Foto: @FAO

FAO ha editado una publicación sobre «Tecnologías genéticas actuales y futuras para la pesca y la acuicultura: implicaciones para el trabajo de la FAO», liderado por el Dr. D.M. Bartley y Dr. J. Carolsfeld, y en el que han participado especialistas en genética, genómica, pesca, acuicultura y conservación.

“En las últimas décadas, los avances en las tecnologías genéticas han creado herramientas poderosas y eficientes para la identificación de poblaciones pesqueras, el mejoramiento genético y la domesticación de especies acuícolas y la caracterización de cambios en la vida acuática debido a influencias ambientales o antropogénicas”, apunta FAO. Además, las herramientas genéticas emergentes están mejorando la comprensión de los organismos en los ecosistemas acuáticos, en términos de diversidad, distribución, abundancia, movimiento, función y adaptación, y se están aplicando en las instalaciones de acuicultura y en las cadenas de valor de la pesca y la acuicultura.

El estudio quiere examinar y predecir los impactos actuales y futuros potenciales (10 años) de la aplicación de estas nuevas tecnologías en la pesca y la acuicultura y los expertos han sugerido una serie de impactos tanto positivos como negativos de las técnica. Entre ellas destacan una mayor comprensión de la genética y la biología básica que proporcionará una mejor comprensión de cómo funcionan los genes en el organismo, el sistema de producción y el ecosistema. Asimismo ha permitido una mejor caracterización de las poblaciones de peces que influirá en la gestión pesquera tradicional además de una mayor comprensión por parte de acuicultores de la genética lo que permitirá mejorar los cultivos así como la capacidad de estos para producir especies acuáticas en más ambientes, más eficientemente y de acuerdo con la demanda del mercado.

Las técnicas también incrementarán el cumplimiento a lo largo de toda la cadena de valor al mejorar la capacidad de identificar los productos de la pesca y la acuicultura y su origen a través de análisis de trazabilidad genética más precisos e informativos; y de los ecosistemas, utilizando una gama de tecnologías que incluyen ADN ambiental (eDNA), para mejorar la gestión de ecosistemas, acciones de rehabilitación y presentar desafíos potenciales sobre cómo caracterizar y gestionar la biología sintética.

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