En la comunidad wayuu de La Guajira, el concepto de “cambio climático” no tiene traducción en su lengua ancestral, el wayuunaiki. Esto se debe a que la lucha contra las inclemencias del clima es una parte intrínseca de su historia y cultura. En este contexto, el frijol guajiro (Vigna unguiculata L.) se erige como un símbolo de resiliencia y adaptación, clave para la subsistencia de este pueblo indígena.
Con el apoyo de la FAO, los wayuu han implementado prácticas agrícolas adaptadas a condiciones climáticas cambiantes. La comunidad de Ipasharrain, que alberga a más de 52 familias, ha beneficiado de un sistema de riego sostenible que permite cultivar frijoles y otros alimentos, asegurando el sustento incluso en tiempos de sequía.
“El frijol guajirito crece rápidamente y es muy resistente. Es un alimento esencial que nos conecta con nuestros ancestros”, afirma Manuel Montiel, un agricultor de la región. Este frijol no solo es nutritivo, sino que también es un pilar de la cultura wayuu, transmitido de generación en generación.
Sin embargo, la comunidad enfrenta desafíos sin precedentes debido a las sequías intensificadas por el cambio climático. Desde 2012, La Guajira ha sufrido crisis alimentarias severas, afectando a cerca de 450,000 wayuu. Para combatir esta situación, la FAO y sus aliados han promovido el programa SCALA, que integra conocimientos ancestrales con nuevas tecnologías agrícolas.
“Estamos revitalizando el conocimiento tradicional sobre la tierra y los cultivos, y esto ha permitido que la comunidad mejore su seguridad alimentaria”, explica Jorge Gutiérrez, coordinador del programa SCALA en Colombia. Las técnicas de riego y el uso de “caprinaza” para enriquecer el suelo son ejemplos de la innovación que se ha incorporado en la agricultura local.
La comunidad wayuu de Ipanama, por su parte, ha comenzado a diversificar sus cultivos con nuevos productos como albahaca, cilantro y tomate, lo que promete no solo mejorar su dieta, sino también abrir oportunidades económicas a través del comercio.
A medida que la comunidad avanza, las voces de líderes como Sandra Medina, quien también es maestra local, resaltan la importancia de la educación y la esperanza en el futuro. “Estamos construyendo un nuevo camino para nuestras familias, uno que nos devuelve la esperanza”, concluye Sandra, reflejando la resiliencia y determinación del pueblo wayuu ante los desafíos del cambio climático.
Colombia, rica en biodiversidad y con un fuerte compromiso hacia la adaptación climática, busca integrar estas experiencias locales en sus planes nacionales, asegurando un futuro más sostenible y resiliente para todos.