Su rol de carroñero en la naturaleza es vital. Junto a otros buitres, el cóndor (Vultur gryphus) es el responsable de la limpieza natural mediante el consumo de la carroña de animales que mueren en el campo, eliminando restos orgánicos y evitando focos infecciosos en los ecosistemas.
A pesar de esta importante labor, esta ave emblema está al borde de la extinción. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, a nivel global, el cóndor andino se encuentra en la categoría de Casi Amenazada.
A nivel nacional, el Libro Rojo de las Aves del Ecuador lo ubica en Peligro Crítico, con un poco más de cien individuos en estado silvestre.
El Plan de acción para la conservación del cóndor andino en Ecuador, presentado a finales de diciembre pasado luego de cuatro años de investigación, señala que las principales amenazas que enfrenta en el país son provocadas por el hombre.
El estudio, cuya redacción fue iniciativa del Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), afirma que la pérdida del hábitat; la cacería ilegal; el envenenamiento de carroñas; la competencia por alimento con perros ferales y asilvestrados y la falta de alimento dentro de áreas protegidas y otras zonas naturales de administración pública, son las mayores afectaciones a los cóndores.
Sebastian Kohn, director de la Fundación Cóndor Andino Ecuador y que forma parte del grupo de expertos que ayudó en la estructuración del plan, asegura que se determinaron líneas de acción concretas.
“Investigación y monitoreo in situ (en estado silvestre) y restauración del hábitat; manejo ex situ (bajo cuidado humano en los centros que maneja el Grupo Cóndor) y refuerzo de población silvestre; sensibilización, divulgación, capacitación de la población local y la gestión y fortalecimiento institucional. Es parte de lo planteado para tratar de restablecer a la población de cóndores”, dice Kohn.
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El especialista afirma que el plan tiene un plazo de diez años para ser aplicado, ya que el cóndor es una especie muy longeva y su reproducción es lenta.
Además, agrega que se detectó otro problema: “Los cóndores de Ecuador se están volviendo viejos y hay muchos machos. Necesitamos cóndores de reemplazo (en centros de cría en cautiverio) para responder a una población extremadamente baja a futuro”.
Las técnicas de cría en cautiverio de cóndores son complejas y costosas y para aplicarlas se debe tener la seguridad de que las aves liberadas tengan garantías para sobrevivir en su hábitat natural, afirma Andrés Ortega, médico veterinario de Fundación Cóndor Ecuador y que también participó en la elaboración del plan.
“Debemos estar seguros de que las aves que se vayan a criar y liberar no serán envenenadas, asesinadas, cazadas. En Ecuador no tenemos aún el escenario idóneo para cría en cautiverio. Las personas necesitan ser educadas para crear un ambiente bueno. En la malla curricular se debe incluir la conservación del cóndor”, dice.
Uno de los casos que cita Ortega es la muerte del cóndor hembra Ami que se registró el pasado 12 de diciembre en el sector de las aguas termales de Aluchán, entre los cantones de Salcedo y Pujilí, en la provincia de Cotopaxi. El ave comió carroña mezclada con agrotóxicos, puesta por comuneros para matar a perros asilvestrados y ferales que atacan al ganado.
Ami formaba parte de un proyecto de monitoreo y conservación y es el primer caso en Ecuador de envenenamiento, pero a nivel regional son 120 cóndores que han muerto de esta forma en el último año.
Además de la protección, Ortega afirma que otra opción para aumentar la población de cóndores es el intercambio de aves con otros países: “La población en el país es baja, el temor es que el círculo se vaya cerrando y tengamos endogamia. En Venezuela está extinto y no queremos eso acá”.
En el censo que se hizo en 2018, cuyos resultados todavía no son revelados por el MAE, se habría detectado una cifra más alta de cóndores en relación con el conteo realizado en 2015, pero esto no significaría que un incremento de la población, sino que se mejoraron las técnicas y ahora se tiene una cifra más exacta, sostiene Ortega.
Otro de los problemas que detectaron es que el páramo, principal hogar del cóndor en Ecuador, es afectado por el avance de la frontera agrícola-ganadera, incendios forestales, forestación con plantas exóticas como el pino y el eucalipto, desarrollo urbano, minería, tendidos eléctricos y efectos del cambio climático, según Fabricio Narváez, técnico de Fundación Cóndor Andino.
“En el tema de la ganadería hay que dejar claro algo, las actividades ganaderas actualmente están proveyendo gran parte del alimento para sostener a los cóndores. La mayoría de su dieta es la carroña que deja la actividad ganadera”, dice
Narváez asegura que no se debe eliminar la ganadería en su totalidad sino suprimir las partes negativas, “como la inclusión de especies invasoras, como los perros que se vuelven asilvestrados o ferales”.
Señala que a través de rastreos satelitales han mapeado cerca del 80% de las áreas donde se mueven los cóndores en Ecuador y han detectado que estas aves pasan gran parte de su tiempo cazando fuera de las áreas estatales protegidas.
Esto se debería a las campañas de erradicación de ganado vacuno en zonas protegidas emprendidas por el Estado como una medida de restauración de los ecosistemas. Pero esto estaría forzando a los cóndores a pasar más tiempo alimentándose en propiedades privadas, donde enfrentan mayor riesgo de persecución humana.
“Creemos que con más disponibilidad de alimento en áreas protegidas aumentará también la supervivencia de la población de cóndores. Otra alternativa es mantener una carga mínima de ganado vacuno en estas zonas”, dice Narváez.
El plan establece responsabilidades para los organismos estatales, gobiernos autónomos descentralizados y organizaciones ambientales. En cinco años se realizará una evaluación para saber si se están aplicando las medidas sugeridas.