Cinco siglos después de la presencia del temible corsario Francis Drake (Inglaterra, 1540- Panamá, 1596), a lo largo de la Costa Pacífica, continúan existiendo los piratas que asaltan, matan y dejan destrucción a su paso.

Ya no usan galeones, no roban oro ni trafican con esclavos. Ahora, en las aguas de los Bajos de Atacames, en la Provincia de Esmeraldas, operan como peligrosas bandas que utilizan lanchas rápidas para sustraer los motores fuera de borda de los pescadores artesanales. Esta actividad delictiva tiene relación directa con el tráfico de drogas.

Mariano Olmedo, presidente de la Cooperativa de Producción Pesquera Artesanal Nuevo Porvenir, de Súa, afirma que los pescadores, a causa de los robos, se han venido quedando sumidos en la pobreza, sin herramientas de trabajo, endeudados y casi sin esperanzas de un mejor mañana. A Olmedo le han robado cuatro motores, que presentan un capital de 27.000 dólares.

Los Córdova (familia de pescadores de Súa), por su parte, han perdido un patrimonio de 70.000 dólares. “Siempre me han robado. Llevo 10 motores, tres lanchas, cuatro trasmallos…”, declara Ricardo Córdova, padre.

En los últimos cinco años, la Capitanía del Puerto de Esmeraldas ha recibido denuncias por 850 motores robados en el mar. Sin embargo, según el jefe de la instituciónel, capitán de navío de Estado Mayor, Aurelio Mejía Espinoza, “no hay ninguna persona detenida” por ese delito. La causa obedece a “la ausencia de autoridad” en su zona de jurisdicción, debido a que la mayoría de las unidades de vigilancia no están operativas, por falta de renovación de los equipos y presupuesto para el respectivo mantenimiento.

La piratería en Esmeraldas también ha dejado desaparecidos, viudas y huérfanosVirlenis Vera aún llora a su esposo, Elías, y lamenta que él no haya podido ver a su hijo graduado en la universidad. Un día lo despidió en la caleta pesquera cuando salió a la faena. Sin embargo, Elías no regresó con vida, pues fue víctima de los piratas.
En el 2021, la estudiante de maestría Annalise M. Povolo realizó la investigación titulada “Causas de las artes de pesca perdidas, abandonadas o descartadas desde la perspectiva de los pescadores de Esmeraldas, Ecuador”, y encontró que “los pescadores perciben a la piratería como la principal causa de abandono de artes de pesca en el fondo del mar”.

Cómo roban los piratas

El jefe de Operaciones de la Capitanía del Puerto de Esmeraldas, teniente de fragata guardacostas, Líder Rázuri, por las denuncias recibidas sabe que las bandas de piratas, por lo general son “conformadas por seis personas, las cuales están fuertemente armadas”. Dice que se movilizan en dos embarcaciones. Al encontrar a un grupo de pescadores en un área determinada, lo que hacen es atacar primero a una lancha, y, luego, ésta la utilizan como medio de transporte para asaltar a otras naves pesqueras. Declara que los piratas pueden llegar a robar “entre 20 y 30 motores en un mismo día”.

Daños ambientales

Matthias Wolff, coordinador general del Proyecto Redes Fantasma en el que participaron el Centro de Investigaciones Tropicales Leibniz ZMT, la Universidad de Bremen y la Universidad San Francisco de Quito, considera que el abandono de redes en Esmeraldas “es una situación realmente grave”. Un equipo de buceo científico, a su cargo, reportó haber hallado redes fantasma en el 90% de los sitios visitados en los Bajos de Atacames. La cifra es preocupante si se tiene en cuenta que, en el mundo, un 10% del plástico en el mar procede de las redes fantasma, cuyo material sintético puede durar hasta seis siglos en degradarse. Al fragmentarse las artes de pesca se convierten en microplásticos, los cuales son consumidos, no solo por las especies marinas, sino también por los humanos, a través de la cadena alimenticia.

Javier Oña, coordinador científico del Proyecto Redes Fantasma, declara que ha recuperado 604 kg de artes de pesca, con los cuales se siguen haciendo investigaciones. Los elementos rescatados se están reutilizado en actividades agrícolas como huertos urbanos, fosos de compostaje y encierro para animales de granja.

Judith Denkinger, profesora de Ecología del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales, COCIBA de la Universidad San Francisco de Quito, y directora del Proyecto Redes Fantasma, afirma que las redes que se pierden y se quedan adheridas a las rocas, arrastran a los corales e impiden su crecimiento, lo que es muy perjudicial, “porque los arrecifes de coral son criaderos de peces, y si no existen se afecta la biodiversidad”.
Asimismo, Gabriela Navarrete Forero, ecóloga pesquera, destaca que la pesca fantasma está también degradando el hábitat de especies comerciales como el pargo dientón (Lutjanus argentiventris) y el pargo lunar (Lutjanus guttatus), las cuales sufren, además, la amenaza de la sobrepesca, en los Bajos de Atacames.
En este mismo sentido, Denkinger, considera que se está perdiendo un ecosistema muy diverso en la zona de Esmeraldas. “En esta época, lo más valioso que tenemos es la biodiversidad, porque es el sustento de la vida”.

¿Cómo podría mitigarse esta situación?

Para mejorar la seguridad, la Capitanía del Puerto de Esmeraldas requiere mayor presupuesto. En el 2021 la institución recibió del Estado solo 185 mil dólares, de los 245 mil presupuestados para ese año; y en el 2022, cuenta con 70 mil dólares para cubrir toda la operación, según lo informa el capitán Aurelio Mejía Espinoza.
Ante la situación de contaminación marina, Denkinger afirma que la solución está en promover el “no más plástico”, y elaborar redes con fibras naturales, como la de coco, o la de algodón.

Sin embargo, como lo afirma Navarrete, los pescadores actualmente no tienen acceso a materiales de pesca amigables con el ambiente.

El Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca permite la importación de material plástico y no existe prohibición para su uso (Resolución No. 010-2016 Comex, Anexo 1.).

Si bien las redes biodegradables serán mejores para la vida marina y el ecosistema, no resuelven la crisis de los pescadores en Esmeraldas. Las víctimas directas de la piratería, las viudas y los huérfanos sin esperanza, las familias que lloran a los desaparecidos, y todo un país afectado por la contaminación del mar, todavía requieren de un Estado que dicte políticas coherentes y medidas eficientes para combatir este flagelo. Hasta entonces, los ataques de bandas delictivas en el mar en Esmeraldas seguirán causando daños y pérdidas como sucedía en el siglo XVI con las acciones vandálicas del corsario Francis Drake en aguas del Pacífico.

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