Durante mucho tiempo hemos venido diciendo que el problema de la agricultura en Ecuador es estructural, es decir, esa estructura ha estado mal diseñada desde la base porque la reforma agraria pasada pretendía redistribuir la tierra, pero se olvidaron que el productor necesitaba mucho más que solo tierra sin escrituras, no pensaron en la tecnología que había que desarrollar, en el crédito agroproductivo y en un buen marco de comercialización para las cosechas. Y desde entonces, no hemos hecho mucho, hemos ido tapando huecos y remendando la agricultura y la ganadería, basados en sendos planes oficiales de desarrollo anuales, bianuales o quinquenales. Sin embargo, de esos planes oficiales, los cultivos que se han desarrollado ha sido por iniciativa privada como las flores, el camarón y el banano, el esparrago y el cacao, pero lo más grave es que el mayor número de la población rural se dedica a los otros cultivos que se han vuelto de sobrevivencia, como arroz, maíz, papa, frijol, etc. Hoy es una agricultura que se sostiene con un marco de referencia oficial poco visible, con iniciativas privadas que sacan adelante sus propias inversiones.  Con el 60% de la tierra en manos de pequeños agricultores sin financiamiento y sin tecnología, a ese ritmo es difícil que el sector agropecuario pase del 10% del PIB nacional a una mayor participación.

Dentro de los caminos recorridos en este gran sector, y vislumbrando toda la potencial riqueza de Ecuador, desde cada una de las posiciones en que he estado,  puedo apreciar que tenemos un largo camino por recorrer, para armar una adecuada infraestructura agropecuaria que sostenga  la evolución y el crecimiento del sector, para satisfacer necesidades alimentarias nacionales de una población cada vez más creciente y un mundo que requiere más productos de campo y con países con alto poder de compra.

En primera instancia, unos de los principales rubros económicos de cada gobierno deberían ser para el sector agropecuario, sin alimentos no podemos progresar.

Destinado este presupuesto, El INIAP tiene uno de los principales papeles protagónicos en el agro, haciendo investigación científica desde donde inicia el buen desarrollo del sector, y esa investigación aplicarla en el campo y apoyarse con las universidades y colegios tecnológicos que deben trabajar en pro del país, haciendo que los jóvenes amen el campo y quieran quedarse en la tierra que ya sus padres por la edad no pueden continuar laborando. Estos mismos jóvenes con el lineamiento del Ministerio de Agricultura, el INIAP y las Universidades, deben ser la base para inaugurar en extensionismo agropecuario cuyo objetivo deberá ser el de ayudar a los productores a mejorar sus rendimientos, cuidar el medio ambiente y preservar la tierra.

Logrado todo esto, es importante pensar que un agricultor sin crédito no puede acceder a la tecnología, a las semillas de alto rendimiento, a la mecanización agrícola, nada avanza sin no hay financiamiento.

En cada uno de estos pasos hay que ir enseñando al productor, no solo a aumentar sus áreas de siembra, mejorar sus animales, o aumentar sus rendimientos, un agricultor, ganadero o pescador, debe aprender a querer lo que hace y saberlo vender, sin mercado no hacemos nada porque quedaríamos endeudados con los préstamos que hagamos.

Hace falta una bolsa de productos   en donde poco a poco se perfeccione la comercialización y que sus certificados sean documentos financieros que nos ayude en los siguientes procesos productivos.  En muchos países existe la venta anticipada, con lo que los agricultores financian sus siembras.   Se necesita un buen sistema de comercialización externa, un ejemplo de eso es Costa Rica, Chile, ahora Perú, y muchos países que están a la vanguardia.

Y finalmente hay que enseñar a dar valor agregado, crear agroindustrias, este en un dínamo de trabajo comercial, porque demanda mucha mano de obra, da trabajo, da ganancia, y evita perdidas, y mejora notablemente la vida de quienes están en las zonas rurales.

Es muy fácil decirlo y pintar el panorama que queremos para nuestro Ecuador, pero estoy seguro que, si elevamos el nivel de análisis, proponemos metas altas para el sector, elaboramos planes estratégicos concretos y prácticos, y a su vez lo declaramos como política de estado, en algún momento le dejaremos a nuestros hijos el Ecuador agropecuario que queremos dejar como herencia.

Serapio Arana
Miembro Del Directorio De Apcsa.

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