho blanco.

Trichoderma yunnanense estaba aislada de suelos cultivados con frijoles de regadío, dice Bettiol. Destaca que la diversidad microbiana del suelo tiene una relación directa con su capacidad de suprimir patógenos, haciendo del biocontrol una herramienta valiosa en la búsqueda de sistemas agrícolas más equilibrados y resilientes. La investigación indica que el biocontrol también puede reducir la agresividad de este y otros patógenos.

La eficacia del biocontrol depende de la adopción de estrategias integradas, combinando prácticas biofungicidas, culturales y, cuando sea necesario, productos químicos. Este enfoque permite una gestión más eficiente de la moho-blanco, reduciendo los impactos ambientales y promoviendo una agricultura más sostenible, concluye Bettiol.

Liderazgo brasileño en bioentrar

El mercado mundial de bioinducciones agrícolas crece en promedio 14% al año. En Brasil, el ritmo es aún más intenso: solo entre 2021 y 2022, el sector creció un 67%, según Embrapa. Se estima que el país representa alrededor del 20% del consumo mundial de estos productos.

El país es el mayor mercado de biointenciones del mundo para el control biológico. La combinación de clima tropical, gran extensión agrícola y presión para soluciones sostenibles explica la vanguardia brasileña. El liderazgo de Brasil demuestra que es posible combinar la productividad con la baja innovación de impacto ambiental. Según Bettiol, Brasil necesita trabajar duro para mantener este importante liderazgo obtenido basado en mucha inversión en investigación básica de control biológico a lo largo de los años. Ahora tenemos que invertir aún más en investigación y desarrollo y también en la capacitación para que esta herramienta llegue también a los pequeños y medianos agricultores brasileños. Necesitamos urgentemente desarrollar biofungicidios para el control de la oxidad del café y la roya asiática de la soja. También necesitamos muchas investigaciones conjuntas con empresas para el desarrollo urgente de bioherbicidas.

Los grandes mercados agrícolas como Estados Unidos, Europa y China también amplían el uso de productos orgánicos, reduciendo la dependencia de los productos químicos. La urgencia climática y la demanda de alimentos más limpios impulsan este cambio.

El uso de bioinsufactos reduce los residuos químicos en el suelo y el agua, preserva la biodiversidad y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Económicamente, representa un menor costo a largo plazo y menor riesgo de resistencia a las plagas. Socialmente, estimula las cadenas locales de producción y uso de tecnologías adaptadas a la agricultura familiar.

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