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Las enfermedades del sistema respiratorio son bastante comunes en la avicultura debido a la facilidad de propagación de los agentes etiológicos por la parvada. En invierno, sin embargo, el escenario es aún más preocupante. Esto se debe a que las aves están expuestas a una amplia gama de temperaturas – noches y madrugadas frías, con días calurosos – y pueden ver comprometida su inmunidad.

Como los problemas respiratorios son generalmente síndromes, con más de un agente etiológico implicado, se instala un proceso infectocontagioso crónico en los lotes de aves de la granja. Esto da lugar a pérdidas económicas muy importantes.
Una de las alternativas para combatir estos agentes de rápida proliferación son los programas de inmunización para el control de las enfermedades respiratorias, aliados a las medidas de bioseguridad. Aquí se destacan las vacunas autógenas como herramientas importantes en este proceso. En este artículo, el gerente de negócios de Biocamp, Nelson Haga, explica qué son, qué las diferencias de las vacunas comerciales, con quién contar para su producción y cómo utilizarlas.
¿Qué son las vacunas autógenas?
Las vacunas autógenas – también conocidas como autólogas o autovacunas- son productos personalizados. Esto significa que se producen para satisfacer las necesidades específicas de la prevención de enfermedades en la granja (Taylor made), preparadas con el mismo agente que está infectando a las aves en la granja.
Este agente bacteriano o viral se aísla, se identifica, se replica y se inactiva mediante productos y técnicas adecuadas y, a continuación, se aplica al propio animal o al lote.
Por lo tanto, la vacuna actúa como una medida terapéutica para los animales afectados. Promueve la inmunidad y la protección del lote para futuros contactos con el mismo agente.
¿Cuándo utilizar las vacunas autógenas?
Nelson Haga explica que las vacunas autógenas están indicadas cuando las vacunas de la línea comercial no confieren una protección adecuada a las aves. En otras palabras, cuando la enfermedad ya está presente en el plantel.
Las vacunas autógenas se utilizan para controlar el brote de la enfermedad y promover la inmunidad de los lotes que se alojan en la misma propiedad. Se trata de una medida principalmente económica, ya que reduce el uso de medicamentos sin eficacia satisfactoria y disminuye las pérdidas de producción y la mortalidad de los animales.
Diferencias entre las vacunas de línea y las autógenas
Tanto las vacunas autógenas como las de línea comercial se producen con el mismo fin. La principal diferencia radica en los agentes utilizados como antígenos.
Mientras que las vacunas comerciales utilizan cepas estándar, para la prevención en grandes regiones, las vacunas autógenas utilizan cepas autólogas, es decir, el mismo agente que está causando la enfermedad infecciosa en la granja.
«En el caso de las vacunas bacterianas, en las que la variabilidad de los serotipos es muy grande, el uso de la cepa correcta es muy importante para el control y la prevención de la enfermedad», explica Nelson. Por eso, ellas son complementarias.
¿Quién puede producir vacunas autógenas?
La producción de las vacunas autógenas está regulada por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA). Es decir, es necesaria una autorización del MAPA para el desarrollo de la vacuna, así como seguir los pasos descritos en la Instrucción Normativa 31, de 2003. Son 5 etapas que no se pueden desconsiderar, ni suprimir.
Las 5 etapas para fabricar una vacuna autógena
1. Toma de muestras y diagnóstico de laboratorio
La toma del material en la granja debe ser realizada por un médico veterinario, que envía la muestra a un laboratorio de patología animal para aislar y diagnosticar los agentes etiológicos.
A continuación, los agentes aislados se envían al laboratorio habilitado para fabricar vacunas autógenas, que debe emitir un acta de recepción de la muestra y el informe de diagnóstico.
2. Producción
Antes de iniciar la producción de la vacuna autógena, el fabricante debe notificar al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA) y enviar una serie de documentos: informe del laboratorio que identificó el antígeno (semilla), información sobre la granja objetivo y las granjas adyacentes que pueden utilizar la vacuna, datos sobre las especies y el número de aves que se vacunarán, etc.
3. Control de calidad
Hay que analizar todos los insumos, semillas, procesos y productos. Las vacunas deben someterse a pruebas de pureza, esterilidad, inactivación e inocuidad.
4. Validez y conservación
La validez de la vacuna autógena es de un máximo de 6 meses y debe conservarse de 2 a 8°C. La validez de la semilla madre es de 15 meses. Si no está dentro de los 15 meses (límite recomendado por el Ministerio), es necesario aislar de nuevo al agente de la granja.
5. Comercialización de vacunas
Los productos que cumplen los requisitos de control de calidad pueden ser comercializados. La etiqueta debe contener la información de que se trata de una vacuna autógena, el nombre comercial de la vacuna y la ubicación de la granja (objetivo y adyacente) a la que está destinada.
Debido a estos pasos exigidos por el MAPA, el desarrollo de una vacuna no puede hacerse en pocos días – se necesitan unos dos meses hasta que se completan las pruebas de eficacia, seguridad y esterilidad para su comercialización.
Cómo evaluar una vacuna autógena
Como la vacuna es autógena y se personaliza según las necesidades de la granja, es posible asociar dos o más agentes etiológicos en el mismo producto. Lo importante es contar con una empresa experta en producción y que cumpla con todas las etapas regulatorias exigidas por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento.
Este es el caso de AUTO-VAC® (AutoVac® Pasteurella), vacuna autógena inactivada oleosa contra la Pasteurellosis, desarrollada por Biocamp y autorizada por el MAPA. Está indicado para la profilaxis de infecciones causadas por Pasteurella multocida aislada en aves de cierta granja.
Para combatir y prevenir las enfermedades respiratorias aviares en su granja, compruebe cuál es el mejor programa de vacunación y la necesidad de incluir vacunas autógenas.

 

Autor/es: Biocamp

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