En reciente reunión del GDR-Ecuador se analizó los factores críticos y los posibles escenarios a los que se enfrenta el campo en el 2016. La política pública eficiente, el enfoque territorial, la educación y la asociatividad fueron algunas de las alternativas propuestas.

Un cambio de paradigma hacia una agricultura sostenible es prioritario y urgente frente a la crisis económica, climática y social que se prevé para este año 2016, en el Ecuador. Un análisis de los posibles escenarios que podrían desarrollarse en el agro ecuatoriano fue el eje de la  reunión del Grupo de Diálogo Rural-Ecuador (GDR-Ecuador), realizada en días pasados en Guayaquil y que reflexionó también sobre las formas de enfrentar un panorama crítico.

Las reflexiones del GDR-Ecuador apuntan a una agricultura sostenible basada en el fomento del emprendimiento y de la asociatividad, la innovación en los procesos y la educación del talento humano, la valoración social del medio rural y del agro, no solo como proveedor de alimentos sino por sus activos bio-culturales.

La cita contó con la presencia de los representantes de los sectores arrocero, maicero, algodonero, bananero, junto con pequeños productores de la sierra, representantes del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) y de la Escuela de Negocios de la Politécnica del Litoral (Espol), quienes, entre otros, reflexionaron sobre el deterioro del medio ambiente, el impacto del cambio climático, las relaciones comerciales con socios internacionales y la competitividad, como factores determinantes en la proyección del agro en el presente año y los posteriores.

Ney Barrionuevo, secretario técnico del GDR-Ecuador, expuso los aspectos que podrían ocasionar un panorama crítico en los siguientes meses. “El gradual deterioro de los suelos y bosques, la falta de acuerdos comerciales con los principales socios (salvo que se concrete el de la UE), la cada vez más fuerte competencia en los mercados internacionales y en el doméstico y una cultura de conflictividad permanente entre los actores, generan un escenario en donde habrá pocos rubros que prosperen de manera sostenible en el agro ecuatoriano; si no se hacen cambios tanto por parte de los actores públicos como por los privados” explicó. A esto se deben sumar los impactos que genere la presencia del fenómeno de El Niño, previsto como uno de los más fuertes de los últimos tiempos.

De su lado,  Rubén Flores, de Ofiagro indicó que se debe incluir en el debate un análisis de la situación económica en su conjunto. “Los precios de commodities se encuentran a la baja, las tasas de interés al alza, la economía mundial está en una clara desaceleración y el agro es particularmente vulnerable a estas circunstancias”, señaló.

Mientras tanto Esteban Borja de Funalgodón puntualizó en las características propias de la ruralidad nacional, como la tenencia de la tierra en manos de pequeños productores, el escaso desarrollo de tecnología propia, adaptada a una realidad propia y el incremento del contrabando, con las consiguientes consecuencias negativas para el desarrollo agrícola.

Para Javier Chon, de la Corporación de Arroceros (Corpcom) la educación e inversión son aspectos fundamentales  para alcanzar una mayor competitividad, con mejores niveles de calidad y productividad, que faciliten una inserción en la  comercialización internacional, que permita afrontar un panorama complicado.

Para el sector estatal, las herramientas con las que se podría hacer frente a los escenarios planteados vienen de los programas exitosos como Plan Semilla o Minga del Cacao, que a juicio de Christian Marlin, funcionario del Magap,  brindan “lecciones sobre la forma de intervenir en el agro, por ejemplo escalar en el impacto más allá de los clásicos proyectos pilotos, enfocarse en la productividad y no en el precio, la articulación público-privada. Aprendizajes útiles para formular políticas; ahora que estamos en un período político de transición es tiempo de que espacios de diálogo propongan alternativas”, afirmó.

Uno de los aspectos de mayor consenso fue la prioridad de establecer políticas públicas eficientes y pensadas desde los territorios, en momento críticos como los que se estarían gestando.  Al respecto. Johanna Renckens, de la ONG Veco-Andino, expresó que un “desafío para la sostenibilidad es la comprensión de que el desarrollo rural es más amplio que la agricultura. La crisis del campo, que existe en el mundo entero, se da por esa desatención, por ello hay que tomar en cuenta que la ruralidad es mucho más que el agro, en la formulación de políticas”.

En las conclusiones de la reunión se enfatizó en la importancia del diseño de política pública de desarrollo rural y agraria, consecuente con los desafíos del entorno, congruente con el enfoque de cadenas y territorios, y que sea construida en base al diálogo entre los actores, que tome en cuenta que la población rural está envejeciendo y los vínculos entre el campo y la ciudad.

Fuente: GDR-Ecuador | ElProductor.com

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