Cochinilla del Carmín, una plaga buena contra una plaga mal

La cochinilla del carmín, Dactylopius coccus, es un pequeño insecto originario de México parásito de los cactus del género Opuntia. Antes de la aparición de los colorantes sintéticos fue ampliamente criada para obtener el colorante rojo carmín, también llamado grana cochinilla, rojo natural 4, crimson lake, nocheztli o simplemente E120. El carmín ya era usado por los indios prehispánicos para teñir sus ropas y cabellos, colorear las pinturas murales de sus palacios y edificios religiosos y maquillar la cara de los sacerdotes.

A principios de mayo del año 2007 visité por primera vez la bellísima isla canaria de La Palma. Tras disfrutar de la exuberante vegetación de la mitad norte de la isla me dirigí hacia el sur, mucho más seco y caluroso. En Tazacorte aparqué el coche junto a un bar donde tomé un café muy bueno con unas pastas canarias. Cogí luego mi querida cámara compacta y me dispuse a fotografiar todas las plantas interesantes que había en las calles, jardines y huertos de aquella hermosa villa.

Lo primero que me llamó la atención fueron unos helechos asilvestrados de la especie Pteris vittata que crecían en las grietas de unas rocas que bordeaban una calle. Unos metros más allá en una curva muy cerrada había una vigorosa Opuntia ficus-indica cultivada en un huerto particular, cuyas palas parecían cubiertas de nieve. En cuanto me acerqué supe que se trataba de la famosa cochinilla del carmín. No la había visto nunca y mi alegría fue muy grande. Por suerte las palas estaban a la altura de mi cabeza y no me fue dificil tomarles unas cuantas fotos. El único problema eran los coches que circulaban a gran velocidad en pleno casco urbano y al no haber cuneta ni acera tomaban la curva casi pegados al muro del huerto. Con gestos poco amigables hacían sonar el claxon y me increpaban furiosos. Tenían toda la razón, pero yo no me podía ir de La Palma sin unas cuantas fotos de estos animalitos tan famosos. Tras más de 50 años ingiriendo el colorante de sus abdómenes por fin veía su fuente.

Polos y helados color fresa, yogures color fresa, mermeladas de fresa, cereza y frambuesa con carmín añadido para reforzar el color rojo, la gelatina roja, el famoso licor Campari, el vermout Martini Rosso, algunos embutidos, los sustitutos de la carne de cangrejo, los caramelos rojos, los famosos m&m’s de chocolate, las gominolas y otras chucherías, los cereales Kelloggs con sabor a fresa, los zumos de frutas rojas, algunas salsas de tomate, las grageas y cápsulas medicinales teñidas de rojo, los jarabes expectorantes y antitusivos con sabor y color a fresa, los jarabes antibióticos para niños de color rojo, pastas dentífricas rojas, elixires bucales rojos y otros muchos productos alimenticios, farmacéuticos y cosméticos, como pintalabios, sombra de ojos y polvos rosados de maquillaje, llevan el colorante rojo carmín de la cochinilla Dactylopius coccus.

Pequeñas colonias de hembras de cochinilla del carmín sobre una pala de Opuntia ficus-indica. Ampliando las fotos con un doble click se ven mejor los detalles.

Tras unas décadas de declive vuelve a aumentar el interés por este invertebrado. El rechazo cada vez mayor a los colorantes químicos sobretodo en la industria alimenticia y el reciente auge de los métodos naturales de lucha biológica para el control de las plagas han hecho resurgir estos criaderos de cochinillas sobretodo en Perú que produce el 84% de la demanda mundial, seguido por las Islas Canarias con el 8%, Chile con el 6% y Bolivia con el 2%. Se exportan tanto el colorante como las ninfas vivas de Dactylopius para ser usadas en el control biológico de los cactus del género Opuntia que han invadido extensas regiones del planeta. Estas plantas americanas, al no tener enemigos naturales fuera de centroamérica y sudamérica, se asilvestran con facilidad en los países donde son introducidas y llegan a ocupar miles de hectáreas, imposibilitando el pastoreo y cultivo de estas tierras y poniendo en serio peligro la flora autóctona que no puede competir con estas plantas alóctonas tan agresivas. La infestación intencionada de las opuntias con ninfas de cochinilla, es decir, su utilización como contraplaga, parece obtener resultados espectaculares, logrando reducir su crecimiento y expansión hasta niveles soportables para el ecosistema.

Colonia de hembras de cochinilla del carmín en diferentes etapas de crecimiento. Tanto los machos como las hembras se alimentan de la savia de las opuntias y para llegar a ella perforan la cutícula de las palas con un estilete bucal en forma de aguja para inyectables y sorben así la rica y nutritiva savia de estas cactáceas americanas a las que debilitan y acortan la vida. Las opuntias severamente infestadas languidecen rápidamente y mueren a los pocos meses, no superando en ningún caso los seis años.

Otra colonia de hembras de Dactylopius coccus. Este insecto tiene un dimorfismo sexual muy marcado. Los machos son pequeños y alados. Alcanzan la madurez unas semanas antes que las hembras y vuelan durante la noche de pala en pala a la búsqueda de hembras receptivas, las cuales carecen de alas y permanecen toda su vida en la misma pala. Cuando encuentran una hembra madura la estimulan con sus patas delanteras y si ésta acepta al macho entonces éste se sitúa a un lado de la hembra, busca una de las dos aberturas genitales que tiene ésta bajo su abdomen, introduce el esperma y fertiliza los huevos del ovario del mismo lado, pasa luego al otro lado y repite los mismos pasos para fertilizar los huevos del otro ovario. Entonces la hembra grávida aumenta rápidamente de tamaño y su voluminoso abdomen se llena de huevos rodeados de carmín, el cual resulta ser un veneno mortal para sus depredadores naturales, sirviéndole de esta manera como protección para no ser devorada.

Si se aplasta con los dedos una cochinilla adulta resulta estar llena de huevos inmersos en carmín líquido de un vivo color rojo sangre. Las manchas que quedan en los dedos tardan varios días en desaparecer.

Algunas personas desarrollan alergia a este colorante. Los pintalabios son especialmente peligrosos. La amplia utilización del carmín en multitud de alimentos, bebidas, medicamentos y cosméticos hace casi imposible evitar la exposición al alérgeno.

También los vegetarianos estrictos tienen un serio problema con este colorante. Se ven forzados a leer detenidamente las etiquetas de los componentes de todos los alimentos y bebidas, especialmente los que tienen un sospechoso color rojo, donde con suerte sus fabricantes se limitan a poner «colorante natural E120».La sustancia que da el color rojo al carmín es el ácido carmínico. Este colorante se obtiene secando las hembras grávidas al sol tras arrancarles por fricción las escamas cerosas blancas que las protegen de los rayos solares, es decir, son despellejadas y cocidas vivas. Una vez secas son trituradas para convertirlas en un polvo rojo. Este carmín en bruto se puede comercializar tal cual o bien se puede purificar a través de varios procesos químicos hasta obtener ácido carmínico con un elevado grado de pureza. Lógicamente a mayor pureza mayor es el precio alcanzado en los mercados. El mejor carmín contiene un 22´5% de ácido carmínico y recibe el nombre de carmín premium, le siguen el carmín de primera con un 19´5% y el carmín de segunda con un 10% de pureza.

La sustancia que da el color rojo al carmín es el ácido carmínico. Este colorante se obtiene secando las hembras grávidas al sol tras arrancarles por fricción las escamas cerosas blancas que las protegen de los rayos solares, es decir, son despellejadas y cocidas vivas. Una vez secas son trituradas para convertirlas en un polvo rojo. Este carmín en bruto se puede comercializar tal cual o bien se puede purificar a través de varios procesos químicos hasta obtener ácido carmínico con un elevado grado de pureza. Lógicamente a mayor pureza mayor es el precio alcanzado en los mercados. El mejor carmín contiene un 22´5% de ácido carmínico y recibe el nombre de carmín premium, le siguen el carmín de primera con un 19´5% y el carmín de segunda con un 10% de pureza.

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