Cuando se preparaba para dormir después de un viernes caluroso, casi que insoportable, Phoenix quedó despierta: Mohamed Alí, el mito del boxeo, decidió partir de este mundo. Lo hizo en silencio, dejando a la ciudad sumida en la tristeza. Estados Unidos perdió un símbolo patrio, el más grande deportista de su historia.
Poco a poco, las calles que abrazan el Scottsdale Healthcare Osborn Medical Center comenzaron a transformarse con la noticia de la muerte del triple campeón mundial de los pesos pesados. Como si fuera una noche donde sonaría la campana para iniciar un combate, los fans del Alí se acercaron para aplaudirlo y saludarlo.
Uno de ellos fue Ismael Carrasquilla, un estadounidense hijo de inmigrantes mexicanos, mecánico de profesión y boxeador frustrado por decisión de la vida, que se acercó al hospital vestido con una camiseta estampada con el rostro de su ídolo de todos los tiempos. «Se fue el más grande del boxeo de todos los tiempos.
Su pelea la perdió, pero ahora ya celebran en el cielo la llegada de un verdadero campeón», dijo a la AFP Carrasquilla, de 43 años, un hombre robusto, con cara de buen tipo y voz gruesa.
Otros más alcanzaron una de las puertas del hospital, o hasta donde la policía lo permitió, para tratar de ver a través de los grandes ventanales a algún familiar de Alí, mientras que algunos vehículos despedían al campeón haciendo sonar sus bocinas.
El nombre de Alí ha recorrido el mundo entero, no ha quedado espacio donde su leyenda no se haya escuchado, y ahora con su muerte su recuerdo saltará de memoria en memoria, de casa en casa, de padre a hijo, de amigo a amigo.
Un mito, una leyenda, una herencia
«Después de 32 años de luchar contra la enfermedad de Parkinson, Mohamed Alí murió a la edad de 74 años», dijo su portavoz, Bob Gunnell, en un comunicado.
Su funeral, según el vocero de la familia y amigo de Alí, se cumplirá en la ciudad de Louisville, Kentucky, pero sin precisar fecha.
«La familia de Alí quiere agradecer a todos los que le acompañan con sus pensamientos, oraciones y apoyo y exige también respeto a su privacidad», pidió Gunnell.
Mohamed Alí había sido hospitalizado el jueves por un problema respiratorio que con el correr de las horas se complicó hasta llevarlo a la muerte.
Como toda celebridad mundial, Alí generaba cariño y rechazo, porque su apasionante vida mezcló no sólo nocauts, frases célebres, cientos de anécdotas en el ring o fuera de él, también su activa vida pública, en la política y la religión, lo convirtió en un hombre poderoso.
«Alí era un hombre del pueblo. Un luchador por el pueblo. Adoro a Mohamed Alí, fue un amigo de toda la vida. Nunca morirá. Su espíritu seguirá por siempre», dijo Don King, su promotor en sus más grandes peleas, como ‘Thrilla in Manila’, el tercer combate con Joe Frazier, o ‘Rumble in the Jungle’, el sangriento combate contra George Foreman.
El también promotor y presidente de la empresa Top Rank, Bob Arum, quien se abrió campo en el boxeo cuando promovió en 1972 el combate entre Alí y George Chuvalo, señaló que «se ha ido unos de los grandes», dijo Arum. «Alí transformó este país e impactó al mundo con su espíritu». «Su legado será parte de nuestra historia por todos los tiempos», remarcó.
Ese fue Alí: una pieza de la herencia estadounidense, casi una estrella de la bandera americana.

Fuente: El Telégrafo | ElProductor.com

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