Es posible que los hijos que aún viven en el campo no compartan el mismo techo de sus padres. Si no lo hacen, al menos trabajan con ellos. Y suelen hacerlo también las nueras, los yernos, los nietos, los hermanos. La familia.

La agricultura familiar domina el agro de América Latina. De acuerdo con FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), este año el 80 % de las explotaciones agropecuarias en Latinoamérica y el Caribe pertenecen a la agricultura familiar, que involucra a más de 60 millones de personas.

Es la principal fuente de empleo agrícola y rural, a la vez que representa un “sector clave para lograr la erradicación del hambre y el cambio hacia sistemas agrícolas sostenibles”.

Según la FAO, uno de los grandes desafíos es la transformación de los sistemas alimentarios para ser más eficientes, inclusivos y resilientes, subrayando el rol que cumple la agricultura familiar y la importancia de la elaboración e implementación de políticas públicas que favorezcan su reconocimiento y desarrollo.

El mes pasado hubo en Quito (y la semana que viene habrá en Guayaquil) una reunión convocada por el Grupo Diálogo Rural (GDR) auspiciado por el FIDA y el Rimisp (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural) , para hallar políticas que apoyen a estas estructuras.

El objetivo es contribuir a escala regional y en los países de la subregión andina, a revalorizar y posicionar la agricultura familiar en la agenda pública.

No es suficiente el reconocimiento de la importancia y heterogeneidad de la agricultura familiar, sino que se debe cambiar el diseño de las políticas con un enfoque más amplio del desarrollo rural, concluyen los integrantes del foro.

El riesgo de la agricultura familiar radica en la escasa rentabilidad, como consecuencia de algunos aspectos (educación, tecnología, acceso a recursos económicos, capacitación) y eso hace que mucha gente migre a las ciudades, quedando cada vez más gente mayor al cuidado de la tierra.

Entre los años 1950 y 2010, solo un 22 % de sus sobrevivientes o descendientes siguen estando en esos hogares.

Es que al ser poco rentable la agricultura, muchos jefes del hogar, ya mayores, venden sus propiedades. Además los jóvenes no quieren seguir en el estatus de pobreza, que supera el 40 % en el área rural del país.

Cecilia Ponce, del Ministerio de Agricultura de Ecuador, dice que “hay que analizar por qué la agricultura familiar campesina no ha tenido éxito, no se ha reconocido su heterogeneidad. No hay que confundir política diferenciada con asistencialismo. Hay que ir a la construcción de otros mercados, de otra forma de mirar a la agricultura campesina. No es tanto articular sino construir una nueva forma de mirar este aspecto”.

Los pequeños son mayoría

Según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), del 40 % de la población ecuatoriana que reside en el área rural, las dos terceras partes conforman hogares de productores agropecuarios y viven en las propias unidades de producción agropecuaria: algo más del 25 % de la población ecuatoriana se estima vinculada a la actividad agropecuaria.

La mayoría de estas unidades, el 75 %, tiene hasta 10 hectáreas.

 

 

Fuente: Expreso | ElProductor.com

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