domingo, 27 octubre 2024.
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Violenta sequía enciende las alarmas en Chile

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La declaración por el gobierno de Chile de emergencia agrícola en cuatro regiones del centro y sur parece ser solo el adelanto de una seria crisis que hoy enciende las alarmas en todos los sectores.

El diario El Mercurio informó que ante la grave situación el ejecutivo convocará en próximos días una ‘mesa nacional del agua’ con una amplia representación de los ámbitos social, económico y político, y que estará encabezada por el presidente Sebastián Piñera.

Datos oficiales consignan que a la emergencia agrícola decretada en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O´Higgins y 14 municipios de la Metropolitana, podrían sumarse otras donde la falta de agua comienza a ser preocupante, no solo para atender las necesidades de la agricultura sino para los seres humanos.

Hasta ahora, se reportan 103 comunas (municipios) afectados, la muerte de incontables cabezas de ganado, 1,4 millones de hectáreas sin suficiente riego, pérdidas en la industria apícola por decrecimiento de la población de abejas y cuatro mil millones de pesos (unos seis millones de dólares) invertidos en unas semanas para paliar los daños.

Solo Magallanes, en el extremo sur, y las regiones desérticas del norte, Arica Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, estás últimas golpeadas por fuertes precipitaciones en febrero, muestran un promedio de precipitaciones favorable.

En cambio, el déficit de precipitaciones este año es del ciento por ciento en Atacama, la peor de todas, y en Coquimbo llega al 89 por ciento, Valparaíso (75), Metropolitana (73), O´Higgins (65) El Maule (48), mientras en Ñuble, Biobío, La Araucanía y Los Lagos fluctúa entre 30 y 25 por cientos.

Ello es resultado de la más fuerte sequía en 60 años, en lo cual confluyen el cambio climático, pero sobre todo el uso y abuso de los recursos hídricos por las grandes empresas de la agroindustria, y la carencia de obras de infraestructura para conservar el agua.

Pero muchos especialistas vaticinan cada vez con más frecuencia que lo peor está por llegar, pues el otoño y el invierno, tradicionalmente lluviosos, pasaron casi sin precipitaciones, la primavera aparece adelantada y en el caluroso verano boreal que comienza en diciembre la sequedad pudiera multiplicar los incendios forestales.

Según el ministro de Agricultura, Antonio Walker, se trata ya de una crisis a nivel de país y de un problema de Estado que debe involucrar incluso a gobierno y oposición para hacerle frente.

Según Walker, la crisis afecta ya a unos seis millones de personas que viven en las zonas rurales, pero también pone en peligro las producciones de un sector que en 2018 aportó más de 18 mil millones de dólares por exportaciones.

Un gran escollo para enfrentar la crisis es la lentitud en la aprobación de una reforma del Código de Aguas, atascada desde hace bastante tiempo en el Senado, porque los cambios que propone son considerados por las empresas privadas, que controlan el abastecimiento del líquido, como lesivos al derecho de propiedad.

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La declaración por el gobierno de Chile de emergencia agrícola en cuatro regiones del centro y sur parece ser solo el adelanto de una seria crisis que hoy enciende las alarmas en todos los sectores. El diario El Mercurio informó que ante la grave situación el ejecutivo convocará en próximos días una 'mesa nacional del agua' con una amplia representación de los ámbitos social, económico y político, y que estará encabezada por el presidente Sebastián Piñera. Datos oficiales consignan que a la emergencia agrícola decretada en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, O´Higgins y 14 municipios de la Metropolitana, podrían sumarse otras donde la falta de agua comienza a ser preocupante, no solo para atender las necesidades de la agricultura sino para los seres humanos. Hasta ahora, se reportan 103 comunas (municipios) afectados, la muerte de incontables cabezas de ganado, 1,4 millones de hectáreas sin suficiente riego, pérdidas en la industria apícola por decrecimiento de la población de abejas y cuatro mil millones de pesos (unos seis millones de dólares) invertidos en unas semanas para paliar los daños. Solo Magallanes, en el extremo sur, y las regiones desérticas del norte, Arica Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, estás últimas golpeadas por fuertes precipitaciones en febrero, muestran un promedio de precipitaciones favorable. En cambio, el déficit de precipitaciones este año es del ciento por ciento en Atacama, la peor de todas, y en Coquimbo llega al 89 por ciento, Valparaíso (75), Metropolitana (73), O´Higgins (65) El Maule (48), mientras en Ñuble, Biobío, La Araucanía y Los Lagos fluctúa entre 30 y 25 por cientos. Ello es resultado de la más fuerte sequía en 60 años, en lo cual confluyen el cambio climático, pero sobre todo el uso y abuso de los recursos hídricos por las grandes empresas de la agroindustria, y la carencia de obras de infraestructura para conservar el agua. Pero muchos especialistas vaticinan cada vez con más frecuencia que lo peor está por llegar, pues el otoño y el invierno, tradicionalmente lluviosos, pasaron casi sin precipitaciones, la primavera aparece adelantada y en el caluroso verano boreal que comienza en diciembre la sequedad pudiera multiplicar los incendios forestales. Según el ministro de Agricultura, Antonio Walker, se trata ya de una crisis a nivel de país y de un problema de Estado que debe involucrar incluso a gobierno y oposición para hacerle frente. Según Walker, la crisis afecta ya a unos seis millones de personas que viven en las zonas rurales, pero también pone en peligro las producciones de un sector que en 2018 aportó más de 18 mil millones de dólares por exportaciones. Un gran escollo para enfrentar la crisis es la lentitud en la aprobación de una reforma del Código de Aguas, atascada desde hace bastante tiempo en el Senado, porque los cambios que propone son considerados por las empresas privadas, que controlan el abastecimiento del líquido, como lesivos al derecho de propiedad.