Aunque la producción de tomate es uno de los pilares de la agricultura nacional, con presencia en por lo menos 21 departamentos y una superficie de siembra de 9.000 hectáreas, es vulnerable a padecer de enfermedades y plagas que limitan su productividad. Por ello, uno de los retos más significativos a los que se enfrentan los productores es la búsqueda de productos que garanticen seguridad en los cultivos, además de que sean sostenibles.
Según Basf, compañía química que ofrece soluciones para la agroindustria, Colombia ha logrado un promedio de producción de 62,3 toneladas por hectárea y los departamentos más importantes son Boyacá, Caldas, Risaralda y Cundinamarca; sin embargo, un limitante siempre ha sido la presencia de patógenos que afectan su crecimiento.
Sepúlveda destacó que, este producto, elaborado a partir de la cepa MBI600 de Bacillus amyloliquefaciens, ofrece una solución efectiva para combatir el moho gris y así proteger los cultivos en todas sus etapas de crecimiento.
“Al ser una solución biológica, este fungicida no deja residuos indeseados en los frutos cosechados, lo que garantiza la calidad del producto final y la satisfacción de los consumidores”, añadió.
Desde la compañía creen que otro de los retos a los que se enfrenta el país es mejorar la producción de tomates para satisfacer la creciente demanda local, a través de la implementación de tecnologías y prácticas que garanticen su durabilidad y calidad.
“Cuidar de la alta calidad del tomate es hoy uno de los objetivos más importantes que el país tiene para los próximos años. Esto significa vigilar de manera estricta todo el proceso de desarrollo de la planta y el control de plagas y enfermedades”, destacó.
Es clave que el productor cuente con herramientas y prácticas que, además de aumentar los niveles de producción, satisfagan las necesidades de los consumidores finales.