viernes, 10 enero 2025.
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COLOMBIA: Además de falta de nutrientes, los suelos compactos también generan manchas en banano Williams

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El estudio de unas 600 hectáreas bananeras en Urabá (Antioquia) y Ciénaga (Magdalena) mostró que factores como bajos niveles de calcio, deficiencia de zinc y boro, y plantas con menos de 3 m de altura y tronco de menos de 70 cm de diámetro influyen en la aparición de la mancha de la madurez, desorden fisiológico que altera la calidad de la fruta y puede generar su rechazo, lo que se traduce en pérdidas de productividad.

En su investigación, Ana María Martínez Acosta, estudiante del Doctorado en Fisiología de Cultivos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, evidenció que de casi 81 millones de kg de fruta cosechados se perdieron 478.196 kg (alrededor del 0,6 % de la producción) debido a la presencia de la mancha de madurez, conclusiones a las que llegó por medio de la información de una comercializadora de banano en el Urabá.

Lo anterior se tradujo en que casi 26.000 cajas se dejaron de comercializar. Considerando que el precio unitario para exportación es de 8,5 dólares en promedio (alrededor de 37.000 pesos), la pérdida total se calcula en 221.000 dólares, es decir unos 800 millones de pesos.

Aunque estudios previos han señalado que la falta del calcio en la planta –especialmente en las épocas secas– era la única razón de la enfermedad, la investigadora se interesó por identificar qué otras causas explicarían la mancha de la madurez, por lo que viajó hasta dos emblemáticas zonas bananeras de país: el municipio de Chigorodó (Antioquia) y el corregimiento de Guacamayal (Magdalena).

Con respecto al tema de la compactación de nutrientes, ella explica que “los cultivos de banano tienen una particularidad, y es que de la planta original nacen nuevos hijos que se convierten en la planta madre, y esta se puede renovar hasta por 20 años sin necesidad de volver a plantar”.

Sin embargo la productividad del cultivo no se mantiene constante, y a medida que pasa el tiempo el suelo comienza a compactarse y pierde sus propiedades físicas, químicas y biológicas, lo cual afecta directamente el desarrollo de las plantas y su capacidad para producir frutos de alta calidad.

“En los cultivos de plátano, el tránsito frecuente de maquinaria y personas, junto con la acción del agua de riego o lluvia, comprime las partículas del suelo reduciendo la cantidad de aire y agua que puede almacenar el suelo, lo que afecta el desarrollo de las raíces”, amplía.

Así, la compactación limita el acceso de las raíces a los nutrientes esenciales y el agua, lo que impide que las plantas expresen todo su potencial genético; por ejemplo, los racimos de plátano se vuelven más pequeños y no cumplen con los estándares comerciales.

Del campo al laboratorio

Para la investigación, en cada una de las 4 fincas se seleccionaron parcelas de unos 600 m2 con 85 plantas en promedio por área, las cuales se etiquetaron individualmente, marcando las “plantas madre” (las que producen racimos) y sus “hijos” (las nuevas plantas que reemplazan a las madres tras la cosecha).

Durante un año se monitorearon 350 plantas; cada mes se midieron la altura y el perímetro del seudotallo a 50 cm del suelo, datos fundamentales para calcular el tamaño de la hoja (área foliar). También se realizaron análisis específicos de nutrientes en estas y en el suelo. “A diferencia de estudios previos, los análisis no se hicieron de manera global, sino planta por planta, lo que permitió correlacionar directamente los niveles de nutrientes con la incidencia del problema”, destaca la investigadora.

Cuando los racimos alcanzaron la madurez (unas 10 semanas después de su aparición) se pesaron y se identificaron los frutos afectados por la mancha de madurez. El peso total del racimo y el de la fruta dañada se registraron para determinar el porcentaje de pérdida por lote; el peso de los racimos variaba entre 20 y 30 kilos, y podríamos decir que se perdían entre 2 y 3 kilos de fruta.

Con toda la información obtenida se confirmó que, además de la conocida relación entre la mancha de madurez y los bajos niveles de calcio, factores como plantas con alturas inferiores a 3 m y troncos de menos a 70 cm de diámetro también presentaron mayor incidencia del síntoma. Otro aspecto relacionado es el contenido de nitrógeno en las hojas por debajo de 100 mg/kg.

Por otra parte, se encontró que las plantas con deficiencia de zinc y boro presentaban un mayor riesgo de desarrollar mancha de madurez. En cuanto al boro se identificó que las plantas con niveles por debajo de 100 mg/kg tenían mayor incidencia de manchas. Este elemento es crucial para el transporte de azúcares y la integridad celular de los tejidos de la cáscara.

Respecto del zinc, la investigadora mostró que su deficiencia afecta el crecimiento celular y la formación de clorofila, debilitando la resistencia de la cáscara. Sus niveles deben estar entre 25 y 35 mg.

La investigadora recomienda implementar un sistema de renovación agrícola aproximadamente cada 6 años, dejando descansar el suelo y removiendo las plantas existentes. Después del descanso se introducen nuevas plantas de plátano seleccionadas por su calidad genética, lo cual asegura un reinicio con mejores condiciones para la productividad.

https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/ademas-de-falta-de-nutrientes-los-suelos-compactos-tambien-generan-manchas-en-banano-williams

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El estudio de unas 600 hectáreas bananeras en Urabá (Antioquia) y Ciénaga (Magdalena) mostró que factores como bajos niveles de calcio, deficiencia de zinc y boro, y plantas con menos de 3 m de altura y tronco de menos de 70 cm de diámetro influyen en la aparición de la mancha de la madurez, desorden fisiológico que altera la calidad de la fruta y puede generar su rechazo, lo que se traduce en pérdidas de productividad.
En su investigación, Ana María Martínez Acosta, estudiante del Doctorado en Fisiología de Cultivos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, evidenció que de casi 81 millones de kg de fruta cosechados se perdieron 478.196 kg (alrededor del 0,6 % de la producción) debido a la presencia de la mancha de madurez, conclusiones a las que llegó por medio de la información de una comercializadora de banano en el Urabá. Lo anterior se tradujo en que casi 26.000 cajas se dejaron de comercializar. Considerando que el precio unitario para exportación es de 8,5 dólares en promedio (alrededor de 37.000 pesos), la pérdida total se calcula en 221.000 dólares, es decir unos 800 millones de pesos. Aunque estudios previos han señalado que la falta del calcio en la planta –especialmente en las épocas secas– era la única razón de la enfermedad, la investigadora se interesó por identificar qué otras causas explicarían la mancha de la madurez, por lo que viajó hasta dos emblemáticas zonas bananeras de país: el municipio de Chigorodó (Antioquia) y el corregimiento de Guacamayal (Magdalena). Con respecto al tema de la compactación de nutrientes, ella explica que “los cultivos de banano tienen una particularidad, y es que de la planta original nacen nuevos hijos que se convierten en la planta madre, y esta se puede renovar hasta por 20 años sin necesidad de volver a plantar”. Sin embargo la productividad del cultivo no se mantiene constante, y a medida que pasa el tiempo el suelo comienza a compactarse y pierde sus propiedades físicas, químicas y biológicas, lo cual afecta directamente el desarrollo de las plantas y su capacidad para producir frutos de alta calidad. “En los cultivos de plátano, el tránsito frecuente de maquinaria y personas, junto con la acción del agua de riego o lluvia, comprime las partículas del suelo reduciendo la cantidad de aire y agua que puede almacenar el suelo, lo que afecta el desarrollo de las raíces”, amplía. Así, la compactación limita el acceso de las raíces a los nutrientes esenciales y el agua, lo que impide que las plantas expresen todo su potencial genético; por ejemplo, los racimos de plátano se vuelven más pequeños y no cumplen con los estándares comerciales.

Del campo al laboratorio

Para la investigación, en cada una de las 4 fincas se seleccionaron parcelas de unos 600 m2 con 85 plantas en promedio por área, las cuales se etiquetaron individualmente, marcando las “plantas madre” (las que producen racimos) y sus “hijos” (las nuevas plantas que reemplazan a las madres tras la cosecha). Durante un año se monitorearon 350 plantas; cada mes se midieron la altura y el perímetro del seudotallo a 50 cm del suelo, datos fundamentales para calcular el tamaño de la hoja (área foliar). También se realizaron análisis específicos de nutrientes en estas y en el suelo. “A diferencia de estudios previos, los análisis no se hicieron de manera global, sino planta por planta, lo que permitió correlacionar directamente los niveles de nutrientes con la incidencia del problema”, destaca la investigadora. Cuando los racimos alcanzaron la madurez (unas 10 semanas después de su aparición) se pesaron y se identificaron los frutos afectados por la mancha de madurez. El peso total del racimo y el de la fruta dañada se registraron para determinar el porcentaje de pérdida por lote; el peso de los racimos variaba entre 20 y 30 kilos, y podríamos decir que se perdían entre 2 y 3 kilos de fruta. Con toda la información obtenida se confirmó que, además de la conocida relación entre la mancha de madurez y los bajos niveles de calcio, factores como plantas con alturas inferiores a 3 m y troncos de menos a 70 cm de diámetro también presentaron mayor incidencia del síntoma. Otro aspecto relacionado es el contenido de nitrógeno en las hojas por debajo de 100 mg/kg. Por otra parte, se encontró que las plantas con deficiencia de zinc y boro presentaban un mayor riesgo de desarrollar mancha de madurez. En cuanto al boro se identificó que las plantas con niveles por debajo de 100 mg/kg tenían mayor incidencia de manchas. Este elemento es crucial para el transporte de azúcares y la integridad celular de los tejidos de la cáscara. Respecto del zinc, la investigadora mostró que su deficiencia afecta el crecimiento celular y la formación de clorofila, debilitando la resistencia de la cáscara. Sus niveles deben estar entre 25 y 35 mg. La investigadora recomienda implementar un sistema de renovación agrícola aproximadamente cada 6 años, dejando descansar el suelo y removiendo las plantas existentes. Después del descanso se introducen nuevas plantas de plátano seleccionadas por su calidad genética, lo cual asegura un reinicio con mejores condiciones para la productividad. https://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/ademas-de-falta-de-nutrientes-los-suelos-compactos-tambien-generan-manchas-en-banano-williams