Contaban personas que viven en casas de caña y madera en la zona rural de Manabí, que durante el terremoto del 16 de abril sus viviendas literalmente “bailaban” con fuerza durante el sismo. Pero que al final no cayeron.

Posteriores reportes noticiosos -enviados desde zonas afectadas- destacaban también cómo algunas antiguas viviendas de este material permanecían de pie al lado de otras de cemento que habían colapsado.

Tal vez por esa razón, representantes del Gobierno central y de otros seccionales están llamando en estos días a la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil para pedirle informes de sus investigaciones sobre construcción de casas de caña; y más aún, posibles proyectos de solución habitacional.

Así lo comenta el catedrático e ingeniero Jorge Morán Ubidia, quien en los 80 inició en este centro de estudios superiores las investigaciones sobre el uso técnico de este material.

“Parece que allá en Manabí la gente no quiere saber nada de casas de cemento”, explica.

Claro que las investigaciones sobre este tipo de bambú no son recientes y en otros países están más avanzadas.

A inicios de semana, Eduardo McInstosh, arquitecto guayaquileño residente en Londres donde es catedrático de una universidad, publicaba en su cuenta de Twitter algunos modelos de vivienda de caña en otros países, con diseños originales y elegantes. Y vídeos de prototipos que superaban pruebas de resistencia a sismos.

Lo hacía para destacar las ventajas de este material. También para lamentar y desvirtuar los prejuicios que en Ecuador asocian su uso a la pobreza.

Otro prejuicio que existe es su supuesta “inseguridad” o su “poca durabilidad”. Ambas cosas las descartan, en cambio, los tableros elaborados por EcoMaterial, el centro de investigación de la Universidad Católica.

“Pueden resistir hasta una bala”, afirma su director, el arquitecto Robinson Vega, quien ha elaborado tableros dobles y triples que son tan firmes como la más dura madera.

El arquitecto y catedrático español Alejandro González, quien lidera una investigación sobre construcciones con este material, agrega que, con un adecuado tratamiento previo, la caña puede durar el mismo tiempo que el hormigón.

Usualmente, este es un aspecto no contemplado en las construcciones informales de las ‘invasiones’ o la zona rural. En la Universidad Católica, adquieren las cañas ya tratadas previamente con ácido bórico.

Lo que hace el centro es cortarla y compactarla en paneles.

González suma otras ventajas, como el menor peso y más flexibilidad en comparación con la rigidez del cemento, lo que la vuelve más resistente a los movimientos telúricos.

Además de que, ya elaborada como panel, la caña funciona como un aislante térmico.

Así lo corrobora la familia Orellana Quinto, a quien González y sus alumnos le construyeron su nueva casa en el cantón Durán, como parte del trabajo de investigación. Han invertido alrededor de $ 7.500.

La familia ya habitaba allí la noche del 16 de abril. “Yo me acordaba que el arquitecto dijo que esta casa podía resistir un terremoto. Y resistió”, dice la madre y jefa de hogar.

Por último, otro de los prejuicios contra la caña es su fácil combustión. En Guayaquil han habido numerosos casos de incendios que han quemado varias a la vez “y le han dado mala fama”, dice Jorge Morán, quien aclara que ahora existen paneles mixtos, recubiertos o con placas de celulosa, que no dejan pasar el calor. “Son retardantes de fuego”, expresa.

Hace tiempo, el célebre arquitecto japonés, Shigeru Ban, ya sentenció que “los terremotos no matan a la gente, sino los edificios mal construidos”.

Y recientes reportajes publicados por EXPRESO y otros medios han reiterado los errores y “pecados” de construcción evidenciados en las edificaciones colapsadas en Manabí.

(Los cuales -y es grave- también existen en Guayaquil).

Pero lo cierto es que, tras el terremoto, ingenieros y arquitectos de la ciudad y del país están recomendando construir con materiales menos pesados.

Por todo ello, Morán, quien el año pasado recibió la distinción ‘World Bamboo Pioneer’, durante el Congreso Mundial de Bambú efectuado en Corea del Sur, considera que esta “es la hora de la caña guadua”.

Fuente: Expreso| El Productor.com

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