Los agricultores denominan “mal de cintura” a esta malformación fisiológica que es una enfermedad huérfana y provoca un hundimiento en forma de cintura en la parte central de la piña.

Esta se presenta porque las flores u “ojos” de la piña no se forman, es decir: “el fruto se forma a partir de la unión de múltiples flores y cuando faltan una o varias se genera un ‘vacío’ en la formación del fruto que, al no llenarse, genera un hundimiento que da lugar a la malformación”.

Esta es la problemática que encontró la ingeniera agrícola Yesicamila Gómez Paz, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, en dos fincas productoras de piña MD2, en Buga (Valle del Cauca), aunque la malformación afectaría a diversos cultivos de piña de las regiones agricultoras.

La investigadora, junto con la doctora en Fisiología Vegetal Liliana Ríos Rojas, indagan sobre esta problemática con el apoyo de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), para identificar las causas de esta afección que hasta el momento es considerada como una enfermedad huérfana y poco estudiada en el mundo.

En el mercado internacional, la piña es muy apetecida por su forma ovalada, color amarillo y sabor. Foto: Yesicamila Gómez Paz.
Factores descartados

De la producción cosechada en las fincas, la investigadora seleccionó frutos que presentaban malformación y otros sanos; también estudió en campo aquellos en etapa de floración para contar las flores que le crecían y formaban la inflorescencia.

“Se marcaron aquellos frutos que no se habían formado, y se marcó e hizo un continuo seguimiento a los que presentaban todas las flores. Los que estaban completos siguieron creciendo normalmente con la cantidad de flores iniciales, pero aquellos en los que no se formaron algunas flores siguieron de la misma forma hasta el final”, relata la magíster.

A partir de ahí evaluaron factores genéticos, nutricionales, hídricos o climáticos. Uno de ellos fue la condición de humedad del suelo, en el que resultó que en ninguno de los tratamientos tanto de los frutos “sanos” como los malformados hubo un déficit hídrico antes, durante y después de la floración. Todos tenían suficiente hidratación, y aun así se presentó el problema, por lo que se descartó esta causa.

Por otro lado, tantearon la influencia de la temperatura durante la floración y formación de la inflorescencia, registrando temperaturas máximas de 15,5 a 38,5 °C. Pese a las altas temperaturas, no se pudo determinar que este fuera un factor causante, pues, de ser así “el problema se presentaría en todas las plantas que estaban en ese estado fenológico, pero en este caso no fue así; solo se presentaba en algunas, y entre estas había malformaciones más intensas que otras”.

También realizaron una aproximación nutricional comparando ambos tipos de frutos. De aquí, hallaron notablemente que los frutos malformados tenían una cantidad diferente de nutrientes como cobre, zinc y manganeso que no tenían los sanos.

La última prueba se podría determinar como un posible factor causante del mal de cintura. Sin embargo, “para certificar estas influencias en la ciencia se recomienda realizar más análisis relacionados con esta malformación, ya que durante en este estudio solo se hizo un análisis químico y son necesarias más pruebas con varias generaciones de piña para confirmar netamente los factores” destaca la investigadora.

Castigo en la producción

Cabe resaltar que la malformación no sucede en todo un cultivo de piña y tampoco afecta su calidad nutricional, por lo que de una producción se pueden encontrar piñas con la enfermedad y otras completamente sanas que se pueden vender en el mercado.

No obstante, la magíster Gómez agrega que en el mercado internacional esto es muy castigado: “la piña es apetecida por su forma, cuanto más ovalada y amarilla sea, con una corona bonita y sin daños mecánicos, vale mucho más”.

En las fincas del estudio la malformación afectó al 30 % de la producción, que es rechazada para exportación.

Por lo que se conoce poco sobre este problema, pero deja grandes consecuencias, con este estudio pionero en Colombia las investigadoras plantean el reto de seguir evaluando desde la genética u otros causantes a esta enfermedad huérfana.

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