El Mecanismo para Bosques y Fincas (FFF por sus siglas en inglés) es una asociación que brinda apoyo a las organizaciones de productores, como los pequeños campesinos, agrupaciones de mujeres rurales, y comunidades e instituciones locales e indígenas, en un esfuerzo para luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria. La asociación opera en diversas regiones del mundo, incluyendo América Latina y el Caribe, donde tiene numerosas iniciativas en marcha.

Cerca de mil millones y medio de productores forestales y agrícolas de todo el mundo son responsables de alimentar a sus familias y comunidades locales. Se trata, qué duda cabe, de una tarea loable y gratificante, pero también de una actividad beneficiosa a muchos niveles: no sólo su trabajo supone un apoyo en la lucha contra el hambre y la pobreza, sino que también favorece la construcción de resiliencia al cambio climático, fomentando la gestión sostenible de los recursos naturales.

Y no sólo eso. El impacto de su labor se magnifica todavía más cuando estos productores trabajan mano a mano, adoptando una dimensión mayor y amplificando esfuerzos. Esta es precisamente la razón de ser del Mecanismo para Bosques y Fincas (FFF), compuesto por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el Instituto Internacional de Medio Ambiente y desarrollo (IIED), y Agricord (una red de agencias agrarias que prestan apoyo a las organizaciones campesinas en los países en vías de desarrollo). En los últimos cinco años, el mecanismo FFF ha financiado acuerdos de asociación en 10 países, asignando subvenciones a organizaciones de productores, gobiernos e instituciones regionales clave, convirtiéndose en un catalizador para ayudar a los pequeños agricultores, grupos de mujeres rurales, comunidades locales y pueblos indígenas a hacer realidad sus expectativas de producción.

Todo se reduce a aprovechar las alianzas colaborativas para maximizar las sinergias. En América Latina y el Caribe hay un buen número de estudios de caso que evidencian claramente las ventajas de la unión de fuerzas entre productores forestales y agrícolas. Con el apoyo del Mecanismo, muchos campesinos en la región están apoyando a los jóvenes a través de proyectos de educación y capacitación, empoderando a las mujeres indígenas para mejorar sus formas de vida, y fortaleciendo sus habilidades empresariales para influir en las políticas gubernamentales.

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