Ingenio, habilidad y creatividad. Esos son tres de los requisitos que los tejedores de paja toquilla deben cumplir para transformar esta materia prima en el sombrero ícono de la manufactura ecuatoriana.

Dos Mangas y Barcelona son comunidades rurales de la península de Santa Elena que se caracterizan históricamente por ser sectores procesadores de paja toquilla.

Esta valiosa materia prima no se encuentra en cualquier lugar. En las montañas que circundan a este poco explorado sector donde se asientan los poblados mencionados, crece de forma silvestre en abundancia.

Este recurso estuvo a punto de ser depredado en su totalidad de no ser por la intervención de autoridades ambientales y comuneros que tomaron acciones para evitarlo. Actualmente se lo siembra, cuida y cosecha controladamente. Luego de ser transportada en acémilas desde lo profundo de las montañas, requiere de un largo y tedioso proceso antes de llegar a manos de los tejedores.

Dos Mangas es el poblado donde vive el último de los procesadores de la zona: don Ángel Suárez, de 85 años, quien junto a su familia ha dedicado su vida a esta noble labor artesanal del preparado inicial de la paja toquilla, antes de que pase a manos de los tejedores.

En la actualidad continúa con su trabajo, del que se ha sostenido toda su vida. Ahora cuenta con la ayuda y asistencia de sus hijos Ernesto y José, y del resto de su familia.

El producto, una vez sometido al proceso de preparación por parte de Suárez, es requerido por clientes que llegan de la provincia de Azuay, en particular de Gualaceo, quienes se encargan del tejido y retoques finales (trenzado, adornos y pintado), para proporcionar ese valor agregado que lo convierte en producto de exportación, muy apreciado en mercados europeos, norteamericanos y asiáticos.

En las estribaciones de la cordillera Chongón-Colonche, cercanas al sector, hay más de 2.800 hectáreas en calidad de conservadas. Los habitantes de la comuna se encargan de vigilar que nadie intente depredar este valioso recurso natural.

En Barcelona, la mayoría de los comuneros se dedica al cultivo y preparación de la paja toquilla, materia prima que venden a artesanos de varios lugares del país, que conocedores de que de allí procede, acuden asiduamente a proveerse.

Catalina Basilio, dirigente de la comuna, lidera un grupo de mujeres que se dedican a la cocción y secado de la paja toquilla. Así como este grupo de féminas, la mayoría de los comuneros realizan la actividad.

Otros pueblos aledaños como Virgen de Fátima, Teresita, La Esperanza, Tajiza, La Entrada y San José, son lugares donde se produce y cosecha la fibra de la paja toquilla.

 

 

 

Fuente: Expreso | ElProductor.com

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