Ricardo Adé después de un entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento de Liga, en Pomasqui, en mayo de 2023. - Foto: Armando Prado

Ricardo Adé nació en Haití, el país más pobre de América, donde el fútbol no es un deporte popular, pero al igual que en varias naciones del continente, es una tabla de salvación de vidas.

En su narración dice que las familias tampoco apoyan a los niños y jóvenes a jugar al fútbol. “Les buscan otros trabajos, porque piensan que no es un deporte que te puede aportar recursos para comer”.

En su caso personal, llegó a un acuerdo con sus padres para estudiar y luego sí tener la libertad de jugar al fútbol. “En Haití, hay clubes que no pagan por uno o dos años y no hay dónde reclamar”.

Su perseverancia y su filosofía de nunca bajar los brazos le hicieron buscar opciones. Viajó a Tailandia, con los ahorros que pudo acumular en su paso por el club Don Bosco, de su país.

Lo dejaron abandonado en el aeropuerto, nunca apareció el empresario que le prometió un contrato. En su lucha incansable por hacer realidad su sueño, se quedó tres meses.

“La gente pasaba por al lado mío y se tapaba la nariz“. Es uno de los actos de discriminación que más recuerda.

El dinero que tenía le alcanzaba para tomar taxi y buscar un equipo dónde entrenar, alquilar una pieza donde dormir y comer una vez al día.

Regresó a Haití a seguir buscando. “Uno tiene que tener la cabeza muy fuerte para seguir luchando y soportando todo”.

Estuvo a punto de renunciar al fútbol, hasta que llegó la opción de ir a Estados Unidos. Jugó en el Miami United de la Tercera División.

“Siempre digo que donde esté, hay que tratar de hacer todo bien, dar lo máximo, porque no sabes quién te está mirando”.

Pese a no ser un torneo de mayor atracción, hubo un empresario que lo observó y le propuso llevarlo a Chile. “Por suerte este torneo tenía videos que le enviamos al presidente de Magallanes”.

A meses de cumplir 27 años, por fin se hizo realidad el sueño de firmar un contrato fuera de su país.

En Chile empezó una nueva vida. “No sabía hablar español, aprendí con mis compañeros, aunque lo primero que te enseñan son las malas palabras“.

Si bien el lenguaje en el fútbol es universal, acudía a los conos, los balones y otros implementos del entrenamiento para comunicarse con los compañeros de equipo.

Jugó cuatro años dando lo mejor de sí y nuevamente, sin bajar los brazos, aceptó la propuesta de Mushuc Runa, que le abrió las puertas del fútbol ecuatoriano en 2021.

Y por ese convencimiento personal de siempre hacer las cosas bien, en 2022 pasó a Aucas, donde se coronó campeón ecuatoriano y Ricardo fue declarado el mejor jugador del torneo.

“Sabía que Dios tenía algo preparado para mí. Si buscas, encuentras, si no bajas los brazos, algún día te va a ir bien. Sabía que algún día iba a celebrar alguna cosa” y fue por partida doble.

En 2023 forma parte de Liga de Quito, con el mejor contrato de su vida profesional. Está feliz y honrado, pero dice que los sueños continúan.

“Jugar en Europa es un sueño que es posible, estoy próximo a cumplir 33 años y estoy en el mejor momento de mi carrera”.

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