La mejor definición actual de trabajo de bienestar animal fue proporcionada por Fraser et al. (2008), quienes propusieron que bienestar era la combinación de la manera en que los animales se comportan, qué tan bien funcionan desde el punto de vista biológico y cómo se sienten (es decir, el estado afectivo). El comportamiento de las vacas lecheras proporciona un medio efectivo para evaluar el modo en que el alojamiento y el manejo pueden contribuir a su bienestar. Hay un presupuesto de tiempo muy repetible para las vacas lecheras que brinda una base sobre la cual podemos definir el componente de “vida natural” de la definición de Fraser et al. (2008).

Por lo general, se está de acuerdo en que, para los hatos alojados en casillas de libre acceso y ordeñados en sala de ordeño, las vacas lecheras pasarán 12 a 14 horas por día descansando (o echadas) y 3 a 5 horas por día comiendo (Cuadro 1).

Estos requerimientos del presupuesto de tiempo constituyen 60 a 80% de un periodo de 24 horas, lo que deja un número limitado de horas para el ordeño y otros procedimientos de manejo. La frecuencia de la ordeña alteró los presupuestos diarios de tiempo de las vacas lecheras (Hart et al., 2014). En comparación con las vacas ordeñadas 2x al día, las vacas ordeñadas 3x diarias tendieron a gastar más tiempo comiendo, mientras consumían comidas más largas a una tasa más lenta (Hart et al., 2014). Dentro de este estudio, la mayor frecuencia de ordeño no alteró los tiempos que las vacas estaban echadas, pero el ordeño adicional sólo requirió 15 minutos/d, aproximadamente (Hart et al., 2014). Esto puede no reflejar el tiempo para las ordeñas adicionales en situaciones comerciales y, es probable que, el tiempo que las vacas están echadas pueda ser alterado por 3x ordeñas al día.horas por día descansando (o echadas) y 3 a 5 horas por día comiendo (Cuadro 1).

¿Por qué enfocarse en el presupuesto de tiempo?

Una encuesta realizada en 47 granjas en el Noreste de España demostró los efectos significativos, tanto de la disponibilidad de casillas como de su mantenimiento, sobre la productividad de las vacas lecheras (Bach et al., 2008). La densidad animal media de los hatos estudiados fue del 90% con un rango aproximado de 60% a 200%. Había una cantidad considerable de variación en productividad.

Los hatos variaron de 20 a 34 kg de leche/d por vaca. Esta variación en productividad ocurrió a pesar de que las vacas fueron alimentadas con la misma ración, mezclada en una ubicación común para todas las granjas participantes. La disponibilidad y mantenimiento de las casillas explicó 40% de las diferencias observadas en producción, aproximadamente. Una relación positiva entre la disponibilidad de casillas indicó que cada unidad de cambio en la proporción de casillas por vaca incrementó la producción de leche en 7.5 kg. Los resultados informados por Bach et al. (2008) son similares a los recolectados en el Instituto Miner. En lugar de evaluar la producción y disponibilidad de casillas, se hizo una comparación entre las horas de descanso y la producción (Figura 1). Cada incremento de una hora en el tiempo de descanso ocasionó una ganancia de producción de 1.7 kg de leche. Fue evidente una respuesta al estrés en la concentración de cortisol en las vacas sujetas a privación de estar echadas (Munksgaard y Simonsen, 1996), con respecto a las vacas control sin restricciones a su capacidad de echarse.

Comportamiento de descanso de las vacas lecheras

Dentro del contexto de presupuestos de tiempo, el descanso tiene una prioridad más alta que comer o socializar si el acceso a los recursos requeridos para participar en los tres comportamientos (echarse, comer y socializar) está restringido (Metz, 1985; Munksgaard et al., 2005). Con la prioridad que le dan las vacas a conseguir su cantidad de descanso requerido, es probable que la consecuencia biológica fuera evidente si no pueden cumplir con esta necesidad de comportamiento.

Efecto del hacinamiento sobre el comportamiento de echarse

Los efectos de la densidad animal sobre el comportamiento de echarse han sido de interés por varias décadas. La investigación más temprana (Friend et al., 1977) sugirió que el tiempo total que las vacas estaban echadas no se veía afectado hasta que se imponía una densidad animal mayor al 150%. El tiempo echadas con densidades de 100, 120 y 150% fue de 14 horas por día y después se redujo a 10 y 7 horas por día cuando la densidad animal se incrementaba a 200 y 300%, respectivamente. El comportamiento de echarse de las vacas sujetas a condiciones ya fuera a baja densidad animal (67%) o hacinamiento (113%) no difirió, en términos de promedios de tiempo echadas (10 h/d), tiempo pasado en rumiar mientras están echadas (5 h/d) o el tiempo total dentro de una casilla (15 h/d; Fregonesi y Leaver, 2002). Esta respuesta puede explicar por qué Bach et al. (2008) no encontraron beneficios de una baja densidad de población.

Sin embargo, hubo menos interacciones agresivas por hora en el corral con baja densidad. De manera inversa, incrementar la densidad animal de 100 a

142 ó 150% ocasionó una reducción en el tiempo que están echadas (Krawczel et al., 2012a; Fregonesi et al., 20079, pero el grado de reducción varió. Krawczel et al. (2012a) observaron una disminución de 42 a 48 minutos por día para vacas que pasaban 13 h/d echadas con una densidad animal del 100%. Fregonesi et al. (2007) observaron casi 2 horas de reducción del tiempo de estar echadas con 150%, respecto a las 13 h/d que las vacas pasaban echadas con 100%. Fregonesi et al. (2007) observaron una reducción en la latencia para echarse cuando la densidad animal excedía 120%, esto puede malinterpretarse como un mayor confort de la vaca y puede, de hecho, representar un mayor riesgo de mastitis ambiental. Por último, en ambos estudios ocurrió una cantidad mayor de interacciones agresivas por hora con cada incremento en la densidad animal. Esta reducción reportada en el tiempo que las vacas estaban echadas fue coherente con la disminución en el porcentaje de uso de casillas en vacas hacinadas, cuando la densidad animal se incrementó de 100 a 142% (Hill et al., 2007).

Efecto del hacinamiento sobre el comportamiento de alimentación

Aunque es una relación muy variable, el hacinamiento en las casillas de libre acceso tiende a dar como resultado un hacinamiento en el comedero. Esta relación depende mucho del diseño del establo (4 filas versus 6 filas) y la gravedad del hacinamiento en las casillas. Los efectos del espacio asignado de comedero para las vacas lecheras han sido examinados durante las últimas 3 décadas (Friend et al., 1977; DeVries et al., 2004; Huzzey et al., 2006). La investigación más temprana estableció que reducir el espacio de comedero a menos de 10 cm por vaca redujo el tiempo de alimentación (Friend et al., 1977). Los efectos en el comportamiento al proporcionar ya sea 0.5 m, ligeramente menos de los 0.6 m recomendados por lo regular, o menos de 1 m de espacio de comedero por vaca fueron menos interacciones agresivas por vaca y mayor porcentaje de vacas que comía durante los 90 minutos siguientes a la entrega de la ración integral fresca (DeVries et al., 2004). Con una densidad animal que varió de 75 a 300%, el tiempo de alimentación disminuyó y la agresión se incrementó conforme aumentaba la densidad animal (Huzzey et al., 2006). Una estrategia potencial que se observó para tratar esto fue el cambio en los tiempos de alimentación, lo cual puede ser problemático si la ración es separada por las primeras vacas que comen. Además, se demostró que la disponibilidad de alimento era una consideración clave de manejo relacionada con los impactos de la densidad animal. En una comparación de disponibilidad de alimento por 24 vs.14 h/d en conjunto con 100 o 200% de densidad animal se observó que la reducción del tiempo en que el alimento estaba disponible disminuyó el CMS mientras que la densidad animal no (Collings et al., 2011).

Mensajes para llevar a casa

  • La evaluación del bienestar de la vaca lechera puede hacerse de manera efectiva al contestar las siguientes preguntas: 1) ¿Cómo se está comportando? 2) ¿Cómo está funcionando? y 3) ¿Cómo se siente?
  • Manejar las instalaciones para permitir a las vacas cumplir con sus necesidades de presupuesto de tiempo proporciona un medio para mejorar el bienestar, lo que incluye una mayor productividad.
  • El tiempo en que están echadas es el componente más grande en este presupuesto de tiempo y en el que la vaca coloca la prioridad más alta.
  • El hacinamiento es una práctica común en las granjas lecheras que afecta, de manera negativa, el bienestar de la vaca al alterar el comportamiento y disminuir la productividad.

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