Las actividades agrícolas desde sus prácticas mas primitivas se han desarrollado utilizando los recursos naturales disponibles en su entorno, a su vez, desafiando los componentes bioticos (insectos, enfermedades, vegetación espontanea ó malezas…) y abioticos (lluvia, sequia, luz, pH…) que se puenden presentar dificultando el objetivo principal de “producir alimentos”.

La proeza de hacer florecer el desierto

Planificar la producción de cualquier rubro bien sea vegetal o animal sugiere encontrar el escenario ideal que provee de los recursos necesarios, estableciendo además alternativas que minimicen el impacto de los factores que afecten la productividad, por tal motivo, plantear la idea de desarrollar cualquier actividad agropecuaria en ecosistema como el “desierto” pudiera sonar una locura, sin embargo, hoy en día es una realidad, pero ¿Cómo es posible? En un escenario que pudiera pensarse como hostil y carentes de recursos.

En la actualidad, la agricultura en el desierto proporciona alimentos a millones de personas y algunos países son testigos de eso, de hecho se trata en algunos casos del único suelo que pueden cultivar con ciertas garantías. Países como Somalia, Etiopía, Libia, Egipto, Israel o Chile ya miran hacia el desierto cuando hablan de agricultura.

Millones de habitantes se alimentan con ella, pues la innovación en estas zonas del planeta va orientada precisamente a eso, a encontrar sistemas de cultivo que se basen en técnicas sencillas de especies autóctonas, una práctica que, a su vez, facilita la recuperación de espacios naturales.

Otra afirmación que muchos científicos y conocedores del tema señalan es que más de la mitad de las tierras cultivables del planeta son áridas o viven bajo la amenaza de la sequía. En los próximos años, podría ser incluso peor, el cambio climático provoca la reducción de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas globales, por lo tanto, cada vez más parte de la tierra se convierte en desierto. Entonces ¿mas que innovación es adaptación?

Pivotes en medio de la nada…

Algunas experiencias indica lo siguiente: Libia, por ejemplo, se ha esforzado en los últimos años en establecer sistemas de riego eficaces. Situada al norte de África, el acceso al agua es uno de los mayores problemas de la población local, por lo tanto, ha desarrollado cultivos regados mediante sistemas mecanizados de pivotes centrales.

Estos sistemas usan de manera eficiente la energía eléctrica y minimizan la pérdida de agua por evaporación con emisores de riego por aspersión, que distribuye el agua desde la cabeza del pivot hasta el cañón final de cierre de cultivo, regando en círculos. Con este método de riego mecanizado se desperdicia menos agua y los cultivos comprendidos en ese círculo agrícola pueden recibir el máximo recurso hídrico disponible.

Aunque las máquinas de riego Pivot se utilizan ya de manera habitual en muchos países, incluyendo la India y otras zonas desérticas de Estados Unidos, la forma como se usa para cultivar en Libia es única. Cada parcela circular tiene más o menos un kilómetro de diámetro y en ellas se cultivan grano, frutas, verduras y forrajes para el ganado.

En el caso de Israel, el principal objetivo ha sido obtener una forma eficiente para controlar y canalizar el agua al igual que Libia, sin embargo, gracias al trabajo y a la investigación, los recursos hídricos se obtienen de varias formas, debido a un sistema de canalización desde el Mar de Galilea o del reciclaje de aguas grises de las zonas urbanas: Los agricultores israelíes han introducido especies adaptadas a estas condiciones extremas, como la jojoba, el cactus opuntia o varias especies de flores. El cultivo en invernaderos especiales proporciona diversos tipos de verduras, hierbas y flores para su exportación. En las zonas de dunas se cultivan cítricos o mangos con agua reciclada, y las zonas de colinas con escasas precipitaciones y muy erosionadas en el pasado se han recuperado mediante una intensiva reforestación.

Latinoamérica también incursiona…

En Chile, investigadores entusiastas plantaron diversas especies de cebollas en mitad de la Pampa del Tamarugal, una de las zonas más desérticas de ese país. Comenzaron con la siembra de almácigos para la instalación de una parcela demostrativa. Se probó con dos variedades de cebolla y comprobaron cual soportaba mejor las condiciones de aridez y salinidad del desierto.

Esta experiencia ha abierto nuevos caminos a los agricultores de la zona. La incorporación de cultivos estratégicos es una práctica habitual para conocer qué especies vegetales pueden prosperar, teniendo en cuenta las condiciones de dificultad que ofrecen los terrenos áridos.

Ciertamente las experiencias comentadas son una muestra representativa que validan el   ingenio, la innovación y la adaptación de desarrollar actividades agrícolas en condiciones desértica; destacando que en la actualidad se siguen ejecutando acciones en la medida que nos vemos en la obligación y necesidad de producir mayor cantidad de alimentos y cada vez en estos tipos de escenarios debido al impacto del cambio climático ¿pero hasta qué punto puede ser un hecho? ¿Nos tocará reinventarnos con las condiciones cada vez peor? ó el mundo fijará una posición más consiente haciendo uso de los recursos de manera sostenible y sustentable.

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