Imagínate un lugar en el epicentro de una revolución mundial de algas. Apuesto a que el pequeño pueblo costero inglés de Paignton, en el sur de Devon, no es lo que te viene a la mente.

Por Mike Allen
Hace una década, me mudé de las afueras de Dartmoor a la costa. Se trataba de un simple cambio en la conciliación laboral y personal, pero lo que siguió fue aún más sorprendente.
Los niños tenían cuatro y siete años. Siempre intenté inspirarlos con mi investigación científica. Un día, al mudarme a Paignton y pasear por la playa de Broadsands, empecé a notar montones de algas .
Había dedicado toda mi carrera profesional a investigar las microalgas (plantas marinas microscópicas), pero sabía muy poco sobre sus parientes macroalgales más grandes, las algas marinas. Esto me pareció una oportunidad para divertirme y aprender juntos.
Así que compré una guía de algas, unas pegatinas y le encargué a la familia Allen la tarea de encontrar diez algas diferentes en nuestra playa local. Marcaríamos una página con una pegatina al encontrarla: la tabla de recompensas científicas definitiva. Unas semanas después, encontramos 30 y agotamos nuestra hoja de pegatinas.
Me asombró la diversidad que nunca antes había notado. Los colores, las texturas, las estructuras… era como si nunca hubiera visto algas con tanta atención. El científico profesional que llevo dentro se despertó.
Mis hijos y yo empezamos a llevar muestras a casa. Les construí un laboratorio en un cobertizo en la parte trasera de la casa. Las secamos y las pusimos en pequeños frascos de mermelada, parecidos a un especiero de algas. Me hizo pensar en cosas útiles o sostenibles que podría hacer con ellas.
Un día, publiqué una foto de estos frascos en Twitter con la etiqueta #SeaweedApothecary. Desencadenó algo que jamás podría haber predicho.
Las algas marinas tienen una asombrosa cantidad de usos . Se pueden utilizar para producir biocombustibles y fertilizantes, alimentos como pan de algas, láminas de nori para sushi y patatas fritas, cosméticos y pasta de dientes, productos farmacéuticos y suplementos alimenticios como el omega-3. También he estado incorporando algas marinas en mi investigación diaria en la Universidad de Exeter, intentando convertirlas en biocombustible.