Al igual que en otros países, Argentina está avanzando hacia sistemas de producción de leche más intensificados con diversas variantes. Este fenómeno podría explicarse por el hecho de que los productores de leche argentinos están buscando maneras de liberar tierras para la agricultura, principalmente para el cultivo de la soja (Glycine max) que se considera una actividad más rentable y más simple que la producción de leche (Descalzo et al., 2012). En tal sentido, los sistemas de alimentación basados en el uso de pasturas están siendo gradualmente reemplazados por sistemas confinados, en los cuales se les suministran a las vacas lecheras forrajes conservados (silaje y heno) y concentrados a base de granos de cereales y subproductos de la agroindustria bajo la forma de una ración total mezclada (TMR, por sus siglas en inglés). En este contexto, el confinamiento de las vacas lecheras en nuestro país está recibiendo actualmente particular atención (Gastaldi et al., 2015).

Los sistemas estabulados basados en TMR permiten la expresión del potencial de producción en vacas de alto mérito genético y mejorarían la eficiencia de conversión en rodeos lecheros aunque con costos de alimentación superiores, representando más del 50% de los costos totales de producción (Vibart, 2006). Además de los menores costos de producción (Dillon et al., 2008), los sistemas pastoriles se caracterizan por un bajo impacto ambiental (White et al., 2001) comparados con los sistemas confinados, pero presentan limitaciones nutricionales que impiden la expresión del potencial de producción a vacas de alto mérito genético (Kolver, 2003).

Una alternativa de intensificación es la combinación de TMR y pastoreo, lo cual se conoce como ración parcialmente mezclada (PMR, por sus siglas en inglés) debido a que la pastura es cosechada en forma directa por las vacas y no forma físicamente parte de la TMR. Este sistema de alimentación semi-confinado podría ser una alternativa útil para los productores lecheros que evalúan la transición hacia la adopción de sistemas confinados y su implementación permitiría obtener ventajas parciales de ambos sistemas (pastoril y confinado). El uso de la pastura reduciría la cantidad de TMR en la ración total y en consecuencia el costo de alimentación pudiendo mejorar la salud del rodeo (Soriano et al., 2001; Washburn et al., 2002). Al respecto, es importante mencionar que un informe elaborado por INTA a partir de un relevamiento de 118 tambos de las principales cuencas lecheras del país reveló que el 48% de los productores lecheros encuestados utiliza PMR (Gastaldi et al., 2015).

La mayoría de los estudios publicados evalúan sistemas que consisten en TMR vs. alguna combinación de pastura más concentrado o TMR. Tales comparaciones incluyen TMR vs. una dieta puramente pastoril (Kolver y Muller, 1998; Kolver et al., 2002), TMR vs. pastura más concentrado (White et al., 2002; Fontaneli et al., 2005), TMR vs. pastura durante la mañana o la tarde más TMR (Soriano et al., 2001) y TMR vs. pastura más concentrado vs. una combinación de pastura con TMR (Bargo et al., 2002).

La información sobre la respuesta zootécnica esperable en sistemas de alimentación combinando distintas proporciones de TMR y pastura es escasa (Vibart et al., 2008; Morales-Almaráz et al., 2010; Fajardo et al., 2015; Quilaguy et al., 2015).

Con el objetivo de analizar la información disponible hasta la fecha de una manera integrada, las respuestas en producción de leche (kg día-1), consumo de MS (CMS, kg día-1) y eficiencia de conversión (EC, kg Leche kg MS-1) en función de distintas proporciones de pastura y TMR (%), obtenidas de las publicaciones revisadas, fueron analizadas por regresión lineal contemplando el efecto del estudio como factor aleatorio (St-Pierre, 2001). Dicho ajuste contempla el hecho que generalmente hay grandes diferencias entre ensayos (diferentes diseños experimentales, estados fisiológicos de las unidades experimentales, métodos de medición y técnicas de laboratorio), dando lugar a mejores ecuaciones de predicción de los sistemas biológicos y a una descripción más precisa de sus errores de predicción (St-Pierre, 2001).

Adicionalmente, los resultados obtenidos a partir de un estudio realizado en la EEA Rafaela del INTA (Salado et al., 2018), cuyo objetivo fue evaluar el efecto del reemplazo creciente de pastura de avena por TMR sobre la respuesta productiva de vacas lecheras en un rango acotado de participación del pasto (75 a 25% del consumo de MS total), fueron comparados con los modelos de predicción obtenidos a partir de datos de la bibliografía.

Cabe aclarar que los animales utilizados en los trabajos revisados fueron de raza Holstein, en inicio o media lactancia y con un nivel de producción promedio al comienzo de los ensayos de 36,3 ± 6,9 kg leche vaca-1 día-1. A su vez, las pasturas utilizadas estaban compuestas por gramíneas templadas (anuales o perennes) con una composición química (promedio ± desvío estándar) de 20,2 ± 7,5 % MS, 21,2 ± 4,9 % PB, 46,8 ± 5,6 % FDN, 23,6 ± 3,0 % FDA y 72,3 ± 9,7 % DIVMS.

Para la variable consumo de MS total, el modelo final de predicción obtenido fue: CMS total (kg día-1) = 17,45 (±0,66) + 0,069 (±0,009) x CMS TMR (%) (P < 0,01; R2 = 0,61; n = 36; Figura 1).

El modelo indica que el CMS total aumenta 0,69 kg día-1 por cada 10% de incremento en el CMS de TMR, evidenciando un claro efecto de adición y equiparándose a lo que ocurre con la suplementación tradicional a base de concentrados. La ordenada al origen sugiere un consumo de MS total de 17,45 kg día-1 cuando la alimentación es sólo a base de pastura valor levemente inferior (- 5%) al informado por Delagarde et al. (2001) en su trabajo de revisión (18,40 kg MS día-1).

La reducción del consumo total de MS en la medida que una alta proporción de pastura es incluida en la PMR, aun cuando la oferta de forraje no fue limitante del consumo, resulta predisponente a amplificar el balance energético negativo en vacas de alto mérito genético en lactancia temprana. Deficiencias cualitativas en la composición química del forraje (déficit de MS y energía, exceso de FDN) y/o potenciales factores que afectan el comportamiento animal (restricción en el tiempo de acceso a la pastura y modificación del patrón normal de pastoreo impuesto por los horarios de encierro de las vacas) podrían haber contribuido a explicar los resultados obtenidos. Estos hipotéticos efectos fueron testeados por Fajardo et al. (2015) comparando una o dos sesiones de pastoreo cuando suministraron una PMR compuesta por 50% de pastura y 50% de TMR. Las vacas del grupo con mayor tiempo de acceso a la pastura (6 h post-ordeño AM y 3 horas post-ordeño PM) pastorearon 50 minutos más con respecto al grupo con acceso restringido (6 h post-ordeño AM) logrando un mayor consumo de MS de pastura.

Para producción de leche, el modelo de predicción obtenido fue: Leche (kg día-1) = 23,74 (±1,08) + 0,113 (±0,015) x CMS TMR (%) (P < 0,01; R2 = 0,60; n = 36; Figura 2), indicando un incremento promedio de 1,13 kg día-1 de leche por cada 10% de consumo adicional de TMR. Las vacas consumiendo sólo pastura tendrían una producción de leche estimada de 23,74 kg día-1, valor cercano al informado por Delaby y Peyraud (1997) para vacas consumiendo pasturas de alta calidad en primavera (23,20 kg día-1).

Vale aclarar que al medir la respuesta productiva de una vaca lechera es fundamental comparar las cantidades de leche producidas con diferente contenido de sólidos, bajo un común denominador. Esto se efectúa mediante la fórmula de Tyrrel y Reid (1965) para corregir leches con diferentes tenores de grasa y proteína: leche corregida por energía (LEC) = kg leche × (383 × % grasa + 242 × % proteína + 783,2) / 3140.

Para la producción de LEC, el modelo de predicción obtenido (Figura 3) indicó un incremento de 0,99 kg día-1 de leche por cada 10% de incremento en el consumo de MS de TMR.

Se detectó una amplia variación en la respuesta en producción de leche y LEC para los tratamientos 100% TMR (Figuras 2 y 3). Este fenómeno podría estar relacionado al potencial productivo de las vacas utilizadas (mérito genético) en los distintos ensayos y/o a la diferente respuesta del animal a una dieta determinada (interacción genotipo-ambiente).

Cabe destacar que los resultados de consumo de MS, producción de leche y LEC obtenidos en nuestro estudio (Salado et al., 2018; líneas continuas en Figuras 1, 2 y 3) se ajustaron a los modelos estimados a partir de datos de la bibliografía (líneas punteadas en Figuras 1, 2 y 3), siendo sus rectas paralelas y coincidentes (tanto el efecto ensayo como la interacción ensayo x respuesta resultaron no significativos, P > 0,05).

No se detectó ninguna relación entre el nivel de consumo de TMR y la EC (Figura 4). El modelo de regresión entre estas dos variables resultó no significativo (P = 0,62). Sin embargo, dado que en las PMR con mayor participación de pastura las vacas aparentemente movilizaron reservas corporales para sostener la producción de leche, las diferencias reales en la eficiencia de conversión podrían en parte estar enmascaradas.

El análisis integral de la información disponible indica que la producción de leche y el CMS total aumentan linealmente con el nivel de inclusión de TMR en la dieta en reemplazo de pastura, mientras que no se observa ninguna asociación entre la EC y el nivel de consumo de TMR. Esto sugiere que la diferencia en producción de leche a favor de las dietas con mayor proporción de TMR estaría asociada a un mayor CMS. Coincidentemente, Kolver (2003) indicó que en vacas de alto mérito genético, el 61% de la diferencia en producción de leche a favor de  un sistema confinado con suministro de TMR con respecto a uno puramente pastoril se explicaría por el menor CMS de las vacas en pastoreo, mientras que el costo energético adicional asociado a la actividad de pastoreo y a la eliminación del exceso de urea explicarían sólo el 24% y el 12%, respectivamente.

Finalmente, las ecuaciones de predicción obtenidas aportan información práctica para asesores, productores e investigadores en modelación a fines de seleccionar una opción conveniente de acuerdo a las circunstancias económicas del contexto.

Autor/es: SALADO, E.E.1*; CUATRIN, A.2 1Ing. Zoot., M.Sc., Dr. Cs. Agrarias – INTA EEA Rafaela. 2Ing. Agr. – INTA EEA Paraná.

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