De cara a la Niña, cuyos impactos se empezarían a sentir a partir del cuarto trimestre, el país se encuentra listo, y uno de los presupuestos y vigencias futuras suma 7,7 billones de pesos.

Se trata de los recursos del Fondo Adaptación, entidad que se creó para atender la reconstrucción de las zonas afectadas por los eventos derivados del fenómeno en el 2010 y el 2011.

 Cabe recordar que la ley 1753 del 2015 le atribuyó la facultad de ejecutar proyectos integrales de gestión del riesgo y adaptación al cambio climático con un enfoque multisectorial y regional, además de los propiamente relacionados con el fenómeno de la Niña.

El gerente del Fondo, Iván Mustafá, afirma que si bien los alcances del ente van hasta la construcción la etapa final de los proyectos su enfoque es el diseño, pues la ejecución requiere una gestión transversal con regiones, departamentos y municipios y sus respectivos entes especializados, que son los que garantizan el éxito con licencias y permisos.

Agrega que la razón de ser del Fondo son los proyectos de mediano y largo plazo, y acoplar a Colombia al impacto que tiene el cambio climático.

El objetivo último es reducir la vulnerabilidad, es decir, hacer obras para adaptar a la población a vivir de manera más adecuada frente a zonas de alto riesgo”, dice el directivo.

Por ejemplo, según explica, en el mediano plazo realizan proyectos en los sectores de vivienda, salud, educación, acueducto y alcantarillado, vías, ambiente y reactivación económica.

“Por ejemplo, se han construido 5.000 obras que permiten que 3,9 millones de personas hoy sean menos vulnerables”, agrega.

Por ejemplo, edificaron 11.774 viviendas que hoy no se inundan, y a diciembre esperan tener el doble, es decir, 24.600.

También en zonas llanas susceptibles de inundación existen hogares construidos a manera de palafitos y que van más allá de las simples acciones de muros de contención y de lucha contra la corriente.

Y entre los proyectos de largo plazo que lidera el Fondo, algunos de los cuales espera terminar en el 2018, están el canal del Dique, La Mojana, Gramalote y el jarillón de Cali.

Estas obras pretenden dar soluciones definitivas al impacto de los fenómenos, y los avances de las construcciones están hoy, respectivamente, en 31, 64, 15 y 51 por ciento.

“No existe riesgo cero en ninguna parte del mundo; por tanto, igual había que crear el Fondo Adaptación», añade Iván Mustafá, gerente de esta entidad.

Ello se debe a que ningún país está totalmente preparado para una situación extrema, pero sí puede mitigar con anticipación el peligro y reducir la vulnerabilidad.

Según agrega Mustafá, se trata de obras para que la población pueda vivir de manera más adecuada en las zonas vulnerables.

“No son obras para una posible fenómeno de la Niña en el 2016, sino para las próximas décadas, es decir, no pensadas solo para las lluvias”, afirma.

Entre la obras de mediano plazo destaca 5.000 de ellas que permiten que 3,9 millones de personas sean menos vulnerables.

“Las obras en La Mojana, que es un cuerpo vivo de agua, requirieron el diseño y mapeo de 1,1 millones de hectáreas; y hasta que no se hicieron esas tareas no se pudieron priorizar la altura ni las coordenadas de las construcciones”, dice por su parte el ministro de Minas y Energía, Germán Arce Zapata, que fue gerente del Fondo.

En su opinión, es una zona crítica donde las obras de adaptación no son un ejercicio de hacer ‘muritos’, sino acertar en que el agua no se lleve ni colegios ni centros médicos.

Según el funcionario, el objetivo del Fondo Adaptación no es solo remover tierras, lo que es rentable políticamente, sino gestionar hasta el final proyectos y macroproyectos que mitigan efectos del clima para el futuro. “El 70 por ciento de los recursos del Fondo ya están contratados; y el 25 por ciento de las obras están entregadas”, agrega.

Asevera que una de las características de proyectos como La Mojana, el jarillón de Cali, el canal del Dique y Gramalote es que servirán por décadas a toda la población que vive en esas zonas para que se adapte. “Vamos a adaptarnos a vivir con el agua. Es decir, cultivos de arroz en zonas en donde los beneficie, casas construidas sobre palafitos, puentes construidos en zonas que eviten el riesgo de erosión”, enfatiza.

 

 

 

Fuente: El Tiempo | ElProductor.com

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