Foto tomada de la web de ap news/ Por Francesca Aguilar

Las flores ecuatorianas llegan a más de 100 países a nivel mundial, esto es gracias al trabajo que existe detrás de su producción, ya que los estándares de calidad de los mercados internacionales son cada vez más exigentes, sobre todo en lo que tiene que ver con la estética de la flor y su duración en el florero, esto hace que esta industria cada vez tenga mayores desafíos.

A pesar de ello, Ecuador se sigue manteniendo como el principal exportador de flores a nivel mundial. Según indica la Cámara de Comercio Ecuatoriano Americana (Amcham) de Guayaquil, en la transición entre 2022 y 2023, las exportaciones de Ecuador a Estados Unidos crecieron más de 15%. Además, para el 2022 el país batió un récord en exportación de flores para la temporada de San Valentín, pues solo en 23 días se exportaron 20.112 toneladas de producto a diferentes países del mundo, de acuerdo a un reporte de la Corporación Quiport.

Tomando en cuenta el lugar que Ecuador tiene en el mundo dentro del mercado de las flores, es importante la ejecución de trabajos que ayuden a la innovación y a conservación del producto, aportando a que la calidad se mantenga y no sea superada por la competencia.

“La competitividad es fundamental, sobre todo, para mantener las cualidades comerciales de la flor, cuyo precio en el mercado es determinado por su estética en el punto de venta y no en la cosecha”, explica Teófilo Bustingorri, gerente de soluciones para la agricultura en BASF Ecuador.

Un enemigo silencioso que acelera el envejecimiento de las flores y contribuye al deterioro de la misma es el etileno, un compuesto producido por la flor de forma natural desde que es cosechada, pero que aumenta su cantidad debido a lesiones físicas ocasionadas por el maltrato en procesos de poscosecha, lesiones y estrés por presencia de patógenos y picaduras de plagas, o por los cambios de temperatura durante su transporte.

“Teniendo en cuenta que un tercio de la vida útil de las flores cortadas está influenciada por el ambiente previo a la cosecha, mientras que los otros dos tercios dependen del manejo y las condiciones en poscosecha, es importante integrar procesos más innovadores, especialmente en esta última fase de la cadena, que harán que la flor no se estrese y se dañe”, aseguró Bustingorri.

En la actualidad, los floricultores cuentan con tecnologías encaminadas a producir en la planta una mayor tolerancia al estrés. Este tipo de tratamientos desarrollados por investigadores de BASF, ha impactado la calidad de la flor de exportación alargando los tiempos de vida en florero.

Conjuntamente con la incorporación de estas innovaciones en la poscosecha, también es importante determinar las condiciones en las que viajan las rosas de exportación, tales como la temperatura, la humedad, las mezclas con otras especies, las concentraciones de etileno a las que están expuestas y la duración de cada una en estos ambientes.

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