No sólo las celebraciones del Día de la Tierra nos recuerdan los desafíos que está enfrentando la sociedad global a nivel ambiental, en medio de sequías extremas por un lado y tormentas torrenciales por otro lado. También lo hace la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, que en uno de sus últimos informes ha señalado que durante la última década el aumento promedio de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha sido de 2 partes por millón (ppm), pero en 2015 el nivel creció 3,05 ppm, el mayor incremento desde que se realiza el registro, sumado a los signos de un aceleramiento del cambio climático reflejado en un aumento de las temperaturas promedio.

Ante esto y considerando la demora que estamos evidenciando a nivel nacional en el envío de la Ley de Eficiencia Energética al Congreso y el pronóstico de un otoño seco donde la contaminación atmosférica y los problemas de abastecimiento de agua primarían, cabe preguntarse si estamos preparados para asumir estos desafíos de manera integral y efectiva: asegurar la implementación masiva de medidas de eficiencia energética a nivel de industria, al igual que la incorporación de Energías Renovables No Convencionales, requiere de apoyo estatal inicial, ya que sus beneficios muy a menudo se pagan a mediano y largo plazo. Sin embargo, nuestro sistema económico prioriza medidas de corto plazo.

Un ejemplo de esto lo constituye el hecho de que, ante el escenario actual de precios de petróleo extremadamente bajos, varias empresas de Energías Renovables como la geotérmica se ven forzadas a retirarse del mercado, siendo que los beneficios de este tipo de energía para la industria y la sociedad en general a largo plazo son muy evidentes, asegurando no sólo menores emisiones, sino que también una estabilidad de precios.

En el caso de la agricultura, los estudios realizados en el marco del proyecto Smart Energy Concepts, desarrollado por la Cámara Chileno Alemana de Comercio e Industria (CAMCHAL) junto a la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (AChEE), evidencian el potencial del sector para contribuir a la meta país de reducir sus emisiones en 30% al 2030 y esto a través de medidas de eficiencia energética, quiere decir medidas, que buscan reducir el consumo de energía para producir la misma cantidad de producto, siguiendo la lógica que la energía más limpia es la que no se gasta.

Sin embargo, para concretar este potencial se hace necesario un apoyo estatal y regulatorio que facilite derrumbar las barreras que existen en el sector para ver una implementación masiva de proyectos de eficiencia energética. Entre ellas, primero que todo, hay que fomentar que las empresas midan sus consumos de manera más detallada, ya que es imposible generar proyectos de ahorro sin tener conocimiento acabado de consumos por procesos. Se hace urgente facilitar desde el sistema financiero y de los fondos públicos el flujo de capital necesario para financiar estas inversiones.

 

 

 

 

Fuente: Portal Fruticola | ElProductor.com

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