El achaparramiento del maíz se ha convertido en los últimos años en un grave problema para los productores de este cereal, inicialmente en los departamentos de Huila y Tolima; pero rápidamente se evidenció que este problema sanitario afectaba la producción en casi todo el país, causando perdidas hasta del 90 % para algunos productores, señaló Buenaventura Monje investigador de AGROSAVIA.

Esta situación es aún más trascendente cuando se habla de una especie que tiene cifras tan significativas; mencionemos que la producción de maíz en Colombia es de 1.6 millones de toneladas que equivalen al 21 % del total consumido en el país, (cerca de 6 millones de toneladas de maíz se están importando) esta cantidad se produce en 400.000 hectáreas de las cuales, en el 2020 en Tolima y Huila, departamentos donde se identificó inicialmente el problema sanitario, se siembran 65 mil hectáreas aproximadamente, haciendo referencia a cifras del 2021. (datos de FENALCE)

El maíz es un cultivo al que se dedican en Colombia, aproximadamente 390.000 familias, de las cuales, por lo menos el 60 % son pequeños productores. Estas cifras evidencian que el daño que puede causar un problema sanitario como el achaparramiento, se convierte en una situación grave para el país agropecuario.

El Centro de Investigación Nataima de AGROSAVIA identificó el problema cuando algunos de sus investigadores, que estaban trabajando en la ejecución de otra actividad en el Huila, empezaron a encontrar que las plantas de maíz estaban quedándose pequeñas y cuando estaban pasando de la etapa vegetativa a la reproductiva empezaban a secarse, en consecuencia, evidenciaron pérdidas en producción. A su vez los asistentes técnicos hablaban de una virosis en el cultivo de maíz, que a pesar de sus esfuerzos no habían podido controlar; la alarma empezó a correr tanto en el departamento del Huila como entre los productores, vecinos del Tolima, que además, hoy están viviendo el mismo problema.

Los productores y los asistentes técnicos manifestaron su preocupación, dadas las pérdidas que se estaban presentando y como en la Crónica de una Muerte Anunciada, había que buscar un culpable; en el caso del achaparramiento del maíz inicialmente se pensó que el problema lo estaba causando la semilla, con el consecuente señalamiento para los distribuidores.

El equipo técnico de AGROSAVIA decide que es necesario hacer un proyecto de investigación para estudiar ese problema, busca el acompañamiento de la Universidad CORHUILA y de CENIGAA, estas tres instituciones conforman el equipo de trabajo y con el apoyo del ICA, le presentan el proyecto al gobierno departamental del Huila, gobierno que no duda en dar el visto bueno para que esta investigación sea financiada a través del Fondo Nacional de Regalías.

El equipo de investigación formuló sus primeras hipótesis y empezaron a estudiar en el laboratorio los insectos que encontraban en los cultivos de maíz, para identificar si alguno de ellos era portador del patógeno que estaba causando la enfermedad en los cultivos, entraron entonces las disciplinas a desarrollar su labor, después de muchos días de observación en los cultivos, en condiciones de ambiente controlado, en el microscopio y en laboratorio, obtienen un primer resultado trascendental: el único virus que estaban transmitiendo los insectos, era el ya conocido virus rayado del maíz, y además concluyeron que el maíz convive con ese virus y que no era el causante del achaparramiento; eso fue para los investigadores un gran avance, pero se quedaron sin a quien echarle la culpa, porque la virosis estaba descartada.

Seguimos insistiendo con las pruebas en laboratorio a los insectos, porque pensábamos que ahí podía estar la razón del problema, señala el investigador Buenaventura Monje y continúa diciendo, poco tiempo después la Dra. Angela Maria Vargas, encontró que un insecto chupador es portador de dos  bacterias conocidas como Mollicutes, son bacterias sin paredes celulares, que estaban en uno de los insectos. Posteriormente para corroborar esta nueva hipótesis, se adelantó también análisis de laboratorio a las plantas y nos dimos cuenta que los dos Mollicutes conocidos como Fitoplasma y Spiroplasma se encontraron en las plantas de maíz.

Les contaba que un insecto era el portador de las bacterias, es decir el vector; dentro de los insectos que se analizaron, estaban los loritos verdes, conocidos dentro de la ciencia como el orden de los Hemípteros, algunos son esos que cuando usted camina por el prado ellos van saltando. Esos loritos verdes (el orden Hemíptero) están divididos en cuatro (4) subórdenes y a su vez en varias familias, dicen los entomólogos, una son los Delphacidae, a los que pertenece por ejemplo la Sogata conocida como plaga en el arroz, y otra familia son los Cicadellidae, donde se enmarcan las chicharritas, loritos verdes, salta hojas, entre otros nombres comunes.

En este segundo grupo o familia se detectó específicamente un insecto que se llama Dalbulus Maidis, ese pequeño insecto es el vector que guarda en su cuerpo las dos bacterias y las transmite a las plantas de maíz. La forma en que lo hace es sencilla, él es un chupador y ellos tienen un estilete que hace las veces de una aguja hipodérmica, él se contamina succionando la savia de las plantas que están contaminadas, con un agravante adicional, esos Mollicutes también se desarrollan en el organismo del insecto.

Las dos bacterias afectan las plantas de maíz, porque cuando ellas pasan del Dalbulus Maidis a través del estilete y se quedan en la planta la están contaminando; una vez entran a la planta de maíz nuestros ya conocidos Mollicutes Fitoplasma y Spiroplasma necesitan alimentarse; la alternativa que tienen es comer los azúcares que tiene la planta, como ya les decía estos Mollicutes son bacterias que no tienen paredes celulares entonces utilizan los conductos por donde la planta transporta sus nutrientes y el agua, en esos espacios se alimentan estas bacterias, como efecto crecen y tapan los conductos de la planta; en consecuencia los nutrientes dejan de moverse, de circular en la planta, como efecto ella no crece por falta de agua y comida, es decir los Mollicutes impiden que la planta de maíz se nutra.

Otro hallazgo interesante de los investigadores es que el insecto (Dalbulus Maidis) se convierte en un “super vector” es decir que los Mollicutes ya se han multiplicado dentro de su hemolinfa  23 días después de haberse contaminado al alimentarse de una planta contaminada; en referencia a las consideraciones que se deben hacer para controlar el insecto, hay que tener en cuenta que el Dalbulus se puede contaminar desde el mismo momento en que empieza a alimentarse, quiere decir que esto puede suceder desde que se encuentra en estado de ninfa (aproximadamente 12 días).

El Dalbulus se contamina con estas bacterias cuando se alimenta de “malezas” u otras plantas donde se encuentran los Mollicutes. Las poblaciones de Dalbulus disminuyen en periodos de lluvia por la humedad, en cambio en épocas de calor las poblaciones son mayores. Una vez conocida la ruta de contaminación, entre otras conclusiones, los investigadores confirman que la semilla definitivamente no tiene nada que ver con el achaparramiento porque las bacterias no se transmiten por esta vía.

Por ahora, no es posible controlar la enfermedad, con las plantas infectadas no hay nada que hacer, el control se hace en el vector o sea el Dalbulus Maidis desde la emergencia misma de las plantas, afirma el investigador Buenaventura Monje.

Como ya es evidente que el control se debe hacer desde la emergencia de las plantas es necesario hacer un monitoreo semanal y si en alguno encontramos 1 individuo promedio por planta, posterior a monitorear 10 puntos del predio, es necesario empezar el control, no se sabe si estos insectos están infectados, pero es posible que sí, por tal razón el control es más preventivo; debe hacerse con moléculas para insectos chupadores recomendadas por el asistente técnico y registradas ante el ICA para el cultivo de maíz pues lo que se controla es el vector no la bacteria.

 

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